Del Dicho al Hecho

Incertidumbres y contradicciones

2019-03-08

Si bien es cierto, que la política de distribución del gasto en programas sociales...

Por Alfredo Ríos Camarena | Revista Siempre

REFLEXIONES CONSTITUCIONALES

Con las banderas desplegadas de la justicia social —a tambor batiente— para combatir la corrupción, con la enorme esperanza de abatir la inseguridad, apareció en el escenario nacional, el nuevo gobierno. Sus proyectos y programas se han pretendido aplicar a velocidad vertiginosa y tienen que ver con procurar el bienestar colectivo a través de: generosas políticas sociales de distribución económica, de formular un presupuesto de egresos austero, de centralizar el poder, de recortar programas sociales y empleo, de descentralizar las secretarias de estado, y de crear los super-delegados.

En el gobierno aparecen dos claras tendencias contradictorias: por una parte, un equipo técnico que pretende mantener el equilibrio macroeconómico con los nuevos integrantes del Banco de México, como Gerardo Esquivel, con un secretario de Hacienda y Crédito Público, en la persona de Carlos Urzúa, y con un jefe de gabinete, como Alfonso Romo, de origen empresarial y, por otra parte, un grupo de compañeros militantes, muchos parientes y amigos —compañeros de viaje—, también políticos de larga experiencia y de participación en diferentes administraciones públicas. Estos grupos diversos no comparten la misma ideología, mucho menos las soluciones económicas que requiere el país.

La cancelación del proyecto del aeropuerto en Texcoco, la reestructuración de Petróleos Mexicanos, la cancelación del Fondo de Turismo, la incertidumbre de la inversión externa e interna y el ataque frontal a las empresas globales —servidoras del neoliberalismo—, impiden el desarrollo económico y social que —en reivindicación de los artículos 25, 26 y 28 constitucionales— ha planteado el presidente López Obrador.

Si bien es cierto, que la política de distribución del gasto en programas sociales generará una mayor demanda, esta no corresponderá al objetivo de un crecimiento del cuatro por ciento que prometió el nuevo gobierno; la única forma de obtener este crecimiento —para después distribuirlo— es la producción; el producto interno bruto (PIB) debe aumentar, si no de poco sirven los esfuerzos, que parece que nos conducen a un triste crecimiento de un 1.5 por ciento.

    El tema que más preocupa a los mexicanos es la inseguridad, en él se sigue sin presentar soluciones y estrategias que permitan suponer que resolveremos este siniestro tema que nos mantiene aprisionados en el miedo.

El tema que más preocupa a los mexicanos es la inseguridad, que ha crecido lamentablemente en los últimos meses, a ese respecto se creó la Secretaría de Seguridad Pública y acaba de aprobarse la Guardia Nacional. Sin embargo, se sigue sin presentar soluciones y estrategias que permitan suponer que resolveremos este siniestro tema que nos mantiene aprisionados en el miedo.

En política exterior, si bien es cierto que se han respetado los preceptos constitucionales de la fracción X del artículo 89, en el caso de Venezuela; también lo es que el gobierno ha hecho caso omiso —tal vez está en lo correcto— de las provocaciones cotidianas e insultos xenofóbicos del presidente Trump.

La luna de miel se sostiene y el apoyo popular, sin duda, sigue siendo enorme a favor del presidente López Obrador. A pesar del tema del huachicol, de las trágicas muertes en el accidente terrible de Tlahuelilpan, del avionazo de la familia Moreno Valle, o de la muerte del luchador social Samir Flores, la popularidad del presidente no ha mellado en lo más mínimo.

Sin embargo, hacia el futuro inmediato, es necesario que la dinámica de la nación no se soporte en la confrontación pues, hoy más que nunca, México requiere serenidad y unidad en los principales temas.

El gobierno de López Obrador debe retomar la claridad en el rumbo, evitar la incertidumbre y la confrontación. No es suficiente la mayoría en el congreso, ni un partido fuerte, ni el apoyo irrestricto de la fuerzas militares. El avance de la nación debe corresponder a una solidaridad colectiva que entienda, sin la menor duda, que por encima de los intereses de los partidos y de los políticos, está el interés superior de México.



Jamileth
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