Internacional - Política

Lula da Silva desiste de las elecciones y designa a Haddad como sustituto

2018-09-11

El Tribunal Electoral le prohibió continuar con la candidatura con una votación de...

Tom C. Avendaño, El País

En unas elecciones llenas de sacudidas y sobresaltos, Lula ha sido hasta hoy una constante imbatible: pasara lo que pasara, él siempre lideraba las encuestas con una holgada ventaja sobre sus rivales. La última le otorgaba incluso una subida, hasta el 39% de la intención de voto. Solo que lideraba desde prisión, donde cumple de una condena por corrupción en la segunda instancia; la misma que, según la ley que él mismo firmó cuando era presidente, le incapacita para presentarse a unos comicios. Esto no le impidió, a mediados de agosto y alegando que sus problemas legales forman parte de una persecución política, inscribirse como candidato, a última hora del último día para hacerlo.

El Tribunal Electoral le prohibió continuar con la candidatura con una votación de urgencia el 31 de agosto. Y este sería el final definitivo de cualquier otro enfrentamiento entre la justicia y un político. Pero este nunca fue un caso cualquiera. El Partido de los Trabajadores siguió adelante con la misma estrategia en la que lleva instalado desde que Lula entró en la cárcel: insistir que Lula es su único candidato y toda sentencia contra él será recurrida hasta las últimas consecuencias; y, mientras tanto, dejar que Haddad vaya haciendo campaña, sobre todo por el nordeste del país.

El bando legal se ha ido debilitando con cada sentencia y últimamente solo disponía de un único gran argumento a su disposición. Que el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un órgano consultivo de la ONU, publicó el 17 de agosto un informe recomendando que Lula pudiese ejercer sus derechos como candidato. Pero generalmente los documentos de este comité son vistos como meras recomendaciones para el ministerio de Asuntos Exteriores, y el Tribunal Electoral descartó cualquier efecto vinculante sobre la justicia brasileña. Aun así, los abogados de Lula consiguieron otro esta semana. Del mismo comité, con el mismo contenido. Mismo potencial para no llegar a ningún lado.

El otro bando, el de Haddad, sin embargo, debería crecer con el tiempo. Este profesor universitario de São Paulo es de los poquísimos nombres del Partido de los Trabajadores que ni se ha visto eclipsado por Lula ni ha sido hundido por los escándalos de corrupción, los dos mayores agujeros negros de esta organización. Tras seis años como ministro de Educación de Lula y Dilma Rousseff, logró desmarcarse y un alcalde de São Paulo razonablemente apreciado. Hasta 2016, cuando el resentimiento contra el PT ya era tan generalizado que le llevó -en parte, pero no pequeña- a perder las elecciones.

Pero hasta ahora ha tenido un obstáculo considerable para crecer: no era el candidato. Su nombre no estaba en la propaganda electoral. No podía ir a los debates. No podía pedir el voto para sí. Solo esperar a que el otro bando, el legal, se rindiese y Lula renunciase a la campaña. Según los barones del PT, retrasar todo lo humanamente posible su nombramiento era una decisión estratégica porque solo perdían el voto de las clase medias (el más infiel) y se aseguraban que los demás se fuesen con otros candidatos.

Pero lo que los barones no mencionan es que todo este tiempo, perdido en opinión de muchos, era un peaje necesario exigido por el equipo legal de Lula y por las poco secretas guerras internas del partido. Grosso modo, estas podrían dividirse entre el bando de Haddad, que nunca pasó por el ala sindical y representa a los más moderados, y los acérrimos de Lula, que prefieren seguir adelante con la candidatura del expresidente aunque esta solo pueda acabar en desastre. O sería invalidada, o anulados los votos que reciba, o, en el peor de los casos, se inhabilitarían los comicios.

Así, las encuestas no han sido amables con Haddad. A mediados de agosto, solo un 4% de los votantes de Lula aceptaban entregarle su voto a él. A principios de septiembre, ese número era del 6%. Ayer, una encuesta le dio una cierta mejora: al 9%. Y también un pero estremecedor: de todos, es el único candidato que no ganaría el ultraderechista Bolsonaro en la segunda vuelta.



Jamileth