Entre la Espada y la Pared

23-E, para la libertad en Venezuela

2019-01-24

De nuevo la oposición reta al régimen de Nicolás Maduro. Lo ha hecho otras...

Gina Montaner | El Mundo

Los venezolanos han salido nuevamente a las calles este miércoles con la consigna de impulsar una transición que los libere de la maldición del chavismo. Y desafiando la maquinaria represiva del gobierno, el joven líder Juan Guaidó, recientemente nombrado presidente de la Asamblea Nacional, se ha autoproclamado presidente interino de la república rodeado de una multitud enardecida. Poco después, ha llegado el mensaje clave de la Casa Blanca: Donald Trump lo ha reconocido como el mandatario legítimo. De nuevo la oposición reta al régimen de Nicolás Maduro. Lo ha hecho otras veces a lo largo de dos décadas con el anhelo de generar el cambio y lo continuará haciendo mientras le quede fuerzas para combatir al sucesor de Hugo Chávez, cuya misión es perpetuar el narco estado instaurado por su mentor en 1999 bajo el auspicio del régimen castrista en la Habana, espónsor desde hace sesenta años de los fallidos experimentos comunistas en la región.

Son muchos los opositores valerosos que en las distintas etapas de la revolución bolivariana han batallado por librarse de un gobierno autoritario, inepto y corrupto que ha sumido a los venezolanos en una aguda crisis económica y humanitaria, convirtiendo a un país que tradicionalmente acogió a emigrantes en una tierra inhóspita que condena a su gente a huir por las fronteras.

Pensemos en Henrique Capriles, quien en su día se perfiló como el recambio. En Leopoldo López, hoy bajo arresto domiciliario tras haber pasado por el presidio político. En su esposa, la incansable activista Lilian Tintori. En la siempre valiente María Corina Machado. En la cantidad de presos políticos que ha sobrevivido a condiciones infrahumanas y también en aquellos que sucumbieron a las palizas y torturas a manos de la policía política. En Oscar Pérez, aquel piloto rebelde de ojos azules, acribillado en una emboscada. Pensemos en el diputado Juan Requesens, recluido en alguna oscura mazmorra mientras sus compañeros de lucha marchaban una vez más este 23 de enero. Y todas las veces que fueran necesarias para salir del laberinto del chavismo reciclado en madurismo.

En las largas dictaduras van quedando por el camino disidentes, opositores, exiliados. En esta fase de la cruzada contra el "usurpador" Maduro el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, el joven líder Juan Guaidó, ha sido el motor principal de este último intento por deshacerse de un gobierno que se tambalea en medio de la miseria que carcome al pueblo, la división en el seno de las fuerzas armadas y una presión internacional liderada por Washington que desconoce la legitimidad de un mandatario que pretende aferrarse al poder hasta al menos el 2025.

Qué mejor fecha para tomar las calles que en el aniversario de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Aquel 23 de enero de 1958 la fuerza conjunta cívico-militar logró sacar del poder a un general sanguinario que, como poco después hiciera Batista en Cuba, se refugió en la República Dominicana de otro caudillo, Leónidas Trujillo, dejando atrás un reguero de sangre.

De nuevo los venezolanos demócratas han desafiado la maquinaria represiva porque saben que en cada uno de sus intentos el gobierno vacila. En esta ocasión, tanto dentro del país como en la diáspora, gran parte de las esperanzas se ha depositado en que el gobierno de Donald Trump, bajo el asesoramiento del senador cubanoamericano Marco Rubio, los ayude a dar ese empujón definitivo con más sanciones e incluso, tal y como dejó entrever Rubio en su cuenta de Twitter la víspera de la concentración, con otro tipo de acciones que "no están preparados a enfrentar" si los chavistas recrudecieran la represión.

Está por verse la efectividad de las medidas de Washington. Pero por si sirviera de algo la amarga historia de los cubanos bajo el castrismo, los venezolanos tendrán que ponerse en pie una y otra vez hasta dar con la salida. En uno de sus poemas más hermosos Miguel Hernández resumió la esencia de esta vieja lucha: 'Para la libertad sangro, lucho y pervivo. El que no pelea nunca vence'.



Jamileth