Internacional - Seguridad y Justicia

Cómo el FBI interceptó las llamadas del Cártel de Sinaloa

2019-01-09

El agente encubierto se hizo pasar por un mafioso ruso y le dijo a Rodríguez que estaba...

Por Alan Feuer | The New York Times

En febrero de 2010, un agente encubierto del FBI se reunió en un hotel de Manhattan, en la ciudad de Nueva York, con un experto en informática colombiano que había sido elegido como objetivo de una investigación muy delicada. El especialista en informática, Cristian Rodríguez, recientemente había desarrollado un producto extraordinario: un sistema de comunicación encriptado para Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante mexicano conocido como el Chapo.

El agente encubierto se hizo pasar por un mafioso ruso y le dijo a Rodríguez que estaba interesado en adquirir un sistema similar. Quería tener una forma —o eso dijo— de hablar con sus socios sin que las autoridades los escucharan.

Así comenzó una extraordinaria operación clandestina que en menos de un año permitió al FBI ingresar a la red encubierta de Guzmán y finalmente obtener hasta doscientas llamadas telefónicas digitales en las que conversa con sus secuaces, planea negocios de droga por varias toneladas e incluso menciona pagos ilícitos a funcionarios mexicanos.

Las horas en las que Guzmán habla abiertamente sobre los detalles más íntimos de su imperio no solo representan la evidencia más dañina presentada hasta el momento en su juicio en Nueva York, pero también constituyen unas de las grabaciones telefónicas encubiertas más vastas de un criminal acusado desde que el jefe de la mafia John Gotti fue filmado sin su conocimiento en el Ravenite Social Club.

La existencia de la estrategia —y varias de las llamadas— fueron reveladas por primera vez el 8 de enero cuando Stephen Marston, un agente del FBI que ayudó a llevar a cabo la operación, subió al banquillo como testigo en el juicio a Guzmán. En un día de testimonio, Marston dijo a los integrantes del jurado que el paso crucial en la investigación fue reclutar a Rodríguez para que trabajara con las autoridades estadounidenses.

En una decisión arriesgada que puso su vida en peligro, el consultor informático al final dio al FBI sus claves de encriptación del sistema secreto en 2011, después de trasladar los servidores de la red de Canadá a los Países Bajos durante lo que dijo a los líderes del cártel que era una actualización de rutina.

Desde que el juicio empezó en noviembre en la Corte Federal de Distrito de Brooklyn, la fiscalía ha presentado evidencia más o menos típica: fotos de vigilancia, libros de contabilidad que documentan negocios de droga y testimonios de un extenso elenco de exlugartenientes, proveedores y distribuidores de Guzmán. Sin embargo, con la trama de infiltrar las comunicaciones del cártel fue la primera vez que los fiscales dieron a conocer que ellos también usaron métodos de espionaje de tecnología avanzada.

Las llamadas en sí son devastadoras.

En una serie de llamadas de abril de 2011, Guzmán desalienta a uno de sus sicarios, Orso Iván Gastélum Cruz —su jefe de seguridad—, de pelear con los policías mexicanos. “No los persigas, son los que ayudan“, le dijo Guzmán a manera de regaño.

Minutos después, cuando Gastélum, conocido como el Cholo Iván, se quejó de que los policías deberían respetarlo y “comportarse”, Guzmán trató de calmarlo. “Ya los machucaste una vez, ya tienen que hacer caso“, le dijo.

“No seas tan duro con la policía”, aconsejó Guzmán.

“Bueno, me pediste que sea como un lobo, que actúe como un lobo”, respondió Gastélum.

En otra serie de llamadas, Guzmán habla sobre mandar a un integrante del cártel apodado Gato a sobornar a un nuevo comandante de la Policía Federal de México.

“¿Pero él está recibiendo la mensualidad?”, preguntó el capo.

“Sí, él está recibiendo la mensualidad”, dijo Gato.

Entonces, en un momento sorprendente, Gato le entrega el teléfono al comandante para que hable directamente con el Chapo.

En la grabación, Guzmán le dice al hombre que Gato “es de la empresa” y le comenta al comandante: “Se lo encargo mucho”.

“Lo que esté al alcance, a la orden”, dijo Guzmán.

El comandante respondió: “Buena relación aquí con el amigo”.

Los integrantes del jurado ya habían escuchado algunas de las llamadas interceptadas —aunque sin saber de dónde provenían o cómo fueron grabadas—. El mes pasado, los fiscales los hicieron escuchar una llamada en la que Guzmán negocia un trato de seis toneladas de cocaína con un representante de una guerrilla colombiana de izquierda. En la grabación, Guzmán negocia el precio e insiste en despachar un “técnico” a inspeccionar la calidad del producto antes de enviar a las guerrillas su pago inicial de 50,000 dólares.

Uno de los proveedores colombianos de Guzmán, Jorge Cifuentes, quien presentó al capo con el experto informático, testificó el mes pasado que Rodríguez había prometido crear comunicaciones seguras para lo que equivalía a todos los altos mandos del cártel. Su sistema operaba en VoiP, voz por protocolo de internet, dijo Marston el 8 de enero, y solo podían acceder aquellos dentro de la red. De acuerdo con Cifuentes, Guzmán podía iniciar sesión a través de wifi incluso desde sus escondites en las montañas de la Sierra Madre.

No obstante, los agentes del FBI pudieron escuchar las llamadas unos días después de que Guzmán las hizo, dijo Marston. Desde abril de 2011 a enero de 2012, las autoridades estadounidenses obtuvieron un total de 1500 llamadas con la ayuda de funcionarios neerlandeses. Aquellas que se creen que hizo Guzmán fueron autentificadas, dijo Marston al jurado, al comparar la voz nasal y aguda en las llamadas con otras grabaciones del capo, incluida una videoentrevista que él dio a la revista Rolling Stone en octubre de 2015.

Trabajar encubierto durante casi dos años aparentemente afectó gravemente a Rodríguez.

La semana pasada, los fiscales presentaron una moción que describe cómo un testigo en el caso —probablemente Rodríguez— había sufrido “un colapso nervioso” en 2013 debido “al estrés” de trabajar para Guzmán.

Había otra razón para su colapso mental, indicaron los fiscales. Después de que dejó de trabajar para Guzmán, el cártel “intentó localizar” al testigo, escribieron los fiscales, al sospechar que había cooperado con los agentes federales estadounidenses.



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