¡Basta ya!

El "efecto AMLO" o el hartazgo social

2018-07-11

La votación del pasado 1 de julio fue una expresión ciudadana de inconformidad ante...

José Gil Olmos | Proceso

Políticamente se le conoce como “efecto AMLO”, pero en las calles o en los hogares simplemente se le llama enojo, hartazgo, fastidio, hastío y hasta encabronamiento hacia un gobierno, el PRI y sus partidos aliados, incluidos PAN y PRD, que han gobernado el país anteponiendo sus intereses particulares, políticos y de negocios, a los de la mayoría.

El “efecto AMLO” comenzó a verse hace un par de años, cuando el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) mostró señales de crecimiento en todo el país, y ahora se puede medir en más de 30 millones de votos capitalizados en la protesta social contra la corrupción, la violencia y la pobreza que generaron los gobiernos priistas, panistas y perredistas en los últimos años.

La votación del pasado 1 de julio fue una expresión ciudadana de inconformidad ante una situación que se tornó insoportable y que Andrés Manuel López Obrador aprovechó muy bien. Algo que no entendieron los otros candidatos presidenciales y sus partidos, quienes pensaron que, con una campaña mediática, de guerra sucia, encuestas a modo y compra de votos, podrían hacerse del triunfo.

En el fondo, los candidatos José Antonio Meade y Ricardo Anaya, y los partidos que los impulsaron (PRI y PAN, respectivamente) menospreciaron el sentir ciudadano desde las elecciones de 2016, que en las urnas manifestó su descontento ante el cinismo de la corrupción ejercida desde el poder. En esa elección, el PRI perdió siete de 12 elecciones a gobernador, que el PAN ganó, pero con candidatos –al menos cuatro– que no salieron de sus filas.

Este menosprecio y ninguneo desde el gobierno y las cúpulas de los partidos generó un mayor enojo, que poco a poco se convirtió en un afluente social que de manera subterránea aumentó su cauce con mayor carga y energía, hasta que brotó a la superficie, el domingo 1 de julio, con el voto mayoritario para el candidato que tuvo más empatía con ese torrente ciudadano.

Ese día, gobierno y partidos no salían de su asombro ante la riada de electores que todo el día acudieron a las casillas para dar su voto de castigo.

Las alianzas denominadas “Todos por México” (PRI, PVEM y Panal) y “Por México al Frente” (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano) no entendían nada de lo que estaba pasando, pues si bien es cierto que en campaña estuvieron a una distancia de 10 y 20 puntos porcentuales frente a la coalición “Juntos Haremos Historia” (Morena, PT y PES), esperaban cerrar esa brecha al final de la jornada mediante el funcionamiento de su maquinaria electoral.

Sucedió todo lo contrario: la maquinaria electoral no fue suficiente o no funcionó, y la grieta se hizo más ancha, con 30 puntos de diferencia, hasta que la corriente ciudadana los aventó al fondo del abismo.

Debajo del “efecto AMLO” hay un torrente de inconformidad social que se manifestó de manera incontrolable para el sistema de partidos que no dieron cauce a las demandas básicas de seguridad, educación, empleo, derechos humanos, alimentación, salud y protección al medio ambiente.

En las urnas, este ninguneo o desdén lo cobraron con creces más de 50 millones de ciudadanos a esos partidos que de manera despótica han ejercido el gobierno en los últimos años. Esa es la mayor lección ciudadana que Morena también de tener presente en el ejercicio de gobierno para los próximos años.

Por cierto… Con el triunfo de Morena ha emergido una corriente preocupante de racismo y clasismo entre los críticos de AMLO. De la expresión “chairo” han saltado al naco, indio, jodido y moreno para referirse a quienes votaron por López Obrador y los otros candidatos de Morena. Como si nunca se hubieran observado ante el espejo o al menos pensar que somos un país mestizo, estas manifestaciones segregacionistas pululan en redes sociales, y ojalá no exploten en las calles con enfrentamientos.



Jamileth

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