Internacional - Política

Los políticos adoptan la excusa de "noticias falsas" de Trump 

2017-12-14

Sin embargo, no es el único líder enamorado de la frase. Siguiendo el ejemplo de...

Steven Erlanger, The New York Times

BRUSELAS, Bélgica – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, invoca de manera rutinaria la frase “noticias falsas” como un garrote retórico para socavar a sus oponentes, animar a sus bases políticas y tratar de desacreditar a los medios tradicionales estadounidenses que analizan su presidencia.

Sin embargo, no es el único líder enamorado de la frase. Siguiendo el ejemplo de Trump, muchos de los autócratas y dictadores del mundo también están fascinados con ella.

Cuando Amnistía Internacional publicó un informe sobre las muertes en prisión en Siria, el presidente de ese país, Bashar al Asad, replicó: “Estamos viviendo en una época de noticias falsas”. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, quien continuamente está haciendo retroceder la democracia en su país, culpó a los medios globales por “muchas versiones falsas, muchas mentiras”, y añadió: “Es lo que llaman el fake news ahora”.

En Birmania, donde los observadores internacionales acusan al ejército de realizar una campaña de genocidio en contra de los musulmanes rohinyás, un funcionario de seguridad le dijo a The New York Times que “no hay tal cosa como los rohinyás”, y agregó: “Son noticias falsas”. En Rusia, una portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zakharova, le pidió a un reportero de CNN “detener la propagación de mentiras y noticias falsas”. Su ministerio usa ahora un sello digital rojo con la palabra FALSO en su sitio web para etiquetar los reportajes que no le gustan.

En todo el mundo, los dirigentes autoritarios y populistas, así como otros líderes políticos, han adoptado la frase “noticias falsas” —y la legitimidad que le ha conferido el hecho de que un presidente estadounidense la utilice— como una herramienta para atacar a sus críticos y, en algunos casos, minar deliberadamente las instituciones democráticas. En países donde la libertad de prensa está restringida o bajo una considerable amenaza —incluyendo Rusia, China, Turquía, Libia, Polonia, Hungría, Tailandia, Somalia y otros—, los dirigentes políticos han invocado a las “noticias falsas” como una justificación para repeler el escrutinio de los medios.

Esta semana, el periódico oficial del Partido Comunista Chino, el Diario del Pueblo, usó las palabras de Trump para socavar la cobertura crítica de los medios a un Pekín cada vez más autoritario.

“Si el presidente de Estados Unidos declara que los principales medios de su país son una mancha en la nación”, está escrito en el periódico, “entonces las noticias negativas sobre China y otros países deben considerarse con suspicacia, pues es probable que los sesgos y las agendas políticas estén distorsionando el panorama real”.

Sin siquiera un año en la presidencia, Trump ha sacudido el statu quo global, con su mentalidad de “Estados Unidos primero”, su desdén por el comercio mundial y los tratados multilaterales, así como su irritabilidad con muchos aliados tradicionales (y su aparente calidez con muchos rivales tradicionales). No obstante, el mantra de las “noticias falsas” del presidente genera otro tipo de inquietudes entre muchos analistas y políticos extranjeros, quienes temen que erosione la confianza pública en las instituciones democráticas en un momento en que el populismo y el autoritarismo están regresando en muchas regiones.

“Trump no solo habla sobre noticias falsas, sino que ataca a los medios calificándolos de noticias falsas y eso constituye un ataque a la libertad de prensa”, dijo Marietje Schaake, integrante neerlandesa del Parlamento Europeo que se enfoca en los derechos humanos y el panorama digital. “Como dirigente de un país que tradicionalmente defiende los derechos humanos, eso es muy grave y por supuesto que tiene un impacto importante en todo el mundo”.

Richard Javad Heydarian, un politólogo de la Universidad De La Salle en Manila y autor de un libro sobre el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dijo que el poder suave de Estados Unidos, enraizado desde hace mucho en la defensa de la democracia, estaba “en un estado de colapso total”, lo que les daba a tiranos como Duterte un margen amplio para ignorar las normas democráticas.

