Reportajes

Neil Armstrong, un padre bastante normal

2018-10-01

Por KENNETH CHANG 

DALLAS — En julio de 1969, Rick Armstrong tenía 12 años y le gustaba batear pelotas de béisbol en las ligas menores de Houston, Texas, por lo que fue seleccionado para participar en el juego de estrellas.

Sin embargo, no pudo hacerlo, porque estaba en cabo Cañaveral en Florida para ver a su padre, Neil Armstrong, despegar en un cohete hacia la Luna. “No me sentí feliz al respecto”, cuenta Rick, ahora de 61 años.

Conforme se acerca el cincuenta aniversario del lanzamiento de la misión Apolo 11, Rick y su hermano Mark, de 55 años, subastarán alrededor de tres mil objetos que pertenecieron a su padre, quien murió en 2012. En el proceso están recordando momentos de su infancia y el legado duradero de su padre como la primera persona que caminó en la Luna.

“Intelectualmente, lo entiendo”, dijo Rick. “Sin embargo, internamente no estoy seguro de que algún día lo comprenderé. Es solamente mi papá”.

Los artículos que serán subastados incluyen banderas, medallones, sobres estampados y otras pertenencias que viajaron a la Luna y de regreso cuando el módulo lunar del Apolo 11 alunizó el 20 de julio de 1969. Otros provienen de muchos años antes, como una carta que Neil Armstrong le escribió al conejo de Pascua.

La mayoría del material estuvo guardado en sótanos y lugares de almacenamiento durante décadas. “Sentimos que debíamos asegurarnos de mantener los objetos en buenas condiciones y, en la medida de lo posible, conservarlos”, dijo Mark.

Podían haberlo donado todo a un museo o a una universidad pero quizá la mayoría de los artículos permanecerían en cajas, sin ser vistos ni estudiados. En una subasta, cada objeto es investigado para que los compradores sepan qué es lo que compran. Las fotografías de cada pieza están disponibles en línea.

“Eso significa que la historia del objeto es preservada para que cualquiera la vea e investigue posteriormente”, dijo Mark.

El primer lote de alrededor de ochocientos artículos será subastado el 1 y 2 de noviembre en Dallas, Texas. Para ofrecer una vista previa, algunos serán exhibidos del 1 al 5 de octubre en la casa de subastas Heritage Auctions en Nueva York.

Aunque muchos astronautas de la NASA han subastado artículos desde hace décadas, “Neil Armstrong nunca lo hizo”, dijo Michael Riley, director del departamento de exploración espacial de la casa de subastas. “Nadie sabía qué tenía, qué había conservado o si había conservado algo”.

Mark acepta que no fue una decisión fácil vender las pertenencias de su padre. “Es algo con lo que luchamos”, dijo. “¿Papá estaría de acuerdo? Veamos qué cosas positivas podemos hacer con las ganancias”.

Aunque los astronautas eran celebridades nacionales en la década de los sesenta, Rick recuerda su vida como “solo normal, creciendo en los suburbios. No parecía particularmente extraordinaria”.

Su madre, Janet, daba clases de nado sincronizado. La familia solía cenar a la misma hora cada noche. A veces, su padre llegaba a casa a tiempo. Otras veces, estaba de viaje en asuntos relacionados con la NASA. Siempre había un énfasis en sacar buenas calificaciones en la escuela.

Para las vacaciones familiares volaban a Acapulco, México, en un pequeño avión privado de los que eran copropietarios. “Él lo pilotaba”, recordó Mark. “Mamá se sentaba en el asiento del copiloto y nosotros nos sentábamos en la parte trasera. Usualmente con una botella vacía o dos en las que podíamos orinar”.

La primera misión espacial de Neil Armstrong, Gemini 8, casi terminó en desastre. Fue la primera vez que astronautas estadounidenses se acoplaron exitosamente con otra nave espacial en órbita. Sin embargo, uno de los impulsores a bordo del Gemini 8 tuvo un fallo y la nave giró cada vez más rápido.

Con los astronautas al borde de perder la conciencia, Armstrong apagó los impulsores y lentificó los giros mediante el sistema de respaldo. Fue hasta años después que Rick y Mark supieron lo cerca que estuvo su padre de morir ese día.

“No entendíamos el riesgo”, dijo Rick. “No comprendíamos la complejidad de lo que trataban de hacer”.

Por supuesto, los astronautas entendían los peligros y los seguros de vida eran inasequibles o no estaban disponibles para los astronautas. Eso llevó a las “coberturas de seguro” para cada misión.

Antes del despegue, los astronautas autografiaban sobres conmemorativos que permanecían en la Tierra —una red de protección financiera para que sus familias las vendieran si la tragedia ocurría en el espacio—.

Mark dijo: “Nosotros estábamos protegidos. Nunca nos preocupamos sobre si papá regresaría o no. Él solo estaba en un vuelo. Era como si viajara en un avión, un viaje de negocios. Un viaje de negocios a la Luna. Realmente era así”.

