Nacional - Finanzas

El desplome de Wall Street llega a la Bolsa mexicana con un día de retraso 

2018-02-07

"Es, incluso, saludable para volver a abrir el apetito", añade Rodado, que se dice...

Ignacio Fariza, El País


La Bolsa mexicana ha sufrido este martes, con 24 horas de retraso, el batacazo del lunes en Wall Street. El principal índice del parqué mexicano (el IPC) se ha dejado casi un 2,2% en una jornada marcada, de principio a fin, por los números rojos, mientras que el Dow Jones cerraba con un repunte del 2,3%. La razón de este desacoplamiento: el lunes, festivo en México por el día de la Constitución, el mercado de valores no abrió y la caída en uno de los mercados de renta variable más correlacionados con Estados Unidos se postergó un día. Las otras dos grandes Bolsas latinoamericanas —São Paulo y Buenos Aires— siguieron este martes la estela del gigante americano y registraron sendas subidas del 2,5% y del 1,5% tras dos jornadas aciagas.

El peso mexicano, que sí cotizó el lunes, se sumó al mejor tono de la Bolsa de Nueva York: tras el batacazo del lunes negro —"ante una corrección de esta magnitud no hay peso mexicano que resista", dice Juan Carlos Rodado, jefe de análisis de Natixis para América Latina— muchos han visto este martes en la moneda más líquida del mundo emergente una oportunidad de compra después de tocar mínimos de tres semanas. "En el caso de México, parte del impacto fue vía tipo de cambio, que ha ejercido de amortiguador, y no solo a través de la Bolsa", apunta Arturo Espinosa, analista de renta variable del Banco Santander en México.

La volatilidad, sin embargo, sigue siendo la nota predominante tanto en el peso como en la Bolsa mexicana. La macroeconomía global acompaña como nunca antes en la última década, pero los mercados de todo el mundo —y el mexicano no es una excepción— parecen haberse dado cuenta repentinamente de que la valoración de los activos puede ser un tanto exagerada tras un 2017 de subidas ininterrumpidas. La madurez del ciclo económico estadounidense, un país que lleva ocho años creciendo y que ya supera con creces la media histórica de cinco años de cada periodo expansivo.

"Lo primero sería saber si este bache es transitorio o no, y ahí nadie tiene bola de cristal", reconoce Rodado. "Se están ajustando las carteras, con valorizaciones demasiado altas. Y la duda ahora es saber si se ha producido una pausa en el apetito al riesgo. Ayer estábamos en modo pánico, con mucha gente vendiendo y, aunque creo que el mercado se estabilizará, es muy prematuro para saber si es una caída temporal o de fondo". Si la cautela se apodera del ánimo inversor, subraya Rodado, México y Latinoamérica en su conjunto sí podrían verse penalizados a medio y largo plazo. "En el caso mexicano, el mercado percibe este incremento del riesgo global [en forma de brusca corrección de la Bolsa estadounidense] en combinación con un riesgo doméstico por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y las elecciones", agrega.

La corrección, desde máximos, en las Bolsas también se ha trasladado a un ámbito del que depende en buena medida el crecimiento latinoamericano: las materias primas. En el caso de México la que más importa es el petróleo, cuyo encarecimiento en la segunda mitad de 2017 y en los primeros compases de 2018 de fuertes subidas —en línea con lo que ocurría en las Bolsas— permitió relajar la tensión sobre la moneda nacional. En el tramo final de enero y en los primeros días de febrero, en cambio, la tendencia se ha revertido: cuando los inversores perciben más riesgo, commodities como el crudo suelen sufrir y esta no ha sido una excepción. En apenas diez sesiones, el barril de brent se ha dejado más de un 5% de su valor y ha contribuido a las dudas sobre los países productores, muchos de ellos en la región (Brasil, Argentina, Ecuador, Venezuela, Colombia y el propio México).

"Nadie está cambiando el perfil cíclico en México ni en América Latina", matiza Rodado. Como en EE UU o en Europa, "no han cambiado los fundamentales de la economía latinoamericana". Tanto el analista de Natixis como Carlos Serrano, economista jefe de BBVA Bancomer, califican la corrección de "no sorpresiva". "Es, incluso, saludable para volver a abrir el apetito", añade Rodado, que se dice "preocupado" por la exuberancia del mercado en los últimos meses. "Las valoraciones, con respecto a las ganancias de mediano plazo de las empresas, eran muy altas desde una perspectiva histórica", subraya Serrano.

A este factor, el de la sobrevaloración de muchas compañías, hay que sumar la percepción de una mayor inflación en EE UU, que llevaría a un aumento de tipos de interés en la primera potencia mundial y, consecuentemente, a mejores rendimientos de los bonos, el principal competidor de la Bolsa y las materias primas. "Ahora bien, la caída en las bolsas de EE UU (y en las latinoamericanas) no implica que hayan cambiado los fundamentales de las economías. Sigo pensando que la economía global crecerá a un mayor ritmo durante los siguientes dos años", agrega el economista jefe de BBVA en México.

El mercado mexicano, uno de los menos sobrevalorados

En un escenario global de sobrevaloración de las Bolsas, la mexicana es "una de las menos sobrevaluadas", valora Arturo Espinosa, analista del Santander en el país norteamericano. "Eso lo hace menos vulnerable: cotiza en ratios mejores que otros emergentes comparables" en un entorno, subraya, en el que los mercados están "básicamente" reaccionando al repunte del interés de la renta fija. La deuda estadounidense a 10 años, por ejemplo, ofrece ahora su mayor rendimiento desde principios de 2014. "Y eso hace que los inversores de todo el mundo miren más a la renta fija y deshagan posiciones en Bolsa para irse a los bonos". Espinosa cree que esta dinámica durará "semanas", a juzgar por los procesos históricos anteriores y afectará "menos a México" porque la cotización de las acciones va más en línea con el valor en libros de las compañías que en otras Bolsas.
 



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