Ciencia y Tecnología

Las nuevas tecnologías para monitorear a los ciudadanos se exhiben en China

2017-12-11

Si cabía alguna duda respecto a la destreza tecnológica de China, las presentaciones...

Paul Mozur, The New York Times

WUZHEN, China — Una empresa de inteligencia artificial promocionó un robot que podría ayudar a los doctores con los diagnósticos. Una empresa emergente mostró un dron diseñado para llevar a un pasajero con velocidades de hasta 95 kilómetros por hora. Y, en una prueba digna tanto de asombro como de preocupación, una empresa china de reconocimiento facial enseñó cómo su tecnología podía identificar y describir a las personas con rapidez.

Si cabía alguna duda respecto a la destreza tecnológica de China, las presentaciones que se realizaron en la conferencia sobre tecnología más grande del país a principios de diciembre deberían despejarla. El evento alguna vez fue el escenario donde se reunían los ejecutivos locales del medio tecnológico con los líderes de países en vía de desarrollo. Este año, atrajo a altos ejecutivos estadounidenses como Tim Cook de Apple y Sundar Pichai de Google, así como a ejecutivos de gigantes chinos como Jack Ma de Alibaba.

Sin embargo, todos los avances que se exhibieron en la Conferencia Mundial de Internet, evento que se celebró en la pintoresca ciudad de Wuzhen, en el este de China, también ofrecieron razones para preocuparse. La tecnología que permite la existencia de un Estado totalmente tecnopoliciaco estaba a la mano: bastaba echar un vistazo a la manera en que los nuevos avances pueden usarse para monitorear a los ciudadanos por medio de la inteligencia artificial y el reconocimiento facial, y a la gran aceptación que su uso ha tenido en el país.

El monitoreo era evidente tanto en el diseño del evento, el cual terminó el 5 de diciembre, como en la tecnología que se exhibió. Había rigurosos puntos de control en los que se utilizaba el reconocimiento facial; policías chinos patrullaban armados, y, en los rincones oscuros de los muros blancos del salón de la convención, brillaban las luces rojas de las cámaras de circuito cerrado.

Una empresa de rápido crecimiento especializada en reconocimiento facial, Face++, demostró su tecnología con los visitantes de la conferencia. En una gran pantalla de su cabina, el software identificaba el género de cada persona, describía el color y el largo de su pelo y caracterizaba las vestimentas que llevaban puestas.

Otras empresas chinas mostraron lo que se podía hacer con ese tipo de información. Una empresa de telecomunicaciones administrada por el Estado, China Unicom, presentó un monitor con gráficas que analizaba las grandes cantidades de información que tenía la empresa sobre sus suscriptores.

En un mapa se analizaba la distribución cambiante de la población de la ciudad de Pekín mientras la gente viaja hacia su trabajo y de regreso a casa. Otro mapa mostraba dónde deambulaban los visitantes extranjeros en su red.

La gente que estaba a cargo de la cabina de China Unicom discutía abiertamente la información: una señal del nivel de aceptación de estos tipos de vigilancia y recolección de información en China.

En las cabinas de los otros dos rivales de China Unicom, que también son administrados por el Estado, había una tendencia similar de mediciones y vigilancia. China Mobile colocó una cámara en la proa de uno de los muchos barcos que navegan por los canales de Wuzhen, la cual enviaba imágenes por medio de su tecnología celular más reciente y veloz. China Telecom presumió su capacidad para medir la cantidad de desechos en varios basureros y detectar hidrantes descompuestos.

Los inversionistas y los analistas señalan que el fervor desvergonzado que tiene China por recolectar ese tipo de información, combinado con su enorme población, con el tiempo podría darle una ventaja a sus empresas de inteligencia artificial. Si Silicon Valley está marcada por una cualidad algo libertaria en cuanto a la regulación, la visión de China sería algo parecido a una antítesis: una en la que la tecnología tiene como objetivo fortalecer y ser guiada por la mano firme del Estado.

Estos desarrollos enfatizan un naciente toma y daca entre China y Estados Unidos que determinará una buena parte del desarrollo futuro y de la aplicación de la tecnología.

Cuando habló en un panel sobre terrorismo, Mei Jianming –presentado como un experto en antiterrorismo del panel intergubernamental Organización de Cooperación de Shanghái, que incluye a China y Rusia– tildó de terroristas a los grupos que están a favor de los derechos humanos de la minoría islámica de la etnia uigur en China. Después, Jianming mencionó que Pekín debería realizar un mayor esfuerzo para usar su influencia con el fin de que Twitter cambie sus términos de servicio y relegue a ese tipo de grupos.

“Deberíamos fortalecer la capacidad de nuestra propaganda”, comentó. “Del lado oficial chino, nuestras empresas China Daily y Xinhua News tienen su propia presencia en Twitter, pero no basta con la eficacia de su propaganda. Está claro que no es suficiente”.

A menudo eran evidentes las contradicciones de abogar por utilizar sitios como Twitter para cambiar las opiniones sobre China en el extranjero al tiempo que esa red social es bloqueada en casa, pero pasaban desapercibidas casi con la misma frecuencia.

Durante el discurso inaugural que realizó Wang Huning, uno de los siete miembros del Comité Permanente del Buró Político de China, hubo más menciones de apertura y cooperación que de la seguridad y censura que han marcado la forma en que China gestiona el internet.

Una de las charlas en las que quedó más clara la censura no la dio un ponente de la conferencia, sino un funcionario que estaba al pendiente de la puerta de entrada el primer día. Era un representante del gobierno de la ciudad de Wenzhou que preguntó a los periodistas cómo habían evitado los filtros de internet de China. No quedó claro si preguntaba por curiosidad genuina o con el fin de averiguar cuáles habían sido las herramientas más eficaces, para luego poder encargarse de ellas.



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