Internacional - Política

Guaidó aumenta la presión sobre el gobierno venezolano, pero Maduro sigue en el poder

2019-05-01

Los sucesos de esta jornada muestran la división dentro de las fuerzas armadas, lo que ubica...

Por Nicholas Casey | The New York Times

Juan Guaidó, el líder de la oposición de Venezuela, ejecutó hoy su plan más audaz hasta el momento: al amanecer, rodeado de soldados en una base militar de la fuerza aérea en el corazón de Caracas, anunció que todo estaba listo para la rebelión.

Las fuerzas de seguridad que lo apoyan habían liberado a Leopoldo López, el preso político más famoso del país. Miembros de la guardia nacional flanqueaban a Guaidó mientras otros se unían a las marchas para apoyar a los manifestantes que muchos de ellos mismos habían reprimido durante años.

En las calles, los manifestantes opositores se enfrentaron a las fuerzas leales al presidente Nicolás Maduro en medio de reportes de acciones represivas con balas de goma, gases lacrimógenos y municiones militares. Una clínica en Caracas atendió a 69 personas heridas durante el día. Un vehículo blindado embistió a los manifestantes, pero no quedó claro cuántas personas resultaron heridas.

Sin embargo, al final del día, Guaidó no alcanzó su objetivo: el derrocamiento de Maduro, quien ha confiado en la fuerza de las armas, la intimidación y unas elecciones ampliamente desacreditadas para permanecer en el poder.

Los sucesos de esta jornada muestran la división dentro de las fuerzas armadas, lo que ubica a Venezuela en una posición precaria mientras empeora la crisis política. Aunque los rangos más altos del ejército se afanan en demostrar su apoyo al gobierno, muchos soldados parecen dispuestos a desafiar a sus comandantes y acudir en ayuda de la oposición.

“Creo que al final lo que veremos es que tanto el gobierno como la oposición se darán cuenta de que no tenían tanto apoyo como pensaban”, dijo Geoff Ramsey, analista experto en Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), un grupo de derechos humanos.

La apuesta de Guaidó fue arriesgada: tomar la base aérea Generalísimo Francisco de Miranda, ubicada en el corazón de Caracas. Se esperaba que el profundo simbolismo de ese acto ayudaría a impulsar un movimiento de soldados y ciudadanos que acabaría con el gobierno autoritario de Maduro.

Inmediatamente, Estados Unidos apoyó a la oposición y el presidente: el vicepresidente y otros funcionarios manifestaron públicamente su aprobación en Twitter. Donald Trump amenazó con un “embargo total” a Cuba si no se paralizaba lo que calificó como “operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar la muerte y destrucción de la Constitución de Venezuela”.

Resulta claro que el gobierno estadounidense, que ha respaldado a Guaidó desde que impugnó la autoridad de Maduro a principios de año, pensó que el día se desarrollaría de una manera diferente.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, fue entrevistado en CNN y dijo que en las últimas semanas se había enterado de que “líderes de alto rango dentro del gobierno de Maduro estaban preparados para irse”. También aseguró que Maduro “tenía un avión en la pista, estaba listo para irse esta mañana, pero los rusos le dijeron que debía quedarse”. Sin embargo, no ofreció pruebas de lo dicho.

John Bolton, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, dijo que los funcionarios del gobierno de Maduro se habían comprometido a transferir el poder a Guaidó. Los identificó como Vladimir Padrino López, el ministro de Defensa; Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, y ​​Rafael Hernández Dala, el comandante de la guardia presidencial de Maduro.

“Todos estuvieron de acuerdo en que Maduro se tenía que ir”, dijo Bolton. Pero el martes tanto Padrino como Moreno salieron públicamente en defensa del gobierno.

Desde enero, Guaidó ha liderado una suerte de gobierno paralelo que cuenta con el apoyo de más de cincuenta países, incluido Estados Unidos, aunque Maduro sigue siendo el líder oficial del país. Pero, a pesar de su baja popularidad, el impulso de la oposición se ha debilitado porque Guaidó no ha logrado destituir al actual mandatario ni resolver la escasez de alimentos, medicinas, agua y energía que afectan a los 30 millones de habitantes del país.

La posibilidad de que los altos mandos militares apoyaran a la oposición el martes, parece haberse desvanecido a primera hora de la tarde cuando el ministro Padrino López apareció en televisión y calificó el acto como un “intento de golpe de Estado”.