Para la misión Apolo 11, el interés de los medios se incrementó. Eso incluyó a un reportero de la revista Life que cubrió las actividades de la familia Armstrong durante algunos meses.

Durante una misión, los hogares de los astronautas se convertían en centros de reunión en los que las personas llegaban y salían todo el tiempo. Cada vivienda estaba equipada con bocinas que transmitían lo que ocurría en el centro de control de la misión.

El 20 de julio de 1969, “había más personas en la casa que durante los días previos”, dijo Mark, quien tenía 6 años en ese entonces. Recordó que su padre y Buzz Aldrin alunizaron a finales del mediodía.

“Comí algo y dieron las nueve de la noche o algo así”, dijo, y después se fue a la cama. Su madre lo despertó para ver la caminata lunar en el televisor de 26 pulgadas en la sala.

“Creo que era el televisor más grande que se podía conseguir en ese entonces”, dijo Rick, quien tenía 12 años en ese entonces y le permitieron estar despierto todo el tiempo.

La bandera más famosa a bordo del Apolo 11 fue la que Neil Armstrong plantó en la superficie lunar.

No obstante, los astronautas también llevaron varias banderas más pequeñas, como parte de múltiples recuerdos empacados para el viaje (también había una bandera de la Universidad de Purdue, la alma mater de Neil Armstrong, y una de las Naciones Unidas). En la subasta de noviembre, una de esas banderas estadounidenses, una de seda que mide 45 por 29 centímetros, se espera que atraiga las ofertas más grandes y se venda por 300,000 dólares o más.

Tal vez los artefactos más inusuales que fueron a la Luna y permanecieron en posesión de Neil Armstrong fueron partes del avión original de los hermanos Wright que realizó el primer vuelo con motor en 1903. Armstrong pudo conservar algunos de los pedazos de tela del ala del avión y madera de su hélice. También forman parte de la subasta.

Un día después de alunizar, los astronautas del Apolo 11 abandonaron la Luna y comenzaron el viaje de regreso a casa.

Después de amarizar en el Pacífico, los astronautas pasaron varias semanas en cuarentena para asegurarse de que no habían traído nada peligroso de la Luna. Incluso tuvieron que firmar un formato de aduana. Bajo una sección donde se enlistaba “cualquier otra condición a bordo que pudiera llevar al contagio de enfermedad”, la NASA ofreció una respuesta: “Por determinar”.

Las instalaciones de la cuarentena —un vehículo recreativo modificado— fue llevado en un avión de carga C-141 a Houston, en donde Mark y Rick podían ver a su padre. Rick dijo que él no recuerda que hablara mucho sobre la Luna. “Fue más sobre ‘¿Qué has hecho? ¿Estás ayudando a tu madre? ¿Estás podando el césped?’”, dijo. “Todo ese tipo de cosas”.

Rick dijo que la atención hacia la familia se volvió “muy abrumadora”. Se mudaron a Bethesda, Maryland, después de que Armstrong asumió un cargo de liderazgo en los cuarteles de la NASA. Posteriormente, la familia se mudó a Ohio, el estado natal de Armstrong, en donde se convirtió en profesor en la Universidad de Cincinnati. Compraron una granja en la que pudieron tener algo de privacidad.

No obstante, ser el primer hombre en la Luna aparentemente no era suficiente para tener una tarjeta de crédito de Diners Club. Armstrong la solicitó en 1974 y fue rechazado.

Los hijos finalmente siguieron sus propios caminos. Mark es un desarrollador de software. Rick estudió Biología Marina y se convirtió en entrenador de animales, antes de unirse a su hermano en una empresa emergente de software.

“Pienso que muchas veces el hijo quiere superar al padre”, dijo Rick. “Yo aprendí a muy temprana edad que eso no iba a ser algo por lo que me tendría que preocupar. El primer hombre en Marte sería probablemente la única oportunidad que tendría y no es un objetivo realista. Pude abandonar ese tema desde muy joven y no siento que alguna vez me haya molestado”.

En los años posteriores, Neil Armstrong se retiró casi por completo de la vida pública, pero sus hijos no están de acuerdo con las percepciones de que fue un ermitaño. “Era muy gracioso”, dijo Rick.

Mark recordó haber acompañado a su padre a una conversación en la Casa de la Ópera de Sídney en 1977. Neil Armstrong, afirmaba el programa, no se ejercita porque él piensa que cada persona tiene un número específico de latidos del corazón y no quería desperdiciar ninguno —algo que había dicho, probablemente en broma, en 1969 a la revista Life—.

Mark dijo que su padre subió al escenario y dijo: “Antes de comenzar, quiero aclarar algo”. Armstrong se quitó su chaqueta, se tiró al piso para hacer veinte planchas, se paró, se puso su chaqueta y, sin realizar más comentarios, comenzó su charla como la había preparado.

“Estaba más orgulloso de él después de esas planchas que después de que fue a la Luna”, dijo Mark.



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