Reportajes

Los Pinos: de palacio presidencial de México a casa del pueblo

2018-12-17

Los Pinos, tal y como fueron concebidos, cerró sus puertas definitivamente la madrugada del...

PABLO SÁNCHEZ OLMOS | El Mundo

El mismo día que era investido presidente de México, Andrés Manuel López Obrador cumplió una de sus promesas más polémicas: renunciar a la residencia oficial de Los Pinos y entregar sus llaves al pueblo mexicano. Desde entonces, miles de curiosos se han acercado hasta este icónico espacio, cuyos secretos salen a la luz en recorridos gratuitos gestionados por la Secretaría de Cultura. Su estratégica ubicación, dentro del pulmón de la capital mexicana (el Bosque de Chapultepec), convierte a Los Pinos en un lugar donde disfrutar de la naturaleza y ser testigos de una parte importante de la historia mexicana.

El nuevo Gobierno recibe a los visitantes con arreglos florales en los que se lee: "Bienvenido, Pueblo de México, a Los Pinos". Lo que comenzó en 1934 como una "escueta residencia" -a la que su inquilino, el presidente Lázaro Cárdenas, llamó 'La Hormiga'- fue perdiendo su esencia hasta convertirse, tras varias reformas y el paso de 14 presidentes, en un complejo arquitectónico imperial compuesto por seis edificios, numerosos jardines y caminos que, en total, superan los 56,000 metros cuadrados, 14 veces el tamaño de la Casa Blanca. La joya de la visita es la Casa Miguel Alemán, una mansión de estilo francés con tres plantas que ha sido el hogar de la familia Peña Nieto durante los últimos seis años.

Como si se trataran de mandatarios extranjeros, los visitantes acceden por la puerta principal a Los Pinos guiados por efectivos de la Policía Militar, que se han quedado sin autoridades a las que escoltar. Lo primero que encuentran es un inmenso vestíbulo, con suelos de mármol, presidido por una gran mesa de madera y, de fondo, unas impresionantes escaleras de estilo imperial. A ambos lados, los espacios de trabajo habituales de un presidente abiertos a todos los públicos: el despacho presidencial, varias salas de juntas y conferencias y elegantes recepciones y comedores.

En la planta superior se encuentra, con signos recientes de mudanza, la residencia familiar. En algunas paredes, todavía se observa la marca de suciedad de los muebles. "Unos pertenecían a la familia Peña Nieto, el resto han sido enviados a la Secretaría de Hacienda", confiesa a EL MUNDO María, una de las trabajadoras de la Secretaría de Cultura, "el objetivo es complementar la visita con algunas piezas históricas y hacer funcionar esto como si fuera un museo". Lo cierto es que la imagen actual, con decenas de turistas fotografiando habitaciones vacías, se parece más a una subasta hipotecaria que a un museo, pero, vista la acogida que ha tenido en los primeros días, María no duda que en los próximos años Los Pinos se convertirá "en una de las paradas turísticas obligadas de la capital".

Un inmenso pasillo une las dos alas de la residencia familiar, la cual está compuesta por decenas de habitaciones, una gran cocina, un salón en dos piezas, la terraza y la suite presidencial. Queda poco rastro de sus antiguos inquilinos y por eso los turistas tratan de adivinar en qué lugar estaría ubicada la cama presidencial o la televisión. Tras la visita a la residencia familiar, el recorrido en la Casa Miguel Alemán termina en el subsuelo, donde se ubican la lavandería, la cocina, una sala de cine, un salón con minibar y el búnker. En esta última estancia, decenas de butacas de cuero rodean una larga mesa presidida por una televisión, aunque los guías recuerdan que no todos los presidentes hicieron uso de él. Ahora las puertas del búnker están abiertas e indican a los turistas la salida de la que ha sido casa presidencial de México durante los últimos 84 años.

Los Pinos, tal y como fueron concebidos, cerró sus puertas definitivamente la madrugada del 1 de diciembre. En sus últimas horas de mandato, Enrique Peña Nieto quiso tener un detalle con un viejo amigo, y por eso recibió, a última hora de la noche, a Felipe VI. Ambos mantuvieron un encuentro que se extendió hasta cerca de la medianoche y que convirtió al monarca, según ha podido saber EL MUNDO, en la última autoridad en visitar Los Pinos, mientras ésta seguía siendo la residencia oficial del presidente de México.



JMRS

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