El ministro de Defensa también apareció flanqueado por soldados que juraron lealtad a Maduro y prometieron capturar a los responsables.

Por la tarde, se difundió otra información que afecta a la oposición: Leopoldo López, el preso político que lidera Voluntad Popular, el partido de Guaidó, se había refugiado en la embajada chilena, junto con su esposa, Lilian Tintori, y su hija. Solo unas horas antes, López había aparecido en la calle luego de ser liberado del arresto domiciliario impuesto por el gobierno de Maduro.

Muchos venezolanos dijeron que se estaban preparando para un nuevo y largo enfrentamiento entre Maduro y Guaidó, cuyo resultado es difícil de predecir.

“Creo que esto es muy importante, pero noto apatía y miedo en la gente”, dijo una manifestante, Mary Galaviz, de 69 años. “No debemos tener miedo. En la guerra hay muerte, pero se cumplen los objetivos”.

Míriam Segovia, de 52 años, otra manifestante en los alrededores de la base, dijo esperar que las fuerzas armadas “se pongan del lado de la constitución” para así “escapar de la miseria, el hambre y la falta de medicinas”.

Sin embargo, la respuesta de los militares fue muy improvisada y caótica.

En un video transmitido en línea, se podía ver cómo un vehículo blindado de las fuerzas armadas aceleraba contra un grupo de manifestantes y dejó al menos una persona tendida en la avenida. En una serie de imágenes podía verse a otro vehículo blindado que aparentemente arrollaba a un manifestante.

Cerca de la base militar podían verse latas de gases lacrimógenos, donde se habían reunido unas dos mil personas al mediodía. Cerca de doscientas personas se reunieron cerca del palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, en apoyo al gobierno de Maduro. Algunos estaban armados.

Al menos 69 personas resultaron heridas, según Salud Chacao, uno de los centros asistenciales que las atendieron.

Las escenas provocaron la reprobación de los gobiernos de la región. Once países, incluidos Colombia y Brasil, emitieron una declaración en la que denunciaban lo que calificaron como “el uso indiscriminado de la violencia para reprimir el proceso de transición”.

Los países, conocidos regionalmente como el Grupo de Lima, alentaron a los militares a respaldar a Guaidó y convocaron una reunión el 3 de mayo para discutir la situación.

Rocío San Miguel, analista venezolana de temas de seguridad, dijo que Guaidó no había logrado que la mayoría de las fuerzas armadas cambiaran de bando.

“Tomó doce horas, pero vimos que el equilibrio de poder no ha cambiado”, explicó San Miguel. “Al final, ninguno de los comandantes más importantes se unieron a la oposición”.

Pero también dijo que era revelador que las fuerzas armadas no habían arrestado a Guaidó ni a López, presumiblemente por temor a una reacción violenta por detener a esos líderes populares. “Esta situación tampoco es fácil para Maduro”, comentó.

El destino de López, quien estuvo en la embajada chilena antes de trasladarse a la sede diplomática de España, también se vislumbra como un nuevo reto en la crisis política.

López fue condenado a casi catorce años después de haber dirigido las protestas contra Maduro en 2014. Por la mañana, los venezolanos amanecieron con la noticia de que estaba libre y lo vieron de pie junto a Guaidó, mientras aseguraba que los soldados que apoyaban a la oposición lo habían liberado.

“Este es un movimiento de la gente con las fuerzas armadas”, les dijo a los reporteros. Pero por la tarde, el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Roberto Ampuero, dijo que López, su esposa y su hija estaban en la embajada chilena “como invitados”. Freddy Guevara, un legislador de la oposición, también buscó refugio en la residencia del embajador de Chile en noviembre de 2017 y permanece allí. Después Ampuero anunció en Twitter que López y su familia habían decidido trasladarse a la embajada de España por “decisión personal”.

Luego de esta jornada hay menos claridad en la política venezolana, dijo Dimitris Pantoulas, un analista político en Caracas. Al solo obligar a López a esconderse, Maduro no acabó con el desafío de Guaidó ni tuvo la oportunidad de ganar terreno al liberar a un líder popular. “Ningún lado puede imponerse sobre el otro”, dijo.



Jamileth
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