“Con Trump en el poder, nadie habla sobre los derechos humanos, solo sobre las noticias falsas y eso es maravilloso para Duterte”, dijo. “Ambos se consideran populistas que enfrentan una conspiración por parte de las élites liberales. Creen que son víctimas de las noticias falsas”.

El problema, por supuesto, es que las noticias falsas son un problema real, en especial en las redes sociales. Las agencias de inteligencia de EE. UU. han concluido que Rusia utilizó noticias falsas como parte de un esfuerzo para interferir en las elecciones presidenciales de 2016 a favor de Trump. La presencia de noticias falsas en el flujo globalizado de contenido en los medios ayuda a desdibujar la línea que las separa de las noticias tradicionales, basadas en hechos verificados.

No obstante, la medida en la que el epíteto noticias falsas ha dañado al periodismo es difícil de determinar, dada la existencia previa de dificultades para hacer reportajes sin restricciones en países donde los medios ya están bajo el control del Estado y donde se ha asesinado o encarcelado, no solo insultado o ridiculizado, a los periodistas. Sin embargo, no hay duda de que las redes sociales, con su gran alcance y su vulnerabilidad a los bots y la manipulación, han ayudado a amplificar las críticas provenientes de los dirigentes políticos y han socavado la confianza en el periodismo tradicional.

“Trump ha logrado construir una realidad alterna, separada de los esfuerzos de los medios tradicionales a favor de la política democrática y racional”, dijo John Lloyd, un investigador sénior en el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo en la Universidad de Oxford. “Por supuesto que los periodistas se equivocan, pero esos errores se ven amplificados por la acusación de ‘noticias falsas’”, dijo. “Los medios tradicionales se pintan como la herramienta de una élite arrogante e intocable, que la usa para reprimir a los marginados”.

El discurso sobre las noticias falsas también complica el trabajo de los defensores de la democracia en países donde esta última ya está comprometida. Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, dijo que “la triste ironía es que el mayor daño de Trump a los derechos humanos quizá no sea su fascinación con los tiranos abusivos, sino su socavación del discurso basado en hechos, que es esencial para frenarlos”.

Añadió: “En los países donde el sistema judicial es incapaz o no está dispuesto a hacer valer los derechos —que son la mayoría de los países—, la principal herramienta del movimiento por los derechos humanos es investigar y hacer pública la mala conducta oficial. Los autócratas se esfuerzan mucho para evitar esa vergüenza, pues tiende a restarles legitimidad frente a la gente y sus iguales”.

Algunos analistas dicen que el éxito de Trump al crear una realidad alterna y denigrar a los medios adversos copia y aumenta las tácticas del presidente de Rusia, Vladimir Putin, y señalan que los propagandistas de este último “elaboran un torrente de hechos falsos” sobre temas políticos delicados —como el conflicto en Ucrania— para sembrar la incertidumbre y el cinismo público. Rusia y China también inventan noticias falsas “positivas” en las redes sociales para inspirar el patriotismo en sus naciones.

“La gente acepta estas versiones o queda confundida, sin claridad sobre lo que sí es correcto”, dijo Lloyd, autor de The Power and the Story: The Global Battle for News and Information. “Sobre todo, Putin ha adoptado esto y lo usa en contra de sus enemigos. El concepto de ‘noticias falsas’ se usa para cubrir cualquier hecho incómodo”.

Muchas organizaciones de medios ahora están presentando trabajos que verifican los hechos para los lectores. En Francia, se lanzó Décodex de Le Monde en enero como parte de la sección de verificación de datos de su sitio web. En el Reino Unido, la BBC está iniciando un proyecto para ayudar a los alumnos de secundaria a identificar las noticias reales y filtrar las falsas o la información no fidedigna.

Sin embargo, es distinto cuando el presidente de Estados Unidos es la fuente, dijo Schaake. “Hay un daño significativo a la credibilidad de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y los principios democráticos, ya que uno de los pilares de ambos es la libertad de prensa”, añadió.


 



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