Internacional - Política

Asesores políticos vinculados con Trump llevan sus estrategias a África

2019-04-02

Durante décadas, los países del África subsahariana cambiaron de gobierno...

Por DIONNE SEARCEY, The New York Times

ABUYA, Nigeria — Cuando un candidato a la presidencia de Nigeria aterrizó en Estados Unidos en enero, después de años de habérsele negado la visa por acusaciones de corrupción, tenía que agradecerle la cálida bienvenida a un equipo de asesores y cabilderos occidentales.

Una de las personas que lo ayudaron fue Riva Levinson, quien recibió capacitación en el arte de la asesoría política por parte de Paul Manafort, excoordinador de la campaña presidencial del presidente estadounidense Donald Trump, sentenciado en marzo a más de siete años de prisión por una serie de delitos.

Levinson, quien ahora tiene su propia empresa, KRL International, está entre los muchos asesores políticos estadounidenses vinculados con Trump que se han convertido en rostros habituales en las campañas políticas de distintos países de África, aprovechando el giro que ha dado esta región hacia la democracia.

Durante décadas, los países del África subsahariana cambiaron de gobierno mediante golpes de Estado que dejaban a juntas militares en el poder. Sin embargo, en lugares como Nigeria, las elecciones deben concretar cada vez más la voluntad del pueblo, pese a que en ocasiones no son totalmente libres ni justas.

No obstante, debido a que las elecciones se vuelven más frecuentes y competitivas —con todo y comicios y campañas en las redes sociales— los candidatos africanos están contratando a empresas occidentales para influir en los votantes y en la cobertura de sus candidaturas en los medios de comunicación.

Los asesores que tienen supuestos vínculos con Trump tienen un valor especial para los clientes políticos, incluso en países que él denigró con una frase vulgar, y que mayormente están fuera del radar de la política exterior de su gobierno.

Desde las tribunas en un evento electoral reciente en Nigeria, Levinson recordó la época en que Manafort la enviaba por todo el mundo para reclutar a dirigentes indeseables y, por una cuota considerable, ayudarlos a limpiar su reputación internacional.

“Paul era un maestro de la estrategia. Podía sobrevolar a más de 10,000 metros y ver cómo encajaban todas las piezas en movimiento para luego mover cada una con precisión”, recordó. “Eso lo aprendí de él, y me dio un asiento en primera fila para observar la historia. Eso se lo agradezco”.

Levinson estaba en Nigeria para ayudar al partido de oposición en las recientes elecciones del país. El candidato presidencial del partido era Atiku Abubakar, y su cliente era un poderoso senador nigeriano que estaba manejando la campaña de Abubakar.

Abubakar perdió. Sin embargo, durante la campaña, Levinson y un equipo de cabilderos y asesores estadounidenses vinculados con Trump ayudaron a su cliente a asegurar reuniones con legisladores y poderosos grupos estadounidenses de cabildeo. Se hospedó en el Trump International Hotel, un hotel de cinco estrellas cerca de la Casa Blanca.

Esas pequeñas victorias, en las que Abubakar obtuvo acceso a los centros de poder de Washington, fueron impresionantes para un candidato al cual un subcomité del Senado de Estados Unidos calificó en 2010 como un ejemplo perfecto de corrupción en el extranjero. Sus informes decían que había desviado decenas de millones de dólares de los ingresos procedentes del petróleo nigeriano a cuentas en el extranjero. Abubakar nunca ha sido enjuiciado, pero durante años se le negó la entrada a Estados Unidos.

“Estas empresas ayudan a los candidatos a limpiar su imagen en Washington, Londres, Nueva York, desviando la atención del exterior de la implacable realidad de sus campañas electorales”, señaló Matthew T. Page, exfuncionario del Departamento de Estado quien ahora es investigador adjunto en el programa de África de Chatham House, un grupo de investigación británico.

“También buscan manipular el discurso de las elecciones al infiltrar notas de prensa o neutralizar las notas negativas en las redes sociales”, comentó Page.

En Nigeria, el partido de oposición también empleó a la empresa de consultoría Ballard Partners para que ayudara a agilizar las reuniones de Abubakar en el Capitolio como parte de un contrato de 90,000 dólares mensuales. Brian D. Ballard, el propietario de la empresa, fue un importante recaudador de fondos en la campaña de Trump.

Levinson acompañó a Abubakar a muchas de sus reuniones en Washington. Holland & Knight, un despacho de abogados estadounidense, había presionado al Departamento de Estado para obtener su visa. De acuerdo con los archivos, Scott D. Mason, un antiguo asistente de Trump, encabezó esta labor del despacho.

Algunas empresas occidentales están intentando explotar las inquietudes del gobierno de Trump de que China esté superando la influencia de Estados Unidos en el continente africano, y, como solución, están promocionando a sus clientes en esa región.

La empresa de Ballard menciona que está incorporando asesores que tienen vínculos con África, apostando a que obtendrá más clientes mientras el gobierno de Trump intenta combatir a China, que ha ofrecido miles de millones de dólares en obsequios de infraestructura y préstamos a los gobiernos de todo este continente abundante en riquezas minerales a fin de obtener presencia allí.


“No se puede negar que Estados Unidos tiene mucho interés en contrarrestar la creciente influencia geopolítica de China en África”, comentó James Rubin, quien es responsable de los asuntos internacionales en Ballard Partners y fue secretario de Estado adjunto en el gobierno de Clinton.

Según los archivos del gobierno, en marzo, el gobierno de Zimbabue le dio a Ballard Partners un contrato de 500,000 dólares para mejorar sus relaciones con Estados Unidos.

Las opiniones de los funcionarios del otro lado del mundo son importantes para los países en el África subsahariana. Los gobiernos occidentales pueden ofrecer millones de dólares en ayuda para mitigar la pobreza extrema, y armas y entrenamiento militar para combatir a las insurgencias islamistas.

Evidentemente, las opiniones locales también importan. En la campaña de Nigeria, el equipo de asesores occidentales y locales de Abubakar ayudó a comprar artículos a los periódicos locales que tuvieran malas opiniones del presidente y eventual ganador, Muhammadu Buhari.

Mientras trabajó para Manafort durante diez años desde 1985, Levinson tuvo una lista de clientes que necesitaban limpiar su reputación. Manafort la envió a persuadir a Mohamed Siad Barre, un dictador de Somalia, pero él no contrató a la empresa.

Finalmente, los directores de la empresa de Manafort tomaron su camino, y así lo hizo también Levinson.

“Sabía que sería peligroso un Paul Manafort sin las limitaciones de una estructura ni supervisión”, señaló. “Yo no quería participar en eso”.

Se fue a ayudar a Ellen Johnson Sirleaf a obtener el poder en Liberia, donde fue presidenta de 2006 a 2018. Ahora los clientes de Levinson incluyen ministros de Liberia y Ghana.

Mencionó que parte de su misión en Nigeria era “mantener la atención internacional y la de Estados Unidos en las elecciones de Nigeria para que fueran libres y justas”.

Los comentarios públicos de Levinson demuestran sentimientos encontrados acerca de su antiguo jefe. En un editorial del año pasado después de que comenzaron los problemas legales de Manafort, lo describió como alguien que rompe las reglas sin importarle las vidas que se pierden y que resultan dañadas por sus acciones, y para quien “lo importante es el dinero”.



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