Cultura

“¿Cómo puede ser que López Obrador perdone la flagrante corrupción?”

2019-01-14

El paraíso de las ratas (Editorial Sexto Piso) es una obra de ilustración que pone a...

Georgina Zerega, El País

Ratas que se roban a sí mismas y se insultan diciéndose “ratas”, un submundo que habita las cloacas de una ciudad y hasta una mafia compuesta por humanos y roedores. La nueva obra del escritor Luis Amara (Ciudad de México, 1971) y el viñetista José Trino Camacho (Guadalajara, 1961) lo tiene todo. Los autores se conocen desde hace una década y a finales de 2018 publicaron su segundo libro juntos. El paraíso de las ratas (Editorial Sexto Piso) es una obra de ilustración que pone a debate el mecanismo a través del cual la corrupción cala en las sociedades. “Es algo que está anquilosado, un sistema que está en todos lados y que no se acaba porque llega un nuevo gobierno”, señalan.

Los autores acuden al formato del cómic para acercar la política a las generaciones más jóvenes. “No solo creo que los niños están involucrados en la política, sino también en prácticas corruptas”, asegura Amara, que recuerda que perdió unas elecciones en el colegio frente a una niña que compró la votación. “Un día vino con paletas heladas para todos los niños. Al otro día todos votaron por ella”, dice entre risas. “Comprar el voto a los diez años es algo alarmante”.

La obra presenta la historia de Esquivel, una rata que ha emprendido la búsqueda incansable de sus hermanas, desaparecidas sin dejar rastro. “Queríamos plantear un sistema corrupto que fuera crudo, pero que no fuera brutal para el lector”, apunta Luigi. Con ese objetivo, los autores llevan al protagonista, en su camino hacia la verdad, a enfrentar situaciones trágicas pero hilarantes, que van desde el robo de los dientes que conforman la herencia familiar hasta una red de tráfico de pieles compuesta por humanos y roedores.

“No es que sea México”, dice Trino en relación al escenario ilustrado en El paraíso de las ratas. El mundo que describen, putrefacto física y moralmente, refleja tanto al país norteamericano como a “cualquier otro lugar”. En el libro las fronteras se vuelven borrosas y la geografía se pierde entre sobornos y amenazas. En algunas páginas incluso aparece una rata foránea que utiliza el “vos” en lugar del “tú” al hablar.

La comparativa entre El paraíso de las ratas y México se vuelve inevitable. Al bajar la historia a la realidad, los autores se mantienen críticos con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, e insisten que deberá implementar cambios estructurales. “Uno de sus eslogan de campaña era el combate a la corrupción, pero las propuestas hasta ahora han sido muy endebles. ¿Cómo puede ser que la corrupción tan flagrante vaya a ser perdonada sin más?”, apunta Amara en relación con la decisión del presidente de no investigar a los funcionarios salientes. “Si nos pusiéramos escépticos diríamos que hay acuerdos para que se plantee un borrón y cuenta nueva”.

Retomando el libro, la elección de los roedores como protagonistas no se hizo al azar. “A mí me gustaba cómo sonaba que las ratas se dijeran que eran unas ratas. Tenemos en el imaginario una idea de ellas como algo repulsivo. Quería que, las pocas veces que aparecen humanos en el libro, ellas sintieran esa misma repulsión”, dice Trino, quien admite la influencia de Maus, la reconocida novela gráfica de Art Spiegelman sobre el Holocausto. La aparición de personas, representadas a través de sus pies, funciona en la historia como el detonador de la corrupción. “La idea era crear una combinación que fuera una fauna nociva”, asegura.

A pesar de lo intransigente de la historia, los autores prefieren cerrar la obra con un resquicio de luz. En la escena final, los personajes se encaminan hacia un horizonte prometedor. “Apuntamos a algo que no sea tan angustiante”, comenta Trino. “Pretendíamos reafirmar la idea de que vivimos en un país que se puede rescatar, pero para eso tenemos un trabajo monumental por delante”.



Jamileth