Panorama Norteamericano

El amor eterno de Trump por Fox News

2018-03-27

Fox News no solo permea las decisiones de Trump sino que ahora se ha convertido también en...

Joan Faus, El País

Cuesta imaginar cómo sería un día en que Donald Trump no pudiera mirar Fox News. Es sobradamente conocida la pasión del presidente estadounidense por la cadena de televisión conservadora. Existe un paralelismo sólido entre las informaciones que emite Fox por la mañana o la noche y los mensajes que publica poco después el republicano en Twitter. Lo que diga un presentador puede tener más influencia en el hombre más poderoso del mundo que un detallado informe de seguridad que se le entrega en el Despacho Oval. Por ejemplo, Trump tuiteó el pasado viernes que “consideraba” vetar la ley presupuestaria, algo que no hizo, poco después de que un comentarista la criticara en Fox. En otros momentos, ha prometido actuar contra la violencia callejera o ha atacado a su fiscal general tras emitirse un segmento sobre ese asunto en la cadena.

Fox News no solo permea las decisiones de Trump sino que ahora se ha convertido también en una cantera de personas para los nombramientos de altos cargos de su Gobierno. El presidente anunció la semana pasada la designación de John Bolton como su nuevo asesor de seguridad nacional. Tras dejar el puesto de embajador de EE UU ante la ONU, durante el Gobierno de George W. Bush, Bolton se convirtió en analista en asuntos internacionales de Fox y en uno de los principales rostros del grupo. La cadena líder en el segmento de 24 horas de noticias fue una plataforma soñada para difundir sus ideas de mano dura diplomática y militar y acabar atrayendo el interés de alguien como Trump.

Pocos días antes se había anunciado la incorporación del abogado Joseph diGenova al equipo legal que asesora a Trump en la investigación de un fiscal especial a sus lazos con Rusia. Como comentarista de Fox News, el letrado había atizado una teoría conspirativa de una campaña del FBI contra Trump. Finalmente, el presidente desistió el domingo del fichaje por un problema de conflicto de interés de diGenova y su esposa.

Otro rostro televisivo recientemente contratado por el mandatario es el de Larry Kudlow, en este caso un conocido analista de la cadena financiera CNBC, que es el nuevo asesor económico de la Casa Blanca.

Pero es Fox quien se lleva la palma. Heather Nauert, que era presentadora de la cadena y carece de experiencia internacional, es la portavoz del Departamento de Estado y acaba de ser ascendida a cuarta persona más poderosa de la diplomacia estadounidense. Otros dos excomentaristas del grupo controlado por el magnate australiano Rupert Murdoch, que es amigo de Trump, también ocupan posiciones destacadas en la Administración: Mercedes Schlapp, como jefa de comunicación estratégica de la Casa Blanca, y Tony Sayegh, como portavoz del Tesoro.

Trump, además, mantiene una muy buena relación con Sean Hannity, estrella nocturna de Fox, icono del periodismo conservador más polarizador y asesor informal del republicano durante la campaña electoral.

No es sorprendente la pasión de Trump por la televisión. La carrera del magnate neoyorquino no puede entenderse sin su obsesión por tener una presencia en los medios de comunicación. Presentó durante 14 temporadas El Aprendiz, un concurso de televisión sobre supuestas técnicas de éxito empresarial. Le supuso una atalaya para llegar a muchos estadounidenses. Eso sí, se emitía en la cadena NBC. Tener su propio reality show enseñó a Trump a perfeccionar el arte de la comunicación televisiva y, como presidente, busca rodearse de personas que hagan lo mismo.

Ahora parece lejana pero hubo una época reciente en que Trump criticaba con dureza a Fox News. En enero de 2016, decidió boicotear el debate organizado por la cadena en Iowa entre los aspirantes a la nominación republicana a la Casa Blanca. Trump se quejó de que Fox no le trataba con igualdad tras haber tenido un encontronazo con Megyn Kelly, una de sus estrellas, en un debate electoral previo. La decisión de Trump se interpretó como un insólito acto de rebelión contra el establishment mediático conservador al que todos los políticos republicanos rendían pleitesía.

Trump y Fox acabaron haciendo las paces hasta el punto de que el republicano contrató como asesor de campaña a Roger Ailes después de que el presidente de la cadena fuera despedido por acusaciones de acoso sexual.

Y ahora, como mandatario, Trump no puede vivir sin Fox. Hay quienes dicen que su adicción por la cadena responde a un deseo de conocer la percepción de su presidencia en el universo conservador, a salir del hermetismo que acecha a la mayoría de inquilinos del Despacho Oval. Eso puede llevar a Trump a solo contemplar un mundo afín, alejado de sus críticos. El presidente, sin embargo, también vive obsesionado y muestra una enorme susceptibilidad ante la cobertura desfavorable de otros medios, a los que etiqueta con ira como "noticias falsas".

Muchos legisladores y analistas parecen haber aprendido en el último año que sí quieren influir en Trump les conviene aparecer a menudo en Fox News. Pero la cadena también corre el riesgo de afianzar todavía más las acusaciones que arrastra desde hace tiempo sobre una falta de neutralidad informativa. Ralph Peters, un veterano que era un conocido analista militar de Fox, anunció la semana pasada su dimisión porque, alegó, no podía permanecer con “buena conciencia” en una cadena que se ha convertido en una “mera máquina de propaganda para una Administración destructiva y éticamente ruinosa”.



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