Del Dicho al Hecho

De mal a peor, con abucheos

2019-03-29

Esa mal llamada reforma educativa que aún no nace; ni es reforma ni es educativa, solo es el...

Marco Antonio Aguilar Cortés | Revista Siempre

“La reforma educativa propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador es histórica”, aseguró (2019) el diputado federal Mario Delgado Carrillo, pidiendo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) apoyo para esa reforma, “pues respeta derechos laborales y prohíbe evaluaciones punitivas”.

Esa mal llamada reforma educativa que aún no nace; ni es reforma ni es educativa, solo es el acta de defunción de la mala reforma promovida por la administración peñista.

Curiosamente en 2017, quien era el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, aseveró: “la reforma educativa emprendida por el presidente Enrique Peña Nieto es histórica”, diciendo a la CNTE que “la reforma no afectaría en nada los derechos laborales de todos los docentes”.

Y en verdad, Mario ahora, y Aurelio antes, no se equivocaron en la adjetivación, ya que ambas reformas son históricas, pues también los errores humanos son fenómenos que dejan registro en la historia. Pero ambas “reformas” se equivocan por entrar en el fenómeno educativo a través de la puerta laboral, claro, con propósitos distintos: el modelo peñista, para superar los niveles del magisterio, deduciendo que los maestros son el problema de nuestros bajos niveles educativos. Y la transformación lopezobradorista, para desagraviar al magisterio de los ultrajes del neoliberalismo, “movimiento perverso” al que López Obrador declaró totalmente muerto, pero que sigue rigiendo los fenómenos socioeconómicos de país.

Por desgracia ninguna de esas dos reformas parten ni llegan al núcleo del fenómeno educativo, por lo que vamos de mal a peor.

Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue el más preclaro educador renacentista, y combatía la “repugnante pedagogía tradicional” promoviendo mejores procedimientos al generar y esparcir conocimientos al margen de todo dogma.

A no pocos de sus maestros los calificó de “ignorantes y perezosos… como asnos queriendo tocar la lira”, y en su obra Elogio de la locura, en voz de la “Estulticia”, nos exhibe “los horrores de semejante educación”.

Sería una gansada juzgar el fenómeno educativo del México de 2019 bajo conceptos de Erasmo en el siglo XVI; sin embargo, la ignorancia y la pereza siguen existiendo, no en todos los maestros de antes y de ahora, pero sí de algunos, sobre todo de aquellos que con actitudes autoritarias “se convierten en cabecillas de alborotos” o en funestas autoridades educativas.

En nuestra realidad escolar la mayoría de los maestros son trabajadores y capaces; empero, sus virtudes laborales han sido afectadas por las malas autoridades y las pésimas dirigencias sindicales que producen, al alimón, formas de organización malignas.

Nuestra atmósfera socioeconómica trasuda ignorancia y pereza, estulticia y ambición, desasosiego y maldad, como un sistema fabricado por esas autoridades y líderes durante sexenios.

Pese a lo anterior, lo cierto es que la rectoría educativa tiene que ser del Estado, representado por el gobierno, y este por las autoridades; estas, no deben ni pueden permitir que la CNTE ni ningún otro sindicato ejerza funciones que competen exclusivamente al Estado.

Lo inicial y básico no es lo laboral, sino la política educativa y la educación política.

Ni el Poder Legislativo ni el Judicial ni el Ejecutivo pueden ser rehenes de la CNTE. Este sindicato debe ajustarse a nuestro sistema jurídico, y requerimos aprobar normas de derecho a favor de la sociedad y no a contentillo o abusivo gusto de esos intrincados y aviesos liderazgos, quienes exigen al presidente López Obrador lo inaceptable: un caos educativo.

Socarróna e inexactamente aplica el presidente López expresiones de Benito Juárez, para justificar lo injustificable: “Todo por la razón, nada por la fuerza”, ya que, si se hubiera seguido en todo caso este decir durante el siglo XIX, no contaríamos con las leyes de reforma ni con el actual estado laico.

Y entre más errores más abucheos para López Obrador, para desgracia de todos por tratarse de la institución presidencial.

Tiempos y circunstancias hay para la razón de la fuerza; circunstancias y tiempos para la fuerza de la razón. Y, a veces, ambas cosas se aplican coexistiendo, bajo una táctica adecuada, a efecto de obtener buenos resultados para todos.

En el fenómeno educativo todos tenemos el deber de participar, hasta los maestros. Todos y cada uno de los mexicanos debemos educar con el ejemplo de nuestra conducta todas las horas del día. Los medios masivos de comunicación (cine, radio, televisión, periódicos, revistas, redes sociales y plataformas cibernéticas) deben orientarse a informar y formar educativamente a los mexicanos en los rubros útiles para la persona y para la sociedad.

Además, urge hacer atractivas, eficientes, prácticas y éticas las labores escolares, con perfiles de ingreso y egreso para alumnos, maestros y administrativos; mapas curriculares, planes de estudio, para ser más productivos; repartiendo con justicia la riqueza producida y elevando la calidad de nuestra vida.



Jamileth

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