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Europa: un matrimonio viejo con un hijo problemático

2019-04-08

La madeja está tan enrollada, que a estas alturas requiere un ejemplo simplista para...

Silvia Román | El Mundo

Lo llamamos el Viejo Continente, y en verdad los años pasan y pesan para nuestra madre Europa, que en días como ayer, con otro episodio de locura más del Brexit, la cabeza empieza a darle vueltas y la situación le desborda. La madeja está tan enrollada, que a estas alturas requiere un ejemplo simplista para explicarla: Bruselas no sabe cómo gestionar un hijo problemático que se quiere independizar.

Nada debería impedir ya que Londres extendiera sus alas y echara a volar, pero esta maniobra se está complicando por el díscolo vástago. Y tenemos a Papá Alemania y Mamá Francia agotados, ancianos. Una pareja que siempre ha agarrado con fuerza las riendas, que sigue entendiéndose, pero que ya no funciona como antes a la hora de dar un puñetazo en la mesa o de mandarlo dar en Bruselas.

Macron lo dejó claro: «Europa no puede seguir siendo rehén eterno del Brexit». El inquilino del Elíseo es fuerte, pero le atenaza una camisa de fuerza en forma de chaleco amarillo. Y, sólo cuando puede, se deshace de ella y levanta su dedo firme contra esos incómodos británicos con los que históricamente los franceses han chocado. Otra vez esa isla, se comenta en las esferas diplomáticas galas, tan altiva y perdida entre su bruma.

Merkel lo tiene peor que Macron. Una vez anunciada su marcha del sillón de la Cancillería, su imagen de pato cojo le resta poder. Así que la necesidad de recomponer los equilibrios comunitarios o de reforzar ejes en pleno seísmo del Brexit es más imperante que nunca. Y ahí debería aparecer con pujanza España, si no queda atada de manos por los resultados electorales. Cuánto daño haría un Gobierno inestable. Cuánto necesitamos un Ejecutivo con buenos cimientos.

Se dice que los niños saben ver las debilidades de los padres: cuándo pedir algo, cómo conseguirlo. Londres ha acertado con el momento, pero es incapaz de culminar la acción. Su rebeldía le ciega y es capaz de no dejar vacío, al final, el nido de la Unión Europea.



Jamileth

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