Migración

Un asunto migratorio que se complica en México 

2019-01-30

Hasta ahora, el INM sólo ha entregado 3.983 tarjetas que permiten a los extranjeros trabajar...

 

(ANSA) - CIUDAD DE MEXICO, 30 ENE - El panorama migratorio en México se complica cada vez más con más de 2,000 extranjeros ya alojados en un albergue en la capital del país y otros 15,500 en el sureste que han solicitado ingresar en forma legal. Los miembros del segundo contingente, que aplicaron por la denominada "tarjeta de visitante por razones humanitarias", proceden no sólo de países de Centroamérica como Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
    
Según el Instituto Nacional de Migración (INM), también provienen de otras zonas de América Latina como Haití, Brasil y Ecuador y de África, como Angola.
    
Hasta ahora, el INM sólo ha entregado 3.983 tarjetas que permiten a los extranjeros trabajar y estudiar en el país.
    
El ingreso ocurre mientras en Tijuana, frontera noroeste de México con Estados Unidos, aún hay unas 2,500 personas que formaron parte de la primera oleada migratoria.
    
Esa oleada comenzó el 12 de octubre pasado, cuando partió la primera de tres caravanas de San Pedro Sula, Honduras, una de las ciudades más peligrosas del mundo, en busca de una mejor vida.
    
Otras 7,500 que lograron recorrer más de 4,000 kilómetros en territorio mexicano fueron deportadas, entraron ilegalmente a Estados Unidos o regresaron voluntariamente a su país.
    
Para agudizar la situación, ayer entró el primer centroamericano, el hondureño Carlos Gómez, integrante de la primera oleada migratoria, para esperar en territorio mexicano que se procese su solicitud de asilo en Estados Unidos.
    
Se espera el regreso diario de 20 inmigrantes a México en el marco de una especie de arreglo informal entre las autoridades de este país y de Estados Unidos parecido al esquema conocido como "tercer país seguro", que ha sido objeto de fuertes críticas.
    
El gobierno mexicano argumenta que se trata de "una decisión unilateral" adoptada por el presidente Donald Trump, a la que accedió por "razones humanitarias".
    
Expertos y oposición, sin embargo, subrayaron su sospecha de que se trata de un acuerdo suscrito "quid pro quo" a cambio de concesiones en el reciente Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
    
Pedro Ríos, del Comité de Amigos Americanos de San Diego, California, afirmó que con este entendimiento se busca disuadir a los centroamericanos para que dejen de emigrar, y señaló que México no es un país seguro.
    
Otros activistas argumentan que la presencia de solicitantes de asilo en el último país en tránsito por el que arribaron a Estados Unidos vuelve muy difícil que cumplan con sus citas y las audiencias en los tribunales para desahogar sus procesos. Las autoridades de Tijuana, por donde se espera que retornen todos los migrantes que solicitaron asilo, han alertado al gobierno federal que no pueden afrontar el arribo de más extranjeros debido a que los refugios están abarrotados y sus recursos son escasos.
    
En Ciudad de México, los 2,000 nuevos integrantes del imparable éxodo de personas que huyen del hambre y de la violencia endémica en la región centroamericana, sufren condiciones precarias por el intenso frío de la temporada.
    
Hay por lo menos 40 bebés de menos de 2 años, una persona en silla de ruedas y 15 miembros de la comunidad lésbico-gay.
    
Se espera todavía que arriben otros 500 para llegar a un máximo de 3,000 inmigrantes sin documentos, que permanecerían en la capital entre una semana y 10 días, según Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
    
A diferencia de la primera oleada, que se proponía como destino inequívoco llegar a Estados Unidos, en la segunda la mayoría ha decidido permanecer en México, donde el nuevo presidente Andrés López Obrador, que asumió el pasado 1 de diciembre, anunció su decisión de acoger y brindar hospitalidad a los centroamericanos.
    
Aunque pareciera que crece en forma acelerada el éxodo centroamericano a México, en realidad se mantiene más o menos en la misma proporción de los últimos años, con unos 400,000 personas que cruzan cada año territorio azteca para llegar a Estados Unidos.
    
No obstante, se visibiliza con la presencia de caravanas, cuya ventaja es que evitan a los inmigrantes ser víctimas de las extorsiones, los secuestros y la violencia del crimen organizado. 


 



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