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Jair Bolsonaro: de "outsider" a capitán del populismo brasileño

2019-01-03

Europa tiene a Matteo Salvini en Italia. Norteamérica a Donald Trump en Estados Unidos....

Agnese Marra | El Mundo

São Paulo.- Líder del Partido Social Liberal, autoproclamado candidato de la antipolítica y la anticorrupción, su discurso agresivo ha calado en la sociedad gracias a la promesa de mano dura y vuelta a los 'valores de la dictadura'.

Europa tiene a Matteo Salvini en Italia. Norteamérica a Donald Trump en Estados Unidos. Ahora es el continente latinoamericano el que se suma a la onda global de extrema derecha de la mano de Jair Bolsonaro. Este ex capitán de reserva del Ejército, conocido por sus declaraciones racistas, homófobas y machistas, ha revolucionado la política brasileña hasta convertirse en el nuevo presidente. "La última amenaza para América Latina", fue como le definió 'The Economist'.

Con un partido minúsculo -el Partido Social Liberal (PSL) fue la única sigla que lo aceptó como candidato presidencial- con un presupuesto pequeño, y sin salir a la calle desde que el pasado 6 de septiembre un desequilibrado le apuñaló durante un acto de campaña, el ultraderechista pasó de ser un candidato a convertirse en un fenómeno político que ha despistado hasta a los mejores analistas. Las redes sociales -es el político brasileño con más seguidores en Facebook y Twitter- y su discurso de odio como carta de presentación -"he venido para fusilar a todos los 'petistas'", fue una de sus últimas frases de campaña-, han servido para hacer de este ex militar de 63 años el "salvador de Brasil" para una parte de la sociedad. Y su peor pesadilla, para la otra.

'La bancada de la bala'

Jair Bolsonaro llegó al Congreso de los Diputados en 1991 después de salir del Ejército amonestado por planear un atentado para protestar por los bajos salarios de los soldados. En sus 28 años como parlamentario pasó por ocho partidos diferentes, pero se mantuvo fiel a la bancada "de la bala" formada por ex militares y policías. Se dio a conocer entre más de 500 diputados por sus elogios al período dictatorial, su defensa de la tortura como práctica policial, y por hacer de la apología de la violencia su propio estilo: "Esto sólo va a cambiar cuando comencemos una guerra civil y hagamos el trabajo que el régimen militar no terminó. Hay que matar a 30,000 empezando por el presidente Fernando Henrique Cardoso", dijo en 1999 para argumentar que el voto no servía para cambiar Brasil, había que usar la bala.

Hasta 2010 era un 'outsider' en el Congreso y su electorado no superaba el círculo restringido al Ejército. Durante los gobiernos de Lula da Silva (PT) se mantuvo en un segundo plano. Fue con la llegada de Dilma Rousseff (ex guerrillera) al Palacio de Planalto cuando declaró la guerra al Partido de los Trabajadores (PT) y empezó a llenar las portadas de periódicos con su artillería verbal. En las elecciones de 2014 se convirtió en el diputado más votado de Río de Janeiro. Entonces empezó a soñar con dar el salto al Ejecutivo.

Jair Bolsonaro se presenta como el candidato de la antipolítica, de la anticorrupción y de la mano dura. No importa que lleve casi 30 años en el Legislativo porque dice estar fuera del 'establishment'. Su discurso agresivo ha calado en una sociedad indignada, polarizada y cansada de los escándalos de corrupción que salpican a los partidos tradicionales. Una sociedad necesitada de nuevos símbolos en los que confiar.

"Armas para todos"

Su programa es ultraconservador en las costumbres y ultraliberal en lo económico. Quiere militarizar la educación y recuperar asignaturas heredadas de la dictadura como Educación, Moral y Cívica. En un país en el que mueren asesinadas 60,000 personas al año, defiende acabar con el estatuto de desarmamento y seguir el modelo estadounidense para que "todos los brasileños puedan tener un arma con la que defenderse". Propone endurecer las penas para el narcotráfico, castración química para los violadores, y control de natalidad en las clases más pobres a través de ligaduras de trompas en mujeres y vasectomías en hombres. Su vicepresidente, el general Mourão, dijo hace una semana que los hijos criados por madres solteras y abuelas eran unos "desviados".

En lo económico el candidato ultraderechista ha dado un giro de 180 grados. Si antes defendía un proteccionismo industrial y más poder al estado, ahora plantea privatización de las estatales y un estado mínimo. El responsable del cambio es Paulo Guedes, su ministro de Economía y Hacienda si ganara las elecciones, y quien le ha conseguido el apoyo de los mercados y la financiación de su campaña. Propone una reforma impositiva regresiva en la que las clases más humildes que ahora no pagan impuestos empiecen a pagarlos, mientras que las clases más altas se beneficien con menos responsabilidades fiscales. También prevé una reforma laboral de la que apenas se sabe que seguirá la máxima 'bolsonarista': "Los trabajadores tienen que elegir si quieren más derechos y menos trabajo, o más trabajo con menos derechos".

Bolsonaro suma seguidores y también detractores. Ha vivido la paradoja de ser el candidato favorito de la primera vuelta pero también el más rechazado por el 41% de los electores. El movimiento feminista se ha convertido en su principal obstáculo después de que consiguiera movilizar a millones de brasileños en su contra, primero en las redes con el 'hashtag' '#EleNão', y luego en las calles. Colectivos de periodistas, abogados, artistas, entre otros, se adhirieron a la campaña y además firmaron una carta "contra el candidato antidemocrático". Nada ha logrado frenar el meteórico ascenso del ultraderechista.



Jamileth