Religión

La revolución política del Papa Francisco apunta hacia China

2018-03-13

La sensación en el Vaticano es que el sueño del Papa Francisco de ver una Iglesia...

SORAYA MELGUIZO | El Mundo

La elección hace cinco años del Papa Francisco provocó un terremoto dentro y fuera de los muros vaticanos. El Papa "venido del fin del mundo" revolucionó desde entonces la diplomacia de la Santa Sede impulsando una nueva geopolítica orientada hacia las periferias del mundo. Del deshielo entre Cuba y Estados Unidos, pasando por Oriente Próximo -impulsando una histórica reunión con el presidente de Israel Shimon Peres y el líder palestino Mahmoud Abbas para rezar por la paz-, Francisco se enfrenta ahora a un nuevo desafío: la restauración de las relaciones diplomáticas con China. Un reto que, al menos desde el punto de vista religioso, parece inminente.

La sensación en el Vaticano es que el sueño del Papa Francisco de ver una Iglesia católica unida en China está más cerca que nunca. Lo confirmó esta misma semana el vicepresidente del Consejo de Obispos de China, Fang Jianping: "Las negociaciones entre China y el Vaticano sobre el nombramiento de obispos están progresando a pleno rendimiento". E incluso el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, aseguró que el Pontífice está siguiendo "personalmente" las negociaciones con las autoridades de Pekín. "En China no existen dos Iglesias, sino dos comunidades de fieles que están llamadas a cumplir un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad", defendió.

En 1951, dos años después de la fundación de la República Popular China por parte de Mao Zedong, el país asiático rompió relaciones con la Santa Sede. Desde entonces en China los más de 12 millones de católicos están divididos entre quienes pertenecen a la Asociación Patriótica Católica, controlada por el Gobierno de Pekín, y quienes reconocen la autoridad del Papa y del Vaticano, la llamada Iglesia clandestina, que no está autorizada formalmente para ejercer en el país.

El Gobierno de Pekín se encarga del nombramiento de sacerdotes y obispos sin el consentimiento del Vaticano, lo que ha provocado tensiones desde hace más de 60 años. Pero el desencuentro podría llegar a su fin si se confirma el acuerdo entre las autoridades de ambos países que permitiría a Roma intervenir en el nombramiento de sus representantes en el país asiático, a la vez que garantizaría ciertas concesiones al Gobierno chino.

Un acuerdo histórico

Según algunas informaciones, el Vaticano propondría a los obispos de la Iglesia en China pero la decisión final seguiría estando en manos del Gobierno asiático. El acuerdo contemplaría el reconocimiento por parte del Papa de siete obispos designados por Pekín a cambio de permitir a Roma expandir la presencia católica en el país. Además, el Vaticano habría exigido la renuncia a dos obispos designados de manera legítima por la Iglesia católica de Roma, que se han mostrado en oposición con el Gobierno de Pekín, para ser sustituidos por otros dos 'patrióticos'. En la actualidad todos los obispos reconocidos por el Gobierno de Pekín deben ser miembros de la asociación patriótica y aquellos nombrados directamente por el Vaticano que no son reconocidos por el Gobierno chino, son perseguidos.

Para Francesco Sisci, profesor en la Universidad del Pueblo de China y experto en las relaciones entre el Vaticano y Asia, se trata de un acuerdo que "marcará una época" porque por primera vez en la historia "China admite el papel de una entidad extranjera en el nombramiento de un poder religioso dentro de su territorio". Un reconocimiento que certifica la influencia internacional del Papa Francisco. Pekín se ha dado cuenta del poder de la Iglesia católica en el mundo gracias a la figura de Francisco, sostiene Sisci. "Si China quiere convertirse en una potencia no puede ignorar a otra gran potencia".

Las negociaciones comenzaron en 2014 y desde entonces se han visto salpicadas por fuertes críticas que han ralentizado su puesta en marcha. Recientemente el obispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, acusó al Vaticano de estar "vendiendo" a la Iglesia católica en China. Una voz que fue desautorizada por la Santa Sede. El segundo gran problema al que se enfrenta la diplomacia del papa Francisco es Taiwan, que China considera parte de su territorio e insiste para que el Vaticano rompa relaciones diplomáticas con la isla.

El padre jesuita Antonio Spadaro, director de la revista 'Civiltà Cattolica', recuerda que el objetivo del Pontífice en China no es político sino pastoral. Y asegura que Francisco es un Papa que "asume la responsabilidad de tomar posiciones valientes, a veces incluso arriesgadas, bajo un perfil exquisitamente diplomático". "Trump, Putin, Erdogan...encontrarse con los mayores jugadores en el campo y ejercitar su poder es la principal característica de su política internacional", sostiene Spadaro. Francisco aplica la "misericordia a la diplomacia. Su principio es no considerar nada definitivamente 'perdido' en las relaciones entre los pueblos".



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