Internacional - Política

Elecciones 2018 en Estados Unidos: Qué resultados dejan las elecciones intermedias

2018-11-07

Su partido ya no tiene control de todas las palancas del poder en Washington, por lo que ya no le...

Por PETER BAKER, The New York Times

WASHINGTON — El presidente Donald Trump enfrenta desde la mañana de este miércoles un nuevo hábitat político con la posibilidad de una guerra partidista durante los siguientes dos años ahora que la Cámara de Representantes está en manos demócratas, que tienen poder para expedir citatorios a funcionarios y lucen listos para bloquear la agenda legislativa de la Casa Blanca.

El presidente, conservador por naturaleza y quien disfruta de estar en una pelea, ahora tendrá que elegir entre acrecentar el conflicto entre partidos que ya ha deshecho a Washington e intentar tener un tono conciliatorio que, hasta ahora, no ha estado presente en su mandato.

Su partido ya no tiene control de todas las palancas del poder en Washington, por lo que ya no le es posible sortear a la oposición si quiere que sus prioridades se vuelvan ley.

Aun más: ya no tendrá una mayoría republicana en todo el Congreso que le pueda cuidar la espalda ante investigaciones de todo tipo que los demócratas quieren realizar. La nueva Cámara Baja muy posiblemente buscará ejercer presión respecto a temas personales y políticos, como el que Trump divulgue las declaraciones de impuestos que ha mantenido secretas, indagar posibles conflictos de interés o vínculos con Rusia.

Si se va al extremo, una Cámara de Representantes demócrata incluso podría amenazar con hacer un juicio político contra el presidente según lo que encuentre el fiscal especial Robert Mueller, cuya investigación no hizo mucho ruido durante la campaña.

“El gobierno va a estar frente a un mayor escrutinio y más rendición de cuentas con una cámara demócrata”, dijo el exrepresentante republicano Tom Davis, de Virginia. “Habrá más investigaciones y citatorios. Se acabó la luna de miel. Los votantes eligieron para que hubiera un contrapeso al presidente”.

Trump es el cuarto presidente seguido en enfrentar un revés en las elecciones legislativas intermedias. Los demócratas de Bill Clinton perdieron el control de ambas cámaras del Congreso en 1994, así como los republicanos de George W. Bush en 2006; los demócratas de Barack Obama perdieron la Cámara de Representantes en 2010 y el Senado en 2014.

Sin embargo, Clinton y Obama se recuperaron de esas derrotas a sus partidos durante los primeros mandatos, pues consiguieron la reelección en parte, quizá, porque podían aprovechar discursivamente rebatir con una oposición. Trump también se ha mostrado más cómodo y confiado cuando tiene un enemigo con quien pelar.

“El proceso de citatorios e investigaciones será difícil”, dijo Marc Short, exdirector de temas legislativos en la Casa Blanca de Trump. “Pero probablemente no hay nada que ayude más a la posible reelección del presidente que tener a Nancy Pelosi como presidenta de la cámara”, añadió, en referencia a una figura divisoria del Partido Demócrata que había liderado desde hace mucho ese cuerpo legislativo.

A decir del exrepresentante Steve Israel, demócrata por Nueva York, los resultados sí podrían favorecer a Trump en la siguiente elección presidencial, pero con bemoles. “Con una mayoría demócrata en la cámara tiene el complemento que necesita para su campaña en 2020”, dijo. “Pero ningún presidente, y definitivamente no este, quiere que el otro partido tenga poderes de citación legal”.

Durante la campaña, Trump indicó que las elecciones intermedias serían un referendo sobre su propia presidencia para urgir a sus simpatizantes a votar para que los republicanos mantuvieran el control del Congreso para promover sus políticas y resguardarlo contra intentos de juicios políticos. Dejó claro que una victoria legislativa sería una reivindicación personal, aunque también insistió de manera preventiva en que si los republicanos perdían control de alguna cámara no sería por repudio a él.

Trump sí evitó el peor resultado posible, porque los republicanos mantuvieron control del Senado, lo que asegura que podrá seguir el proceso para que confirme a jueces afines y a otras personas a las que designe a puestos que requieren aval. El Senado seguramente también bloqueará proyectos legislativos promovidos por los representantes demócratas que sean contrarios a lo que busca Trump, con lo que este evitaría usar su poder de veto.

La manera en que se ajustará el presidente, si es que lo hace, quedará más claro en los siguientes días y semanas conforme hace cambios en su gabinete o impulsa medidas como el financiamiento para su prometido muro fronterizo con México en el tiempo que le queda a la Cámara de Representantes republicana, fondos que es muy poco probable que pueda obtener cuando entren los nuevos representantes demócratas en enero.

Puede que pronto también avance la investigación de Mueller sobre la presunta intervención electoral rusa en la elección de 2016, lo que incentive al presidente a frenar la pesquisa o a despedir de su cargo a Mueller, como ha dicho que intentaría hacerlo. De ser así, provocaría a los demócratas a utilizar sus nuevos poderes legislativos en respuesta.

No obstante, Trump ha mostrado ser una figura política más flexible que algunas otras: es capaz de cambiar su postura sobre algo en un abrir y cerrar de ojos sin que le preocupe ser consistente. Como tal, en teoría podría trabajar con los demócratas incluso si eso enfurece a los republicanos. No es descabellado pensar que el mismo presidente que pasó de amenazar con una guerra nuclear al líder de Corea del Norte a decir que los dos estaban casi enamorados puede volverse alguien dispuesto a negociar con el partido opositor en Estados Unidos.

“Creo que aquí hay una oportunidad escondida”, dijo Israel, el exrepresentante. “Los demócratas en la Cámara de Representantes y en el Senado pueden presentarle a Trump proyectos legislativos de inversión en infraestructura o para reducir los costos de medicamentos, dos temas con los que hizo campaña”.

“Si acepta esos acuerdos quizá aleja a los republicanos en el Senado para la siguiente elección, donde ellos deberán defender veinte escaños”, añadió. “Si no los acepta, no tendría muchos proyectos con los cuales hacer campaña. Así que de cualquier manera los demócratas están en control”.



regina