Internacional - Política

El presidente electo de Ucrania es judío, pero no todos en su comunidad están contentos

2019-04-29

En cambio, la hostilidad provenía de otros judíos, tanto seculares como religiosos,...

Por ANDREW HIGGINS, The New York Times

DNIPRÓ, Ucrania — Cuando Volodímir Zelenski, el comediante judío que hace poco resultó electo presidente de Ucrania, anunció que sería candidato, el gran rabino de la región ucraniana del este donde Zelenski creció se mostró impactado por la reacción hostil a su candidatura.

Sin embargo, la oposición, dijo el rabino Shmuel Kaminezki, no provenía de la iglesia ortodoxa, bastión del antisemitismo en el pasado, ni de un movimiento nacionalista ucraniano que colaboró con los nazis durante la invasión de la Unión Soviética por parte de Hitler. Parecía que no podía importarles menos que Zelenski fuera judío, recordó el rabino.

En cambio, la hostilidad provenía de otros judíos, tanto seculares como religiosos, para quienes aún siguen muy vivos los recuerdos de los pogromos de la era zarista y el Holocausto.

“Dijeron: ‘No debe ser candidato porque, si las cosas salen mal, en dos años de nuevo habrá pogromos aquí’”, comentó Kaminezki, el gran rabino de Dnipró, la capital de la región de Dnipropetrovsk, Ucrania.

A pesar de su historia llena de cicatrices, la Ucrania de la actualidad no es un semillero de antisemitismo. Ya cuenta con un primer ministro judío, Volodímir Groysman; si sigue en el cargo después de que tome posesión Zelenski, Ucrania será el único país además de Israel donde los dirigentes de Estado y de gobierno son judíos.

La religión apenas se mencionó durante la campaña.

La razón, dijo Igor Shchupak, historiador del Holocausto en Dnipró, es que la persecución de los judíos en el pasado se hizo en su mayor parte cuando el territorio de Ucrania estaba bajo el control de Estados extranjeros, principalmente Rusia y Alemania, los cuales hicieron del antisemitismo su política oficial.

“Hay antisemitas actualmente, pero no hay una política de Estado basada en el antisemitismo”, señaló.

Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew halló que solo el cinco por ciento de los ucranianos encuestados no acepta a los judíos como ciudadanos del país, en comparación con el 18 por ciento de los polacos, el 22 por ciento de los rumanos y el 23 por ciento de los lituanos. Ucrania ahora tiene la tercera o cuarta comunidad judía más grande del mundo, pero los cálculos de su tamaño varían muchísimo, y van de las 120,000 a las 400,000 personas, según el organismo que lleve la cuenta.

“Se acabó la época de los pogromos”, dijo Kaminezki. “Eso no está en la agenda de nadie aquí”.

El rabino conoce a Zelenski desde hace años y lo ha acompañado a las fiestas de cumpleaños en Suiza de un multimillonario ucraniano autoexiliado, Ihor Kolomoyskyi, que también es judío. Dijo que se había sentido consternado de que, en su preocupación inicial por la candidatura de Zelenski, su propia comunidad en efecto estuviera poniéndose del lado de un pequeño grupo de simpatizantes del presidente titular, Petró Poroshenko, y de los nacionalistas de extrema derecha que trataban en vano de hacer que las raíces no cristianas del comediante fueran un asunto problemático.

Con excepción de algunas publicaciones en redes sociales, que incluyeron un comentario en Facebook de un asesor de Poroshenko acerca de que “el presidente de Ucrania debe ser ucraniano y cristiano”, el origen de Zelenski no desempeñó papel alguno en la campaña electoral, comentó Shchupak.

Sin embargo, durante la campaña se habló mucho sobre las conexiones de Zelenski con Kolomoyskyi, así como de afirmaciones de Poroshenko y sus simpatizantes de que el comediante simplemente es una marioneta de una siniestra red de influencias controlada por el oligarca. La televisora ucraniana de Kolomoyskyi, 1+1, ha adquirido muchos de los programas de comedia de Zelenski.

Aunque se ha visto eclipsado por acusaciones de corrupción, Kolomoyskyi es un personaje muy respetado en Dnipró gracias al papel que desempeñó al salvar a la ciudad de la conquista de los separatistas armados por los rusos que tomaron posesión de tramos del territorio al extremo este de Ucrania. Es muy popular con los judíos locales, pues invirtió decenas de millones de dólares para construir lo que se anunció como el centro comunitario judío más grande del mundo, un complejo gigantesco en el centro de la ciudad.

Dnipró, una región conocida como Ekaterinoslav desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX, alguna vez fue uno de los centros más importantes de la vida y la cultura judías, pues esta comunidad religiosa conformaba alrededor del 35 por ciento de la población. La ciudad tenía aproximadamente cincuenta sinagogas.

Ahora tiene ocho, en comparación con la única que había en la época soviética, y los judíos conforman alrededor del cinco por ciento de la población en una ciudad de casi un millón de habitantes.

A pesar de la emigración continua a Israel y Europa, la población judía de la ciudad está creciendo de nuevo, precisó Shchupak. Además, la gente que alguna vez ocultaba su fe ahora está adoptando el judaísmo, una señal clara de que los viejos estigmas han desaparecido.

Aun así, el nuevo centro comunitario judío —igual que la candidatura de Zelenski a la presidencia— en un principio provocó inquietud entre los judíos locales, quienes temían atraer demasiada atención. “Pensaron que si el centro era demasiado grande tan solo provocaría antisemitismo”, comentó Kaminezki.

Durante la campaña electoral, Zelenski no se esforzó en ocultar sus orígenes, aunque tampoco los utilizó como tarjeta de presentación. “El hecho de que soy judío es casi el punto número veinte en la lista de mis características”, dijo.

Cuando un político nacionalista populista cuestionó el patriotismo de Zelenski —que a veces se ha burlado de la cultura ucraniana en sus rutinas de comedia—, el comediante amenazó con dejar que la furia de su madre judía se desatara en contra de su acusador.

Kaminezki dijo que gran parte de su trabajo era hacer que los judíos locales superaran lo que llamó un “nivel de ansiedad muy alto” en una comunidad que aún está traumatizada por los pogromos y el Holocausto. “Los judíos se fueron de Egipto, pero Egipto no ha dejado a los judíos”, comentó.

Kaminezki dijo que le había dicho a su temerosa congregación en la sinagoga principal de Dnipró que debería darle la bienvenida a un candidato judío a la presidencia, en vez de rechazarlo.

El rabino, miembro del movimiento Jabad que ha encabezado iniciativas para revivir la fe judía en la antigua Unión Soviética, dijo que les había aconsejado a los judíos de Dnipró que se deshicieran de lo que llamó el “complejo de oy-vey”, es decir, la tendencia a temer lo peor y alejarse de su identidad judía.

Recordó haberles dicho: “Si no están orgullosos de ustedes mismos ni de su comunidad, no los aceptarán”.



regina