Como Anillo al Dedo

Medalla olímpica para Corea 

2018-02-12

Pero un par de apretones de mano y unas sonrisas protocolarias ante los fotógrafos no pueden...

Editorial, El País

Si los juegos olímpicos fueron establecidos en la antigüedad, entre otras cosas, como un periodo de tregua, se puede afirmar que los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en la ciudad surcoreana de Pyeongchang han cumplido su función con creces. Los gestos y el diálogo abierto al máximo nivel en apenas unas horas entre representantes de la dictadura del Norte y la democracia del Sur eran impensables pocas semanas atrás.

La llegada el viernes a Corea del Sur de Kim Yo-jong, hermana y mujer de confianza del dictador Kim Jong-un, ya constituía un símbolo sin precedentes por sí mismo. Pero además el encuentro, y el tono de este, con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, permiten albergar un cierto optimismo respecto a la apertura de un canal de contacto al más alto nivel entre Pyongyang y Seúl. Esto permitiría descomprimir una situación de alto el fuego bélico siempre tensa, y en los últimos tiempos a menudo explosiva, donde cualquier incidente —o accidente— puede desencadenar un conflicto bélico de consecuencias globales.

Pero un par de apretones de mano y unas sonrisas protocolarias ante los fotógrafos no pueden conducir automáticamente al optimismo. Ha acertado el surcoreano Moon Jae-in al añadir la coletilla “cuando se den las condiciones” en su respuesta positiva a la invitación realizada para visitar Corea del Norte. A ambos países les separa mucho más que la frontera más militarizada del mundo: también los conceptos de libertad individual, democracia y paz, junto con la visión del papel que Corea debe jugar en el mundo. Corea del Norte no es solamente una de las dictaduras más opresivas, sino también peligrosamente agresiva y con unas amenazas respaldadas por las armas nucleares. En todo caso Corea del Sur se ha colgado una medalla al lograr rebajar de forma drástica el nivel de enfrentamiento dialéctico con Pyongyang al que se ha mostrado tan aficionado Donald Trump. Para eso sirven los Juegos.


 



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