Del Dicho al Hecho

Austeridad que mata

2019-05-27

Todos saben, sin embargo, que Raquel Buenrostro Sánchez, oficial mayor de Hacienda, no se...

Por Beatriz Pagés | Revista Siempre

Los números y cuadrículas de Raquel matan. Los recortes que está haciendo en su cuaderno de matemáticas para cumplir con el mandato presidencial de ahorrar, controlar el gasto y combatir la corrupción están por convertir el país en una funeraria.

Todos saben, sin embargo, que Raquel Buenrostro Sánchez, oficial mayor de Hacienda, no se manda sola. Ella hace simplemente lo que le ordenan y lo que aprendió en el Colegio de México: manejar números.

Números, pero no seres humanos. Y son, precisamente, hombres con diabetes, mujeres con cáncer y niños con parálisis los que pueden, en cualquier momento, perder la vida a causa de que a este gobierno le importan más las cifras que las personas.

¡Qué paradoja! El crítico más acérrimo de la dictadura neoliberal –el presidente de la república– ha puesto el destino de la salud de los mexicanos más pobres en manos de una funcionaria en cuya oficina las decisiones se toman a partir de la tiranía del mercado, de las pérdidas y ganancias, de los cálculos más fríos e inhumanos del ahorro millonario.

Germán Martínez Cázares, en su carta de renuncia al IMSS, acusa  que hay una “injerencia perniciosa” de Hacienda por “los recortes y más recortes”, “los ahorros y más ahorros”, pero lo que omitió mencionar el exdirector es la soberbia e ilegalidad con la que está operando la Oficialía Mayor de Hacienda.

El estilo absolutista de la 4T está pisoteando los fundamentos jurídicos de la administración pública. La Secretaría de Hacienda pretende estar por encima del Consejo Técnico del IMSS cuando, de acuerdo con la Ley del Seguro Social, este órgano  está integrado de manera tripartita por representantes de los sectores obrero, patronal y gubernamental donde las decisiones se toman de manera colegiada.

A los dueños del ábaco hacendario se les olvida que 87 por ciento de las cuotas que recibe la institución son de origen obrero patronal y que el gobierno no tiene autoridad para decidir, por sí solo, si esos recursos se ahorran o desvían a costa de la salud de los derechohabientes.

Pero hay dos razones más y de más fondo por las que pudo haber renunciado Martínez Cázares. A la maestra Raquel Buenrostro ya se le subieron los números a la cabeza y el mareo la llevó a incurrir en un error que no es propio de la matemática, pero sí de la forma política.

Buenrostro se reunió con los integrantes del Consejo Técnico  a espaldas del titular del IMSS, para presentarles el Programa de Rediseño de la Estructura Organizacional que quita recursos a la salud de los trabajadores y recorta plazas para crear una estructura administrativa paralela en los estados que estará, se deduce, bajo el control de Hacienda y ya no del IMSS.

La otra razón de la renuncia, que ya trascendió a los medios y que Germán dejo entrever, es el desvío de los ahorros de la institución a otros fines.

De acuerdo con fuentes oficiales, el IMSS dejó en el sexenio pasado un superávit de 21 mil millones de pesos. ¿Dónde están esos recursos y qué destino se les pretende dar?

Que nadie se asombre si mientras se construye uno de los caprichos sexenales –la refinería en Dos Bocas, Tabasco– desaparece el Hospital Infantil, el Instituto Nacional de Cancerología o el de Neurología.

Que nadie se extrañe tampoco si comienzan a elevarse los índices de muerte materna, de enfermos de VIH sida y brotan epidemias.

Los más altos círculos del poder toman  hoy decisiones a partir de una tiranía política, espiritual. Aceptan una sola verdad. La de ellos, que es a final de cuentas la del presidente. No importa si esta destruye el futuro y la vida de millones de mexicanos.

Hay una vocación destructiva. La austeridad franciscana mata, y lo va a comenzar a hacer, sin metáforas.



regina