Vox Dei

"El que cree en Él “tiene” vida eterna"

2019-05-08

"Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino...

Evangelio, Juan 6, 35-40

«Esta es la voluntad de mi Padre:'que todo el que ve al Hijo y cree
en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre:'que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Reflexión

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.

"Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre"

El evangelio de hoy nos presenta unos versículos del profundo y denso discurso del pan de vida. Tras el milagro de los panes y los peces (Jn 6,1-15), Jesús pronuncia este discurso en la sinagoga de Cafarnaúm. En él, el profeta de Nazaret, relaciona el milagro realizado con el del maná dado en el desierto por el Señor al pueblo de Israel (Ex 16,4ss), por lo que la gente le pide que le dé siempre de ese pan (6,34). Jesús responde con una frase que los deja atónitos: “Yo soy el pan de vida”. ¿Pero, qué quiere decir Jesús con esa expresión?

Al presentarse, con las palabras “yo soy” está asumiendo su identidad divina, puesto que así se presentaba Yahvé en el AT (Ex 3,14; Cf  Gn 26,24; Ex 6,6; Lv 18,4-5). Pero además cuando esta fórmula “yo soy” está seguida de un sustantivo, Jesús nos muestra la misión encomendada por el Padre, en este caso, el ser “pan de vida”. El profeta de Nazaret se presenta como el auténtico alimento que supera el maná dado por Moisés, o la sabiduría veterotestamentaria de la que se dice: “Los que me comen (dice la Sabiduría) tendrán más hambre y quienes me beben aún sentirán más sed” (Eclo 24,21;  Is 49,10). Jesús es el pan de vida y los que coman de él, ya no tendrán hambre y quien crea en él, no tendrá sed. Las palabras, la vida de Jesús si satisfará las necesidades e inquietudes más profundas del ser humano, sus búsquedas, sus anhelos, sus expectativas, toda hambre y toda sed (v. 35b).

Junto a esto, Jesús promete al que crea en Él cree en él, la vida eterna, o lo que es lo mismo la participación de la misma vida de Dios (Jn 3, 16-18;36; 11,25). Esta empieza a realizase aquí, en esta tierra, aunque será dada en plenitud en la “otra vida” que es la “vida otra”. Jesús promete, por tanto, la vida aquí ahora y luego, para siempre. Él es “el pan de vida” que trae buena y abundante vida para todos.  No podemos obviar aquí la alusión al pan eucarístico. Cada eucaristía es una oportunidad de nutrir y fortalecer en nosotros la nueva vida que el Señor nos regala. Una vida donde el ser humano sea el centro de las estructuras sociales y políticas, donde se defienda la dignidad humana, donde las relaciones interpersonales estén marcadas por igualdad y fraternidad y en la que nuestro empeño sea hacer habitable, para nosotros y las generaciones venideras, esta “casa común”, que llamamos planeta Tierra. En este día en que celebramos el Patrocinio de la Orden, sintiéndonos bajo su manto, le pedimos a María que nos ayude a hacer extensible esta vida nueva a todos nuestros hermanos.



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