Vuelta al Mundo

Guerra de tronos en la Unión Europea

2017-12-15

Nueve de cada 10 europeos, siendo generosos, tendría dificultades para decir correctamente...

PABLO R. SUANZES | El Mundo

Los líderes de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y del Consejo, Donald Tusk, chocan por propuestas concretas y el rol de las instituciones

Nueve de cada 10 europeos, siendo generosos, tendría dificultades para decir correctamente los nombres de los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo (Jean-Claude Juncker y Donald Tusk) y sobre todo para explicar y hasta entender las funciones, obligaciones y posiciones de uno y otro. Lejos de Bruselas es complicado que alguien está al tanto de los vínculos, los recelos y las broncas entre ambos líderes y sus instituciones. Pero en la capital comunitaria esta semana no se habla de otra cosa.

Históricamente, la Comisión y el Consejo son tan aliados como rivales. Una, en el edificio Berlaymont, hace las propuestas legislativas y tiene a los expertos, a los técnicos de todo el continente. Es el Ejecutivo comunitario, sin un símil posible con ningún Gobierno nacional, pero lo más parecido. Al otro lado de la calle, en el Justus Lipsius y en el reciente Edificio Europa, están el Consejo de la Unión Europea y la sede del Consejo Europeo, cuyo presidente, Tusk, actúa como coordinador y voz de las capitales.

Siempre hay tensiones, luchas de poder, pugnas por influir e imponerse. La Comisión propone y el Consejo (junto al Parlamento) dispone. Los roces son habituales. Pero esta semana han superado las fronteras habituales y han saltado a las noticias.

El martes, el ex primer ministro polaco envió una carta a los líderes de los 28 Estados Miembros como preparación para la Cumbre de ayer y hoy, la última de 2017. En ella, dos elementos dispararon todas las alarmas y provocaron una reacción poco frecuente. "La cuestión de las cuotas obligatorias ha demostrado ser altamente divisiva y el enfoque ha recibido una atención desproporcionada a la luz de su impacto sobre el terreno; en este sentido, ha resultado ser ineficaz" dijo el polaco. "El documento de Tusk es inaceptable, es antieuropeo y niega e ignora todo el trabajo que hemos hecho los últimos años de forma conjunta. El papel de Tusk es defender la unidad europea y los principios europeos. Este documento que ha enviado lo que hace es socavar uno de los pilares principales, el principio de solidaridad. Europa, sin solidaridad, no puede existir", replicó inmediatamente con rabia el comisario Dimitris Avramopoulos.

El primer elemento fue el ataque feroz a la propuesta de Juncker. El segundo, que en esa misma carta a los gobiernos Tusk hace propuestas concretas. Y no debería. "Algunos dicen que no han sido propuestas que entren en marco legislativo ordinario, sino manifestaciones de voluntad política", explica con sorna un diplomático europeo. Porque la mano, es evidente. La estrategia a medio plazo, está por ver.

El polaco ha optado en los últimos meses por darse más poderes de los que en teoría y en el pasado le han correspondido a su cargo. Está cómodo, ve recorrido, huele el momento político y quiere aprovecharlo. "Algún Estado miembro le ha reprochado a Tusk su invasión. Yo creo que sería injusto hacerle ese reproche pero todo estará en función de cómo lo haga a partir de ahora y en qué lo haga. Pero sin duda a algún Estado le ha parecido excesivo", explica una alta fuente diplomática.

Una sola voz

El pasado septiembre, Juncker, en su Discurso sobre el Estado de la UE sorprendió a casi todo el mundo al proponer que la UE sólo tenga una voz. Cree que tantos presidentes (cinco si se suman el del Parlamento, el Eurogrupo y el BCE) son demasiados, generan confusión entre la población y en el extranjero. Lo que todo el mundo entendió perfectamente es que Juncker cree que debería ser el de la Comisión Europea. No él, que está ya en sus últimos 18 meses al máximo nivel, pero sí su sucesor.

Tusk, de la misma edad pero con más ambición, cree lo opuesto. Por eso inmediatamente después, en Estonia, hizo una serie de propuestas para dar más protagonismo a los jefes de Estado en todo el proceso de decisiones. E introdujo un nuevo método de trabajo que en la práctica refuerza su figura e influencia. Él hará este tipo de notas con propuestas concretas. Y tras la Eurocumbre de hoy viernes enviará una carta al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, indicando cuáles deberían ser las prioridades para la reforma de la Eurozona los próximos seis meses.

Algo que muchas personas consideran excesivo. "Cada uno tiene su recorrido. Esa agenda estaba sobre la mesa antes del discurso de Juncker. Él ya quería y se le decía que eran necesarios debates más políticos. Esto ha pasado en otros momentos de la historia de la Unión. No tanto en la figura del presidente del Consejo quizás, pero algunos líderes del Consejo reclamaron el impulso para que no toda la iniciativa política fuera de la comisión. Ahora o la época de Delors son más políticas, las de Santer o Barroso, más burocráticas. No es algo malo, es una dialéctica rica", dice un diplomático al tanto de la situación.

Por el otro costado, pasa igual. "Juncker y Selmayr, su jefe de Gabinete, maniobran en la sombra para intentar marcar el rumbo y el ritmo. Están en su derecho, pero no va a pasar, los que mandan son los gobiernos", explican desde una capital del norte. Por eso ha habido tirones de orejas al comisario y poco menos que palmadas en la espalda al polaco.

Juncker, zorro viejo, no se dejará atrapar ni caerá en trampas. No va a perder las formas, pero todos esperan su réplica, porque de una forma u otra la habrá. Cínica pero profunda, donde duele. Y no quedará entre bambalinas.

Desde el equipo de Tusk se apuntaba con muy mala baba esta semana, que por lo menos esta vez el Consejo Europeo "tomaría nota" de las propuestas de la Comisión Europea para la reforma de la Eurozona. Una flecha envenenada que hace referencia a un hecho muy de la burbuja, pero cargado de simbolismo. Cuando hace dos años se finiquitó el Informe de los Cinco Presidentes, una hoja de ruta muy ambiciosa para la UE, los líderes si se molestaron en "tomar nota" en ninguna de sus reuniones, un desprecio absoluto que no se ha olvidado. Ni perdonado.



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