Internacional - Población

La lucha por la supervivencia de los rohinyás huidos empieza por comer 

2017-12-18

Y es que la crisis de los rohinyás también lleva el rostro de la desnutrición,...

Belén Delgado

Kutupalong (Bangladesh), 18 dic (EFE).- Los rohinyás que han encontrado cobijo en Bangladesh escapando de la persecución en Birmania afrontan en sus nuevos asentamientos la lucha diaria por alimentarse en un elemental ejercicio de supervivencia.

El campamento de Kutupalong, adonde ha llegado parte de los 655,000 miembros de esta minoría musulmana huidos al país vecino desde el pasado 25 de agosto, es un ir y venir incesante de sacos para vivir al día.

Hombres y mujeres hacen fila en los puntos de distribución de productos básicos repartidos por un mar de lonas, plásticos y soportes de madera que se pierden en el horizonte.

Parecen querer aprovechar como sea las horas de luz solar, antes de que caiga la noche -y con ella la actividad-, para hacerse con lo imprescindible, empezando por los alimentos.

La joven Hazima Hatun, a punto de dar a luz, se pasa el día recogiendo el agua de los pozos y comprando comida en las tiendas con los cupones que le han asignado.

"También cocino y cuido de los niños y de los ancianos", apunta a Efe con timidez ante la mirada de familiares y extraños.

Su dieta se compone básicamente de arroz y legumbres y, sin poder comer otros alimentos como frutas y hortalizas, se ve falta de micronutrientes esenciales para la salud durante su embarazo.

Las encuestas realizadas entre los desplazados reflejan bajos niveles de vitamina A e hierro, sustancias que ayudan a combatir enfermedades infecciosas y la anemia en mujeres y niños.

Son esos dos grupos, junto con los ancianos, los más vulnerables a la inseguridad alimentaria, a quienes se deben dirigir ahora especialmente los esfuerzos.

Así lo considera la portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Shelley Thakral, que sostiene que han expandido rápidamente sus programas de apoyo nutricional a unas 20,000 mujeres embarazadas y lactantes, así como a cerca de 60,000 menores de cinco años.

En toda la zona bangladesí de Cox's Bazar, en la frontera con Birmania, asisten a más de 800,000 desplazados rohinyás con ayuda alimentaria.

En total, 25 kilogramos de arroz, 4 de lentejas y dos litros de aceite cada 15 días para las familias, que si son numerosas reciben ración doble.

Y es que la crisis de los rohinyás también lleva el rostro de la desnutrición, con tasas alarmantes en todos los campamentos de la zona que superan el 15 % estipulado como el umbral de emergencia.

El porcentaje sube hasta el 24 % de la población en Kutupalong, cuyo núcleo se estableció hace décadas y está algo más organizado que sus alrededores, que acogen a los nuevos desplazados en condiciones aún más precarias.

Allí, uno de los últimos en llegar, Sulimula, ha optado por añadir pescado a su canasta de arroz y legumbres.

"Vendo los productos que consigo con la tarjeta de racionamiento y con lo que me dan compro algo de pescado en el mercado si puedo", asegura.

Así trata de ayudar a su familia de siete miembros, a la que ha incorporado a un niño huérfano que encontró abandonado.

Esas personas arrastran el hambre desde su huida de Birmania, país que no reconoce a esta minoría como ciudadanos y que, según el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, puede haber cometido un "genocidio" en su última campaña militar.

Ante la magnitud de la crisis humanitaria, considerada la de más rápido crecimiento en el mundo, los organismos internacionales, las autoridades bangladesíes, las ONG locales y otros tantos actores intentan coordinarse para ampliar la distribución de alimentos.

El especialista en Emergencias de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Ranjan Dan, insta a no olvidar la respuesta a largo plazo y a garantizar una agricultura local que proporcione alimentos sanos.

"En el contexto de la seguridad alimentaria, el acceso a los alimentos y su utilización de forma nutritiva es muy importante", señala.

Para ello, la agencia ha elaborado un plan que busca atender las necesidades energéticas de los desplazados, mejorar la conservación de los alimentos, ayudar a los productores de las comunidades locales a abastecer el mercado y evitar la degradación ambiental, entre otras prioridades inmediatas. 



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