Nacional - Finanzas

Grupo Kaluz propone un nuevo modelo urbano para Ciudad de México

2018-11-12

El proyecto, que implicó la remodelación de un inmueble de la época colonial,...

Zacarías Ramírez Tamayo

(Forbes).- Como parte de su programa de inversión social destinado a mejorar el entorno urbano de Ciudad de México, el conglomerado empresarial de la familia Del Valle abrirá próximamente el Museo Kaluz en lo que fuera el Hotel de Cortés, en el corazón de la capital del país, indicó Antonio del Valle Perochena, presidente del consejo de Grupo Kaluz.

El proyecto, que implicó la remodelación de un inmueble de la época colonial, es parte del programa de inversión social del grupo cuyos negocios van de la industria petroquímica y de plásticos, a la producción del cemento, intermediación financiera e inversiones inmobiliarias. Grupo Kaluz, en el que participa el padre de Del Valle Perochena, Antonio del Valle Ruiz, su hermano Juan Pablo y otros familiares, eligió el desarrollo urbano sustentable, incluidos aspectos como la mejora de la movilidad en la Ciudad de México, como blanco de su programa social.

“Estamos convencidos de que, mientras un mayor número de gente pueda acceder a trabajos cerca de su vivienda, a servicios básicos como son educación y salud, y a espacios públicos donde convivir, por ese simple hecho, va a ser una persona más feliz y al serlo será más productiva y eficiente”, añade Del Valle Perochena, unos minutos después de inaugurar CoRe Urbano, un foro patrocinado por Grupo Kaluz en el que autoridades y especialistas discutieron durante dos días de la semana pasada sobre soluciones para mejorar la movilidad y los espacios públicos en la Ciudad.

Con el Museo Kaluz vendrá una transformación de la zona, incluida la avenida Hidalgo, a la que Del Valle compara con una cicatriz para la ciudad, porque parte en dos un área que podría ser caminable para abrirle paso a los automóviles.

“(El museo) Será un espacio de exhibición de arte, pero va más allá de eso, la comunidad va a tener acceso a los alrededores de este recinto, (porque) lo que queremos es influir en la calidad de vida de los habitantes de la zona”, señaló el empresario, quien dice que, desde hace tiempo, se dio cuenta de que el rumbo de Ciudad de México, centrado en la infraestructura para el automóvil, era el equivocado. No se trata de satanizar al automóvil, agrega, pero abusar de su uso provoca situaciones en las ciudades insostenibles.

Del Valle descarta que el interés del grupo en los temas de la ciudad tenga una motivación de negocio. “Sin duda, dentro de nuestro enfoque de querer mejorar zonas de la ciudad involucrará la adquisición de algo, y tiene que ser al final económicamente viable, aunque si tiene una parte importante de inversión social. Sobre todo, lo que vemos aquí no es negocio, muchas veces es al revés”, explica, y agrega que, si bien tienen algunas inversiones inmobiliarias, las empresas del Grupo no son desarrolladoras ni su enfoque es el inmobiliario.

Del Valle Perochena añade que la inversión social del grupo irá a ciertas zonas con potencial para convertirse en zonas más vivibles, y que respaldarán la idea de que en ellas convivan viviendas de alto nivel, medio y social, para contrarrestar la “inaceptable” gentrificación que tiene lugar en la capital: conforme una zona empieza a mejorar y los precios de la vivienda suben, los habitantes originales están forzados a irse a las periferias, ya sea porque venden sus propiedades o porque ya no les alcanza para pagar la renta.

“Si en la planta baja de un edificio hay una panadería, que en un radio de muy pocos kilómetros puedan vivir tanto el dueño de la panadería como el panadero, y eso no se puede lograr más que con una buena planeación y soportada con políticas públicas adecuadas”, expresa Del Valle.

Con relación al modelo de desarrollo inmobiliario imperante en la ciudad, de grandes y modernos complejos, pero disociados del entorno, Del Valle Perochena dice que se puede convencer a los desarrolladores de que son más sostenibles los proyectos inmobiliarios de puertas abiertas que dispersen beneficios en su entorno. “Generalmente el paradigma es `yo voy a construir lo mío, paredes adentro, y me voy a sentir muy seguro dentro de mis cuatro paredes y lo de afuera no me importa´, pero el daño que eso genera alrededor es brutal, no nos damos cuenta que, a la larga, afecta al propio negocio”.

Puso de ejemplo la decisión de hacer peatonal la calle Madero, en el cetro de Ciudad de México, y la fuerte oposición que produjo de comerciantes y otros sectores. “Hoy es una de las calles más transitadas a pie de la ciudad, y hay ahí una tienda de ropa que es de las que más vende en el mundo”. Eso demuestra, concluye, que “sí hay formas distintas de hacer las cosas”.



Jamileth

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