Internacional - Política

El carismático Lula desea volver al ruedo para evitar aislamiento en prisión

2018-08-04

El otrora líder sindical y obrero, considerado un "animal político" por su...

Carlos A. Moreno

Río de Janeiro, 4 ago (EFE).- Luiz Inácio Lula da Silva aspira a disputar en octubre sus sextas elecciones presidenciales, a los 73 años, para evitar que su encarcelamiento para cumplir una pena por corrupción termine también condenando al aislamiento a quien es considerado como el líder más carismático en la historia de Brasil.

Lula, que entregó la Presidencia (2003-2010) con un índice récord de popularidad (87 %), recibió este sábado el espaldarazo del Partido de los Trabajadores (PT) a sus aspiraciones pese a que está virtualmente inhabilitado como candidato luego de que su condena fuera confirmada en segunda instancia por un tribunal colegiado.

La que aún se considera mayor formación de izquierda de América Latina formalizó hoy la candidatura de su fundador y máximo líder a la Presidencia consciente de que su propia supervivencia política depende de la de su dirigente.

El otrora líder sindical y obrero, considerado un "animal político" por su capacidad de concertación, tiene a su favor el legado de las exitosas políticas sociales de su Gobierno, que retiraron a 30 millones de brasileños de la pobreza.

Los últimos sondeos le atribuyen el 33 % del favoritismo, más del doble que el 15 % de su principal rival, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, pese a estar encarcelado desde el 7 de abril para purgar una condena de doce años, a enfrentar otros cinco procesos por corrupción y a que la legislación inhabilita electoralmente a condenados en segunda instancia como es su caso.

El PT pretende presentar recursos en todos los tribunales para poder inscribir su candidatura por considerarlo un "preso político" y un perseguido por la Justicia que fue condenado sin pruebas.

Desde su celda en la ciudad de Curitiba, donde recibe visitas y manda cartas diariamente para evitar su aislamiento, Lula ha reafirmado su deseo de volver al ruedo político para no despedirse de la historia por la puerta trasera.

"El emperador Pedro I creó el día de 'yo me quedo'. Yo voy a crear el día de 'yo vuelvo', para que junto al pueblo podamos ser felices otra vez", dijo en una carta que envió en julio a sus partidarios y en la que se comparó al primer emperador de Brasil, que declaró la independencia al negarse a regresar a Portugal y avisar que se quedaba en el país.

"Soy candidato porque tengo la certeza de que puedo recuperar Brasil. Recuperar empleos, escuelas, salarios, salud, autoestima, dignidad y soberanía", agregó en su misiva Lula, que retomó en prisión el discurso de izquierdista radical con que se caracterizó al inicio de su carrera, antes de pactar la paz con el mercado.

El líder socialista espera navegar no sólo en la ola de su alta popularidad sino también en la de la actual polarización en Brasil, con su principal rival como exponente de la extrema derecha, y en la de la impopularidad del actual presidente brasileño, Michel Temer.

Tras 13 años de gobiernos del PT, Lula no tuvo dificultades para volver a ejercer como líder de la oposición, función en la que también destacó por trece años, entre 1989 y 2002, período en el que perdió tres elecciones antes de ser elegido jefe de Estado.

El obrero de origen humilde que huyó de la miseria en la región más pobre de Brasil y vivió todas las penurias antes de destacar como líder sindical siempre ha demostrado su capacidad de adaptación a nuevas circunstancias y su pragmatismo.

De esa forma consiguió en los últimos meses darle destaque a sus buenos resultados en la lucha contra la pobreza y restarle peso a su responsabilidad en la profunda recesión que sufrió Brasil en 2015 y 2016 y en los seguidos escándalos de corrupción que le salpicaron junto a numerosos dirigentes del PT.

El histórico líder de izquierdas ya había dado en otras ocasiones muestras de su gran pragmatismo para superar obstáculos.

Lo demostró cuando, como obrero con estudios primarios y con el único titulo de tornero, se afianzó como líder y emblema del PT sin declararse socialista, y tras convertir el partido de origen troskista en una fuerza de centroizquierda aliada a conservadores.

Igualmente cuando suscribió un carta de compromisos en 2002 que lo convirtió en el consentido de los mercados tras haber sido por años el temido izquierdista cuya llegada al poder provocaría una fuga sin precedentes de capitales de Brasil.

También al hilvanar el Gobierno con mayor número de partidos de apoyo en la historia de Brasil después de manifestar su desprecio por los políticos tradicionales y proclamar que en el Congreso brasileño había al menos 300 "picaretas" (pícaros).

Su pragmatismo también le permitió salir sin rasguños de un gigantesco escándalo de corrupción en su primer mandato, cuando fue desmotada una gigantesca red de sobornos a legisladores que mandó a la cárcel a varios de sus colaboradores y aliados.



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