Nacional - Seguridad y Justicia

Policías bajo asedio y ante la indiferencia social

2019-05-07

Al menos seis uniformados fueron abatidos por delincuentes en episodios distintos en diversas zonas...

 

(ANSA) - CIUDAD DE MEXICO.- La espiral de asesinatos de policías en el país se multiplica a una velocidad inquietante -no pasa una semana sin que se informe sobre la muerte de un guardián del orden- mientras se verifica una preocupante indiferencia social sobre el tema.
    
Al menos seis uniformados fueron abatidos por delincuentes en episodios distintos en diversas zonas del país en lo que va del mes.
    
El 1 de junio del 2018, seis oficiales de tránsito murieron cerca de una escuela primaria en la ciudad de Salamanca, estado de Guanajuato (centro del país), cuando fueron atacados por hombres armados que iban a bordo de dos vehículos en un puesto de control.
    
Un día antes Carlos García, el jefe de la Policía Municipal de Valle de Santiago, en la misma provincia, fue asesinado, sumando 34 policías muertos en la primera mitad de ese año solo en Guanajuato, que se perfila como el estado líder de homicidios de policías, con 16% del total a nivel nacional.
    
Para los especialistas en seguridad como Alejandro Hope, "estas muertes no son incidentes aislados" por cuanto "los homicidios de policías son dolorosamente frecuentes en el país". Un informe de la organización civil Causa en Común arrojó que 421 policías fueron asesinados en México en 2018, lo que significa que la tasa de homicidio entre los encargados de resguardar el orden es de 109 por cada 100,000 habitantes y que en ese año hubo más de un agente muerto por día. Eso quiere decir también que "los policías enfrentan un riesgo de asesinato cuatro veces mayor que el de la población en su conjunto", algo que "no es normal". Por comparación, dice Hope, en Estados Unidos, un país con tres veces más policías que en México, fueron asesinados 52 policías en 2018, lo que implica que el riesgo de que un uniformado mexicano sea muerto es 24 veces mayor que en el país vecino.
    
México supera en el ranking de asesinatos de policías inclusive a países de desarrollo similar en América Latina como Brasil, a pesar de que en esta última nación se dan frecuentes choques entre policías y civiles.
    
Por ejemplo, en Brasil murieron de forma violenta 307 policías en 2018, lo que equivale a una tasa de homicidio de 70 por 100 mil elementos policiales, más de un tercio más baja que en México.
    
Según la Encuesta "Qué piensa la policía?", elaborada por Causa en Común, el empleo de los uniformados figura entre los peor pagados en el país, pues el 52% de los agentes entrevistados declaró que gana entre 10,000 y 15,000 pesos por mes (entre 500 y 750 dólares).
    
"Con la inseguridad que hay en el país, nadie quiere ser policía. El sueldo no es suficiente por arriesgar mi vida todos los días", señaló uno de los encuestados.
    
Al mismo tiempo destaca el escaso reconocimiento que tiene la sociedad acerca del trabajo del policía.
    
De acuerdo con el relevamiento, el 61% de los agentes se siente discriminado por la sociedad, lo que se explica por las historias de abusos o corrupción policial que abundan en el país.
    
Hope considera que las agresiones a la policía son algo negativo porque "facilitan la corrupción", debido a que "si la amenaza de plomo es altamente creíble, la oferta de plata se vuelve más atractiva" para ellos.
    
Además, hace notar que "si los policías se sienten bajo asedio, aumenta la probabilidad de que cometan violaciones graves de derechos humanos o usen la fuerza de manera desproporcionada e irracional".
    
"Las muertes de policías exacerban el temor de la sociedad.
    
Si un policía puede ser asesinado impunemente, a plena luz del día, nadie puede sentirse a salvo", asegura.
    
Para afrontar el tema, sugiere iniciar una contabilidad sistemática de los asesinatos de policías, crear una fuerza de tarea interinstitucional, de nivel federal, especializada en la investigación de los homicidios contra ellos y llevar a juicio a los responsables.
    
"Lo único que no podemos hacer es tratar la vida de los policías como dispensable. No podemos pedir a los policías que nos protejan si no hay un compromiso previo de protegerlos", expone.



Jamileth
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