Migración

Museo de la Patrulla de Fronteras muestra su evolución

2019-01-09

Se exhiben asimismo una escalera de sogas usada por un presunto coyote para escalar un muro...

Por RUSSELL CONTRERAS, AP

EL PASO, Texas, EU (AP) — Para muchos mexicanos que viven a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, la Patrulla de Fronteras era un organismo de temer. Sus agentes podían irrumpir en una fábrica cuando estaban trabajando, preguntar por su status inmigratorio en puestos de control y detenerlo si pensaban que estaba en el país ilegalmente o escondía drogas.

Algunos hispanos percibían incluso a la Patrulla como un organismo con tendencias racistas.

Un museo dedicado a la historia de la Patrulla de Fronteras procura ofrecer una visión más compleja de un organismo otrora poco conocido que pasó a ser una de las herramientas policiales más poderosas del país. El museo, financiado por entidades privadas, se encuentra en El Paso, Texas, cerca de uno de los puertos de ingreso más activos del país, y trata de incorporar todos los cambios que ha habido a lo largo de la historia en torno a la inmigración, los viajes y la seguridad de la frontera.

Usando fotos, artefactos, recortes de periódicos y hasta pósters de películas, el museo explora la historia desde la creación de la Patrulla --para combatir la inmigración china y hacer cumplir las veda a la venta de alcohol-- hasta su papel actual en una época de migraciones masivas, contrabando de drogas y manipulaciones políticas.

Los visitantes del museo se informan de algunos de los desafíos que enfrentaron los agentes a lo largo de los años, desde la escasez de equipo hasta la falta de jurisdicción. Los caballos y los vehículos rudimentarios dieron paso a helicópteros modernos y todo tipo de aparatos de vigilancia a medida que aumentaban las expectativas en torno a la agencia.

Los visitantes pueden subirse a un helicóptero y a un vehículo todo-terreno.

Tan solo la evolución de los uniformes --desde algo digno del viejo oeste hasta los que lucen hoy agentes fuertemente armados en el mundo posterior a los ataques del 11 de septiembre del 2001-- muestra la profesionalización de la agencia durante un siglo.

Se exhiben asimismo una escalera de sogas usada por un presunto coyote para escalar un muro fronterizo y herramientas halladas en un túnel subterráneo de San Luis, Arizona.

Hay una balsa hecha con pedazos de metal, neumáticos y una lona azul usada por migrantes cubanos que trataban de llegar a la Florida. (Curiosamente, la muestra de la balsa es llamada “Viaje a la libertad”, mientras que las exhibiciones relacionadas con la inmigración desde México hacen hincapié en el cumplimiento de la ley).

El Congreso creó la Patrulla de Fronteras en 1924 y la misión del organismo fue aumentando con el tiempo. Emmanuel Avant “Dogie” Wright y un puñado de individuos fueron los primeros agentes contratados para custodiar casi 3,200 kilómetros (3,200 millas) de la frontera sur.

Kelly Lytle Hernández, profesora de historia de la Universidad de California con sede en Los Ángeles y autora de “Migra!: A History of the U.S. Border Patrol” (¡La migra!: Una historia de la Patrulla de Fronteras de Estados Unidos, publicado por la Universidad de California en el 2010), dice que en un primer momento no hubo restricciones a la inmigración mexicana porque los agricultores estadounidenses querían tener un flujo constante de trabajadores del campo. Eso, desde ya, cambió con el tiempo.

En términos generales, el museo explica bien la metamorfosis de la agencia. Aunque presta poca atención a la corrupción y los malos manejos de las primeras épocas y a su papel en la discriminación de los mexicano-estadounidenses de la frontera, que los tribunales federales se vieron obligados a frenar debido a varias demandas.

Por ejemplo, en 1992 un juez federal dictaminó que la Patrulla de Fronteras había violado los derechos de alumnos mexicano-estadounidenses de la secundaria Bowie High School de El Paso al pararlos constantemente para preguntarles si eran ciudadanos. La Patrulla fue obligada asimismo a cambiar algunas de sus tácticas y a enfocarse un patrullaje intenso de la región de El Paso, para obligar a los migrantes a cambiar sus rutas, empujándolos hacia el despiadado desierto de Arizona.

También hay algunas sorpresas.

Documentos y fotos ilustran el papel que desempeñó la Patrulla de Fronteras en el Movimiento por los Derechos Civiles. En 1962, por ejemplo, el secretario de justicia Robert Kennedy pidió que 300 agentes de la Patrulla apoyasen a la policía para que garantizase que el joven negro James Meredith podía matricularse en la Universidad de Mississippi, hasta hacía poco segregada. Hubo episodios de violencia y 77 agentes de la Patrulla resultaron lesionados.

Una pared rinde homenaje a los agentes caídos en cumplimiento del deber. En las primeras épocas, la mayoría de esos agentes eran blancos. Hacia la década de 1990, la mayoría de los muertos eran hispanos.

El Museo de la Patrulla de Fronteras no recibe fondos del gobierno y funciona a partir de donaciones. Es una excelente presentación de una agencia que sigue siendo poco conocida para la mayoría de los estadounidenses, con excepción de pequeñas alusiones a ella e imágenes en las noticias de los canales de cable.



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