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Ni aretes ni tatuajes ni escotes: la batalla de China contra el individualismo

2019-04-02

La prohibición provocó gestos de fastidio e incluso algunas bromas, pero...

Por Li Yuan | The New York Times

En los últimos meses, los censores chinos han difuminado los lóbulos de las orejas de algunos artistas del pop en China en sus presentaciones en televisión e internet, por temor a que sus perforaciones y su joyería pongan un ejemplo demasiado femenino para los jóvenes del país. La prohibición provocó gestos de fastidio e incluso algunas bromas, pero ilustró la tenebrosa interferencia del Partido Comunista hasta en los detalles más triviales de la vida en China.

Los aretes de los hombres no son el único artículo objetable que los censores chinos están difuminando, cubriendo o recortando. Los jugadores de futbol llevan manga larga para cubrir sus tatuajes. Las mujeres que visten disfraces en una atrevida convención de videojuegos han recibido la instrucción de cubrir sus escotes. Los raperos solo pueden rapear acerca de la paz y la armonía.

Esta esterilización encoleriza a Rae Fan, una universitaria de 22 años en la región sureña de Guangxi en China. Algunas de sus películas favoritas estadounidenses y surcoreanas han desaparecido de las plataformas locales de emisión en continuo. Para empeorar las cosas, a sus amigos parece no importarles y no verán con buenos ojos nada que parezca una crítica al gobierno. Sus padres, ambos servidores públicos, le dijeron que de cualquier modo era mejor que no viera esas películas.

En otras palabras, la censura está funcionando.

“El propósito de este tipo de control es garantizar que todo el mundo comparta los valores dominantes”, afirmó Fan. “Será más fácil controlarnos”.

El esfuerzo del Partido Comunista de inculcar lo que llama “valores socialistas principales” (patriotismo, armonía y civilidad, entre otros) se está intensificando. Cada vez con más frecuencia se suprime el contenido que fomenta la devoción por el dinero, el hedonismo o el individualismo. El tipo de material que apenas hace unos años era aceptable ya no lo es.

En unos cuantos años, los jóvenes de la actualidad habrán visto menos contenido sin editar que aquellos que sean solo cinco años mayores. Al no saber qué es lo que desconocen, es probable que se muestren más receptivos ante la doctrina del partido y se vuelvan más fáciles de dominar.

“Para cultivar una nueva generación que asuma la responsabilidad de la renovación nacional, necesitamos combatir la erosión provocada por la cultura indecente”, escribió la agencia de noticias oficial Xinhua News en una crónica de 2018 que criticaba a quienes incitaban a afeminar a los ídolos juveniles masculinos. “Lo más importante es que necesitamos alimentar una cultura excepcional”.

Al igual que el internet en todo el mundo, la comunidad china en línea puede intercambiar contenido vulgar y provocador. El carácter estricto de China podría agradar a algunos estadounidenses frustrados por los contenidos que permiten Facebook, Twitter o YouTube.

No obstante, China lleva esta actitud a tal extremo que se arriesga a infantilizar la cultura del país. Como carece de sistemas de clasificación de contenido (como el grupo de la industria estadounidense que clasifica a las películas o el sistema en algunos países de Latinoamérica que les dan una clasificación, por ejemplo, A o B-15), todo debe ser apto para niños de 12 años.

Las escenas de sexo en Juego de tronos se eliminaron del servicio local de emisión en continuo, lo cual provocó que las tramas que con frecuencia se explican mediante la “sexposición” fueran totalmente incomprensibles. La industria cinematográfica china le colocó un vestido negro al cuerpo desnudo de Sally Hawkins cuando La forma del agua llegó a los cines de ese país. Editó las escenas más brutales de la batalla culminante entre Leonardo DiCaprio y Tom Hardy en El renacido, así como la breve desnudez y el contenido homosexual que aparecen en Green Book: Una amistad sin fronteras.

La censura no es una novedad. Durante un tiempo, la facción conservadora del Partido Comunista llevó a cabo una campaña en contra de la contaminación espiritual. Durante mi niñez en China en la década de los ochenta, al Partido Comunista no le gustaba la música pop, los pantalones acampanados, el cabello con permanente, las historias de amor ni los besos. No fue sino hasta 1980 que se vio por primera vez un beso en el cine en la China contemporánea.

Aun así, los espectadores chinos fueron ganando mayor libertad de expresión por aquí y por allá a lo largo de las cuatro décadas posteriores. Por eso, para algunos habitantes chinos de mi generación, las nuevas medidas enérgicas en la industria del entretenimiento son alarmantes, aun cuando los objetivos en ocasiones son populacheros o vulgares.

Hace dos años, las emisoras de televisión e internet comenzaron a difuminar los tatuajes. Un programa de detectives cubrió la sangre y los cadáveres con efectos borrosos. El año pasado, las colitas de caballo en los hombres se sometieron a la misma acción de difuminado. En el internet chino hay tanto difuminado que ya existe un término para ello: exceso de mosaicos.

“Si un presentador decide teñir su cabello y mostrar sus tatuajes, aretes y cola de caballo en un programa de variedades, ¿qué quedará en la pantalla?”, cuestionó un blog de entretenimiento llamado No. 3 Theater Inspector. Hace dos años, apuntaba el blog, el presentador habría sido considerado normal.

La industria del entretenimiento no tiene más remedio que seguir la corriente. El año pasado, los reguladores cerraron cerca de seis mil sitios web y más de dos millones de cuentas en línea y grupos de redes sociales. Cuando cerraron una aplicación de videos breves, Miaopai, y luego la restauraron, el fundador prometió reformar la aplicación apegándose a los principales valores socialistas y creando contenido positivo, de acuerdo con una carta interna que se publicó en los medios de comunicación chinos.

Este retroceso en la libertad de expresión en los ámbitos del entretenimiento y la cultura es alarmante para la mayoría de los chinos de generaciones anteriores. Liang Wendao, un escritor en Hong Kong, escribió en un artículo que jamás imaginó que los chinos de la era contemporánea siguieran enfrentando las brechas en el arte y la cultura que combatieron décadas atrás.

“Cuando nos enfrentamos a todo esto”, escribió, “solo podemos suspirar desesperanzados”.



Jamileth