Del Dicho al Hecho

Huexca ahoga la democracia y el presidente aplaude

2019-03-06

Al igual que el NAIM, la termoeléctrica de Huexca es una incongruencia más de las...

Por Tonatiúh Medina | Revista Siempre

Va de nuevo; ni el presidente ha hecho uso de su facultad para solicitar una consulta popular al Congreso de la Unión, ni su partido ha tenido el tacto político de amablemente pedírselo, tampoco se percibe que 33 por ciento de los integrantes de la Cámara de Diputados o de la de Senadores hagan lo propio, ni hay un ejercicio nacional que impulse que al menos 2 por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores busque dar paso a una consulta.

No hay esfuerzo mínimo para retomar la legalidad respecto a lo que, ahora, el partido mayoritario ha decidido definir como “consulta ciudadana” y así evitar ese farragoso y molesto trámite burocrático que es el seguir las reglas que hemos decidido darnos.

Al igual que el NAIM, la termoeléctrica de Huexca es una incongruencia más de las miles que atestiguaremos en este largo e interminable sexenio, sin embargo, esta tiene componentes indeseables que el jefe del Ejecutivo o ataja o difícilmente volveremos a experimentar un ejercicio deliberativo en paz, sean legales como los que organiza el INE o ilegales como los organizados por Morena.

Desde que los ejercicios democráticos salieron de la esfera de control del gobierno federal, los órganos electorales tan vituperados últimamente habían dotado de cierta paz los procesos y jornadas en donde los mexicanos decidíamos la identidad de nuestros representantes, por algo muy simple: el caos se institucionalizó, el acceso a la vía democrática era equilibrado e igualitario, y en caso de controversia todavía se tiene acceso a los órganos de procuración y de impartición de justicia electoral, al final cada quien recibía lo justo.

El caso de Huexca se vuelve paradigmático, de nada sirven ya las mesas de negociación con las comunidades y la Secretaría de Gobernación, ni el diálogo con los liderazgos locales, tampoco la posibilidad de permitir una obra de infraestructura a cambio de otras como escuelas, hospitales o caminos, los mecanismos de negociación parecen haber muerto.

En estos últimos días, algunos analistas afines a la actual administración y otros no tanto han dejado entrever el porqué estos ejercicios dejan de lado al INE o a otros institutos, por qué son y seguirán siendo socorridos, no es solo un ánimo centralista, ese ha sido el argumento más común, es la desaparición de los contrapesos, la construcción del argumento “el presidente está tremendamente acotado, no tiene campo de maniobra, la institución precisa de mayor poder” y al mismo tiempo requiere mayor legitimidad en la toma de decisiones más anticlimáticas.

¿Existen diferencias entre centralizar y exterminar contrapesos? Muchas, el INE mismo es un órgano centralizado, la toma de decisiones se traslada de las entidades federativas a un centro político diferente y muchas veces ajeno, pero con reglas conocidas por todos a las que no hay a quien se le niegue el acceso, el exterminio institucional deriva en la desaparición de esas reglas y en cancelar la interacción autoridad–ciudadano. Centralizar no es necesariamente malo, exterminar contrapesos si lo es.

¿No han reparado en observar el bono democrático que se les dio? ¿Entienden que en la negociación, si bien todos pierden un poco, también todos ganan, y mucho? ¿Es necio volver a decir, subrayar, recalcar, que la desaparición de contrapesos nos llevaría a una dictadura, y que no estamos muy lejos?

Estos casi cien días de gobierno, desafortunadamente, nos arrojan un resultado un tanto macabro, los ciudadanos en general no gustan de vivir en democracia.



Jamileth