Nacional - Economía

¿Una refinería de 8000 millones de dólares? El presidente mexicano dice: ‘Sí se puede’

2019-05-10

El presidente declaró el 9 de mayo que Pemex, la compañía petrolera estatal, y...

Por Elisabeth Malkin | The New York Times

Cuando empresas de ingeniería de todo el mundo le dijeron al gobierno mexicano que sería imposible construir una nueva refinería con el presupuesto y el plazo que proponía el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador se rehusó a aceptar el veredicto.

En vez de ello, el presidente declaró el 9 de mayo que Pemex, la compañía petrolera estatal, y la Secretaría de Energía se harán cargo del proyecto. Prometió que la nueva refinería, la cual representa su apuesta de alcanzar la autosuficiencia energética en México, costaría solamente 8000 millones de dólares y estaría lista para 2022.

La decisión de rechazar a las empresas de ingeniería y seguir adelante con un enorme proyecto de infraestructura refleja un patrón en la dirigencia de López Obrador, a menos de seis meses de haber entrado en funciones. Cuando se le dice que uno de los planes que ha concebido es imposible, se aferra a él y ordena a sus funcionarios que conviertan en realidad sus ideas.

Una de sus primeras medidas como presidente fue cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto para Ciudad de México. En su lugar, propuso construir un segundo aeropuerto para complementar el que ya se encuentra en la capital, aunque no se han finalizado los estudios sobre la viabilidad de aumentar la cantidad de vuelos en el espacio aéreo compartido.

López Obrador le cedió la responsabilidad del nuevo aeropuerto al ejército mexicano, una de las instituciones más turbias del país.

Otro de sus grandes proyectos es un tren que recorrerá en un circuito la península de Yucatán, una iniciativa que, según argumenta, traerá desarrollo a una de las regiones más pobres de México. Grupos indígenas y ecologistas se han opuesto al plan, pero la construcción ya comenzó.

La refinería es el más costoso y complejo de sus proyectos.

No obstante, López Obrador ha defendido su voluntad. “No tenemos ninguna preocupación”, dijo ante los reporteros en su conferencia de prensa diaria. “Va a salir y es un desafío, pero tenemos que hacer la refinería y por eso se decidió tomar esta decisión”.

Los críticos advierten que López Obrador —quien ha hecho de la austeridad el símbolo de su presidencia— está despilfarrando los escasos fondos públicos en proyectos que podrían convertirse en elefantes blancos.

“El gobierno le está aventando dinero que no tiene a una refinería que no va a ayudar”, escribió el columnista Esteban Illades en Twitter.

El gobierno había anunciado en marzo con cierta algarabía que convocaría al mejor talento internacional para la administración del proyecto de la refinería. Cuatro firmas internacionales fueron invitadas para competir por la licitación.

Pero una, Technip, con sedes en el Reino Unido y Francia, decidió no participar. Las otras tres —un consorcio de Bechtel y la compañía italiana Techint; la empresa australiana WorleyParsons, y KBR, con sede en Houston— hicieron ofertas que estimaban los costos entre 10,000 y 12,000 millones de dólares.

La fecha más próxima en que prometió finalizar la refinería uno de los licitadores fue 2023, según dijo el presidente, y los otros dijeron que terminarían en 2025, cuando ya habrá finalizado su presidencia.

López Obrador declaró que optaría por delegarles la administración del proyecto a Pemex y a la Secretaría de Energía.

“Creo que cuando las mejores empresas de ingeniería del mundo te dicen que construir la refinería con ese presupuesto y en ese plazo no es viable, es una misión imposible”, dijo Pablo Medina, vicepresidente de Welligence Energy Analytics en Houston.

“Creo que la ideología influye mucho en todo esto”, comentó.

Medina mencionó que el proyecto de la refinería podría distraer a Pemex de su negocio más rentable: producir petróleo y gas. La empresa productiva del estado está luchando para revertir una menor producción y arrastra más de 100,000 millones de dólares en deuda.

Además, dijo, Pemex tampoco puede garantizar que se cumpla con el plazo establecido por el presidente.

“Quizá tengan que terminar subcontratando a mucha gente que no se va a apegar a un calendario”, opinó.

Ixchel Castro, una gerente que trabaja en Ciudad de México para Wood Mackenzie, una firma de consultoría en temas de energía, dijo que, al avanzar así de rápido, López Obrador estaba “tratando de reflejar un proceso de toma de decisiones más ágil”.

Castro mencionó que una nueva refinería puede hacer progresar los esfuerzos de López Obrador para disminuir la dependencia de las importaciones y bajar los precios de la gasolina.

No obstante, la planificación apresurada con el fin de cumplir los objetivos del presidente plantea riesgos de seguridad, así como cuestionamientos sobre qué tan eficiente será la refinería a final de cuentas, comentó Castro.

“No estamos hablando de construir una casa”, dijo. “Estamos hablando de una refinería que va a estar en funcionamiento durante décadas”.



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