Ecología y Contaminación

La deforestación global se desboca

2018-07-13

En Indonesia los cultivos de palma aceitera y los incendios provocados por la sequía...

Política Exterior

Los bosques tropicales pierden todos los años millones de hectáreas por la combinación de la tala ilegal, el crecimiento de las explotaciones agrícolas y ganaderas y los incendios, provocados intencionalmente o no.

Los métodos para contabilizar esas pérdidas han sido hasta ahora imprecisos por la opacidad deliberada de algunos países y sus dificultades –o incapacidad– para medirla. Tampoco las fotografías tomadas por satélites pueden distinguir entre los árboles que son talados ilegalmente en bosques naturales o zonas protegidas y los que son cortados por industrias madereras legales.

En 2013, científicos de la Universidad de Maryland idearon un método que permite medir la deforestación con mayor precisión utilizando fotografías satelitales de acceso público para rastrear los cambios en las extensiones arbóreas. Ese recurso tampoco es exacto, pero representa un avance considerable respecto a mediciones anteriores.

El Acuerdo de París sobre cambio climático señaló que la deforestación es responsable del 10% de las emisiones globales de gases de carbono. Según el Global Forest Watch del World Resources Institute, que utiliza los datos de la Universidad de Maryland, en 2017 los bosques tropicales, que acogen a la mitad de las especies de fauna y flora del mundo, perdieron unos 15 millones de hectáreas, un superficie equivalente a la de Bangladesh.

La deforestación del año pasado fue la segunda peor registrada hasta ahora. Si se mantiene la tendencia –y no se reforestan las zonas depredadas o dañadas por desastres naturales– va a ser casi imposible que se puedan cumplir las metas del Acuerdo de París.

En el Caribe, la acción combinada de los huracanes Irma y María destruyeron el año pasado un tercio de los bosques de Dominica y derribaron gran parte de las palmeras de Puerto Rico. Con todo, la principal causa de la deforestación fue la actividad humana, sobre todo en Brasil, donde los fuegos provocados por campesinos sin tierras y explotaciones ganaderas y agroindustriales hicieron desaparecer 1,2 millones de hectáreas boscosas en 2017.

En Humaitá, un estado amazónico del tamaño de Alaska, mineros ilegales quemaron las oficinas de Ibama, la agencia estatal de medioambiente, en represalia por su destrucción de los botes que utilizan los garimpeiros para dragar oro de los ríos de la zona. ICMBio, la agencia estatal que supervisa los parques nacionales, solo tiene 965 guardabosques para vigilar cuatro millones de hectáreas de reservas naturales.

La sequía del año pasado hizo que los fuegos se extendieran a gran velocidad, convirtiendo a la Amazonía en una zona inflamable. En Colombia el acuerdo de paz con la guerrilla propició la deforestación de casi medio millón de hectáreas, 46% más que en 2016, al facilitar el avance de la minería y la tala en espacios hasta ahora inaccesibles por su inseguridad.

En la Amazonía un 80% del área deforestada se usa después como pastos para el ganado. Según la WWF y Greenpeace, Brasilia ha emporado las cosas al reducir el tamaño de las reservas naturales, relajar las normativas medioambientales y recortar los derechos de los pueblos nativos.

La razón de fondo es el insaciable apetito del dragón chino de carne y soja brasileñas, que hoy representan, con otros productos agropecuarios, el 42% de las exportaciones del gigante suramericano. El poderoso bloque ruralista, que representa los intereses de los grandes agroindustriales, controla hoy el 44% de la cámara baja y el 25% del Senado federales.

Reacción ante el desastre de la deforestación

República Democrática del Congo perdió más zonas boscosas que ningún otro país del mundo excepto Brasil: 1,5 millones de hectáreas, un 6% más que en 2016, debido a la tala, la ganadería y la producción de carbón vegetal.

En Indonesia los cultivos de palma aceitera y los incendios provocados por la sequía causaron en 2015 una tormenta de fuego que cubrió gran parte del Sureste asiático en una nube de humo tóxica.

Europa ha comenzado a reaccionar. El pasado noviembre el Tribunal Europeo de Justicia advirtió a Polonia que le impondría una multa de 100,000 euros diarios hasta que no detuviera la tala del bosque más grande del país. El gobierno de Varsovia destituyó al ministro de Medioambiente que autorizó la explotación.

En EU, el departamento de Comercio ha prohibido la importación de madera peruana después de repetidos episodios de embarques ilegales por valor de varios millones de dólares de caoba y otras maderas valiosas decomisadas en Houston (Texas) provenientes de Iquitos, la capital amazónica del país andino.



regina
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