Del Dicho al Hecho

La seguridad

2019-04-26

En el Estado de México y otros sitios los linchamientos contra presuntos delincuentes se...

Por Teodoro Barajas Rodríguez | Revista Siempre

El gran problema del país es la inseguridad, los indicadores son contundentes, es la realidad caótica que hace aflorar las carencias del gobierno mexicano desde hace algunos sexenios, porque la violencia no se ha frenado con todo y la guerra contra el narco emprendida hace una década.

Se tienen los diagnósticos, los últimos meses han sido espeluznantes en materia de homicidios dolosos, no tiene caso buscar atenuantes porque las cifras revelan cómo se encuentra México. Graves problemas de salud pública.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ya presentó a los mandos que dirigirán la Guardia Nacional con la expectativa alta de remediar el asunto de seguridad, los designados tienen las cartas credenciales óptimas aunque los resultados dirán si funciona o no pasará del intento. La verdad es que el apocalipsis mexicano se padece.

La impunidad ha sido un problema estructural, sistémico, de hondas raíces, por ello muchas víctimas de la inseguridad han perdido la fe y la paciencia, muchos delitos no se denuncian de manera que el problema es más delicado de lo que nos imaginamos.

En Michoacán, como en otros puntos del país, se han creado grupos de —por llamarles de alguna manera— justicieros y no precisamente anónimos que suelen hacer lo que por ley le corresponde a las fuerzas coercitivas del Estado, caso concreto del exdiputado priista y expresidente municipal de Tepalcatepec Guillermo Valencia, quien registra un notable posicionamiento en redes sociales.

Hace algunos años también en Michoacán surgieron los grupos de autodefensa, cuyo líder inicial fue Hipólito Mora, el vocero del movimiento fue José Manuel Mireles. Fueron los tiempos más complicados en la entidad que vio nacer al general Lázaro Cárdenas.

En el Estado de México y otros sitios los linchamientos contra presuntos delincuentes se contabilizan a diario, lo cual confirma un estado de descomposición evidente. La falta de confianza en las instituciones públicas es una constante.

Los discursos gubernamentales suelen ser triunfalistas aunque la percepción de los ciudadanos es que no se logran cambios favorables, todo ello produce un desencanto obvio ante la seguidilla de golpes del crimen organizado y desorganizado que tienen maltrecho el tejido social.

La inseguridad tiene repercusiones diversas, la economía regional es afectada porque se diluye la seguridad jurídica que inhibe inversiones se incrementan los delitos patrimoniales y se genera un círculo vicioso.

Recientemente las cifras respecto a la violencia generaron un debate en vivo entre el presidente López Obrador y Jorge Ramos, más que el fondo de la discusión, lo que se discutió en redes sociales fue si hizo mal el periodista mexicano radicado en Estados Unidos en confrontar al mandatario, el comunicador ejerció su derecho, aunque la polarización motivada por diversas emociones suele estropear al auténtico debate de ideas para dar pauta a un espeso fanatismo en donde solo cabalgan los dogmas.

Lo cierto es que la inseguridad no cede, la Guardia Nacional genera expectativas y lo mejor será que reporte resultados en el corto plazo porque de lo contrario el desastre provocaría un todavía mayor desencanto.



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