Detrás del Muro

El racismo pone a Italia en alerta

2018-08-01

La primera de las dos agresiones de estos días tuvo lugar en Aprilia, a unos 50...

MANUEL TORI | El Mundo

 

Dos agresiones racistas en menos de 24 horas colocaron ayer en la diana al ultraderechista Matteo Salvini, ministro de Interior italiano y líder de una cruzada antiinmigración, que ha desatado una brecha en la Unión Europea y las críticas de la oposición en su propio país.

Mientras, un barco mercante cargado de inmigrantes rescatados se veía obligado por Roma a desembarcarlos en Libia. Todo ello con el eco de fondo de las felicitaciones de Donald Trump al primer ministro Giuseppe Conte en Washington, asegurando que "Europa tiene que tomar ejemplo de Italia en la inmigración y en la gestión dura de las fronteras". Tanto en los hechos, como en los tonos, el discurso migratorio del Gobierno italiano impide que la xenofobia sea un fenómeno marginal en la opinión pública y en la narrativa política.

"Algo ha cambiado. Aunque no haya estadísticas oficiales acerca de las agresiones motivadas por el odio racista, con sólo pasar las páginas de los periódicos italianos nos damos cuenta de que algo ha cambiado". Con estas palabras Antonio Polito, subdirector del diario Corriere della Sera, explica cómo el clima promovido por una parte de la clase política influye en una xenofobia que favorece, de forma indirecta, las conductas violentas. Pone un ejemplo claro: "En años anteriores, cuando las llegadas de migrantes irregulares eran masivas y descontroladas no se registraban tantos actos de violencia contra personas de etnia y piel diferente a la nuestra".

La primera de las dos agresiones de estos días tuvo lugar en Aprilia, a unos 50 kilómetros de Roma, en la noche del sábado al domingo. Dos italianos sin antecedentes penales, de 43 y 46 años, empezaron a perseguir en coche a un marroquí de 43 años por creer que era un ladrón. Tras la llegada de la policía, se pudo comprobar la muerte por agresión del marroquí. Los investigadores sospechan la existencia de patrullas nocturnas ciudadanas.

"Ya había sido víctima de racismo, pero verbalmente"

La segunda agresión ha sido más mediática al tratarse de Daisy Osakue, una deportista italiana de 22 años campeona en lanzamiento de disco, nacida en Turín de padres nigerianos. Mientras volvía por la noche a su casa de Moncalieri, en la provincia de Turín, alguien con el coche en marcha le lanzaba un huevo en la cara provocándole una lesión en la córnea.

Mientras la policía sigue buscando al agresor, Osakue asegura que el gesto ha sido racista aunque no estuviera acompañado por insultos: "Ya había sido víctima de racismo, pero sólo verbalmente". El primer ministro Giuseppe Conte, en su llamada telefónica a la deportista, aseguró que "no había indicios racistas".

El clima de tensión preocupa también a los sectores católicos. Marco Tarquinio, director del prestigioso diario católico Avvenire, asegura: "Negar la evidencia agranda el fenómeno. Avergoncémonos y reaccionemos con civismo", en un claro mensaje indirecto a Matteo Salvini.

El 'premier' transalpino, mientras tanto, inaugura su nueva amistad con Donald Trump en su visita a Washington: "Conte está haciendo un trabajo fantástico", declaró el estadounidense frente a su homólogo en la Casa Blanca. "Estoy muy de acuerdo con lo que estáis haciendo acerca de la inmigración". Así pues, Roma y Washington apuntan a convertirse en grandes aliados en este frente. En una suerte de "hermanamiento", tal como ha dicho Conte ambos países pretenden defender una narrativa más dura acerca de la cuestión migratoria, hasta el punto de querer vincularla aún más a la seguridad nacional y al terrorismo. Tras poner en aprietos en varias ocasiones a los países de la UE en relación a la redistribución de migrantes, Italia ahora apuesta por una alianza directa con Trump aprovechando la preferencia del americano por las relaciones bilaterales.

Mirando a Libia, ya ha tenido lugar un primer y simbólico precedente. En la noche del lunes al martes -según las informaciones ofrecidas por el diputado italiano Nicola Fratoianni a bordo del barco de la ONG española Proactiva Open Arms- un buque comercial italiano, Asso 28, devolvió al país africano 108 personas tras ser rescatadas en una lancha neumática. Por ello, ACNUR (la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) sospecha que Italia podría "violar el derecho internacional", ya que "Libia no es un lugar seguro".

El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, aseguró en Facebook que la Guardia Costera de su país "no ha coordinado ni participado" en las operaciones de salvamento y que "la operación ha sido coordinada por la Guardia Costera libia". Sea lo que fuere, tras la negativa de recibir el Aquarius en Italia hace varias semanas con 629 personas a bordo, Matteo Salvini, con esta primera marcha atrás de una embarcación con migrantes en vida a Libia, consigue exactamente lo que quiere: obtener los antecedentes para demostrar que el Gobierno italiano es capaz de saltarse el derecho internacional y levantar una voz propia en Europa.



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