Ecología

Tradiciones y contaminación

2019-01-25

Cabe resaltar que en 2017 la primera contingencia se activó el 6 de enero de ese año...

Por Carlos Madrazo | Revista Siempre

No podemos salir del círculo vicioso de que en Ciudad de México, junto con la Zona Metropolitana del Valle de México, iniciemos el año con una muy mala calidad del aire y la activación de contingencias ambientales. En la primera semana de este 2019 la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), ante la alta presencia de partículas PM10 en el aire (que son las más perjudiciales para la salud humana) llamó a los habitantes de la ciudad a que niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con problemas respiratorios y cardiovasculares permanecieran en sus casas.

Cabe resaltar que en 2017 la primera contingencia se activó el 6 de enero de ese año y en 2018 se presentó el 6 de junio. Sin embargo, este 2019, la presencia de una inversión térmica y altos niveles de contaminación ambiental fueron generados por pirotecnia (básicamente cohetes), fogatas, quema de llantas y de otros materiales.

Esto nos hace reflexionar en que, pese a los esfuerzos de las autoridades puestos en marcha desde hace varias décadas a través de distintas acciones, entre las que se encuentran la inclusión de materias relativas al cuidado del entorno en los programas de estudio de educación básica, así como la creación de instancias gubernamentales para promover la protección del ambiente, no se ha incidido lo suficiente en la formación de una conducta ambiental constructiva en la población.

Todo indica que para buena parte de los habitantes en el Valle de México, así como en otras grandes urbes del país, como Guadalajara y Monterrey, evitar la contaminación no es algo prioritario para un gran segmento de la ciudadanía. En aras de conservar “tradiciones” sumamente nocivas para la calidad adecuada del aire, como encender fogatas durante la última noche del año, quema indiscriminada de cohetes (la mayoría de ellos prohibidos para su venta), incendiar llantas en plena vía pública, se pone en peligro la salud de millones de habitantes, sobre todo de niños y adultos mayores que tienen que respirar el aire enrarecido después de las fiestas decembrinas, amén de la contaminación auditiva que se causa.

Además, en el caso particular de la venta de pirotecnia de manera clandestina, está demostrado que los cohetes y fuegos artificiales son una causal que aumenta considerablemente la polución atmosférica por un largo periodo, sin dejar de considerar que en los últimos seis años, hasta el primero de octubre de 2018, se registraron 161 explosiones en talleres de pirotecnia en todo el país, con un saldo de 72 muertos. Pero, aun así, es una costumbre o tradición que sigue vigente entre el grueso de la población del Valle de México, a pesar del exhorto de las autoridades locales y federales de evitar esas prácticas.

Debemos insistir todos los sectores en fincar una verdadera educación ambiental entre la población del país, principalmente en las grandes megalópolis, que nos lleve como sociedad a tener una amplia cultura ecológica y de conservación del medio ambiente para evitar en el futuro que se sigan viviendo etapas de contingencia como las que padecemos cíclicamente en Ciudad de México. Sorprende que, aun con el peligro latente que representa para la salud general ensuciar el aire que respiramos, no cambie la actitud general para evitar prácticas nocivas como las señaladas anteriormente. El cuidado del entorno, lamentablemente, sigue siendo una materia pendiente a lo largo y ancho de la Zona Metropolitana del Valle de México y de las otras regiones conurbadas en el país. No debemos dejar pasar más tiempo para impulsar un cambio real para asumir nuestra responsabilidad social para la sustentabilidad de nuestro entorno.



regina