Internacional - Economía

Sueños interrumpidos: ciudades chinas sienten efectos de desaceleración económica

2019-05-28

Para muchas personas de Henan, una provincia de 100 millones de habitantes, Zhengzhou se ha...

Por Philip Wen, Stella Qiu y Yawen Chen

ZHENGZHOU, China, (Reuters) - Durante la última década, la ciudad de Zhengzhou ha estado saboreando el sueño chino.

Impulsada por la inversión, incluidas grandes subvenciones procedentes del Gobierno central de Pekín, la capital de la provincia interior de Henan ha experimentado un gran auge.

La otrora ciudad empobrecida de 10 millones de habitantes situada entre los ríos Amarillo y Yangtsé cuenta ahora con una brillante silueta y numerosos pasos elevados de autopistas. Una red ferroviaria mejorada ha ayudado a convertir la ciudad en un centro logístico, conectando la producción de China con los envíos terrestres a Europa en el marco de la Iniciativa de Franja y Ruta del gigante asiático.

Foxconn, proveedor de Apple, construyó la fábrica de iPhone más grande del mundo en Zhengzhou.

Para muchas personas de Henan, una provincia de 100 millones de habitantes, Zhengzhou se ha convertido en un símbolo de los logros y oportunidades que puede conseguir el interior de China, un imán para quienes abandonan las granjas porcinas y los campos de trigo en busca de una vida mejor.

Las rentas personales en Zhengzhou durante la última década se han duplicado de media, alcanzando los 33.105 yuanes (4.791 dólares) el año pasado. Esto ha permitido a muchos residentes saborear la vida de clase media: electrodomésticos, artículos de lujo y apartamentos en propiedad.

Fabricantes de automóviles como GM, Honda y Nissan, y marcas de consumo como Christian Dior y Cartier han tomado nota, apostando a que el aumento de los ingresos en ciudades como Zhengzhou les abrirá nuevos mercados en fase de expansión.

No obstante, la desaceleración económica que comenzó a fines de 2018 parece haber acentuado las incertidumbres en la ciudad. Con una desaceleración generalizada en el sector inmobiliario, de consumo y tecnológico, algunos sienten que sus posibilidades de ascender en la escala social han disminuido según el coste de la vida supera el alza de los ingresos. Las oportunidades que antes eran abundantes ahora parecen estar agotándose.

Periodistas de Reuters viajaron a Zhengzhou a fines de 2018 y principios de 2019 para hablar con decenas de propietarios de negocios, consumidores y personas que esperaban comprar casas. Muchos expresaron ansiedad o dudas sobre su capacidad para conservar o alcanzar los sueños de prosperidad prometidos por el presidente Xi Jinping.

Estas son tres de sus historias, que muestran lo difícil que será para China construir una nueva base para su economía futura en provincias del interior como Henan, al tiempo que constituyen una prueba de la realidad para los minoristas globales que buscan nuevos mercados lucrativos.

EL EMPRENDEDOR

Desde que tiene memoria, Gong Tao no ha querido otra cosa que convertirse en un empresario como su padre.

Vendedor ambulante de pinceles de caligrafía chinos, su padre se ganaba la vida recorriendo Henan para mantener a la familia, a la vez que infundió en Gong el valor del trabajo duro.

Recién salido de la universidad, Gong creó una empresa en Zhengzhou en 2014 para grabar digitalmente fotos en impresiones de metal para los clientes que conmemoran ocasiones especiales.

Dos años más tarde, y con sólo 24 años, se lanzó a la pujante economía online, creando una empresa que ayudaba a los clientes a diseñar programas para WeChat, la omnipresente plataforma china de redes sociales.

El negocio iba bien y, alentado por el creciente mercado tecnológico y las ayudas públicas a los emprendedores, Gong amplió agresivamente sus actividades, invirtiendo en reformas de oficinas y mobiliario nuevo. Elevó la plantilla hasta 70 personas. Pero entonces una avalancha de competidores más baratos mermó su negocio justo cuando la economía china empezaba a desacelerarse el año pasado.

“No anticipamos que el mercado caería por un precipicio”, dijo a Reuters con voz queda Gong, que ahora tiene 26 años, en un restaurante de comida rápida en el centro de Zhengzhou. Según afirma, ha recortado drásticamente su gasto en ropa y dejó de comer fuera.

“Durante todo 2017, el negocio estaba floreciendo, las cosas iban bastante bien y luego, de repente, en 2018, se fue deteriorando”, dice.

El pasado octubre, Gong siguió el consejo de un mentor que le sugirió que cerrara su negocio y esperara al fin de la recesión. Consiguió un trabajo como comercial en una filial de una de las mayores empresas de comercio electrónico de China, pero rápidamente se desilusionó con la monotonía y los bajos salarios, y decidió no volver a trabajar después del Año Nuevo Chino en febrero.

Gong lamenta no haber comprado un apartamento antes de que los precios comenzaran a subir drásticamente hace tres años, a pesar de que han disminuido recientemente, y también le apena el hecho de que su relación con su novia de entonces se desbaratara igual que su negocio.

No ha renunciado a la aspiración de toda su vida, dirigir su propio negocio, pero dice que necesita ser realista y que está tratando de aceptar el hecho de que por ahora tiene que conseguir un trabajo normal de oficina.

“La realidad es muy cruel”, asegura.

EL GRADUADO

Con un título en telecomunicaciones de una de las mejores universidades de Pekín, una participación en el mercado inmobiliario de Zhengzhou y un matrimonio en ciernes, muchos chinos considerarían a Wu Shuang como un ganador a sus 26 años.

No obstante, en las entrevistas, Wu describe una implacable ansiedad que pesa sobre él y sus compañeros en Zhengzhou.

El apartamento que Wu compró en 2017 por dos millones de yuanes agotó la mayor parte de los ahorros de su familia y le dejó con más de 8,000 yuanes en pagos hipotecarios mensuales.

Tras renunciar a un trabajo de oficina en una empresa estatal el año pasado, que describió como aburrido y mal pagado, también tuvo que dejar de lado los planes para abrir un bar en Zhengzhou después de que sus socios se retiraron ante el desplome del consumo en la ciudad.

“No es sólo el precio de la vivienda, no es sólo que sea difícil encontrar trabajo”, dice Wu. “Ahora mismo parece que, debido a que la economía se está desacelerando, hay muchas menos oportunidades”.

Para muchos jóvenes, parece inalcanzable el sueño chino de encontrar un trabajo prestigioso, casarse a una cierta edad y comprar una casa, dice.

En especial, afirma que al dispararse el precio de la vivienda, muchos se ven obligados a depender económicamente de sus padres hasta la edad adulta, una práctica conocida como “kenlao” o “roer a los ancianos”.

Wu dice que sus padres le han ayudado con la entrada y las cuotas mensuales de la hipoteca del departamento que compró, una solución que le incomoda, sobre todo porque sus padres no son ricos.

“Mucha gente se siente impotente porque la mayoría de los que están disfrutando de la buena vida lo están haciendo no por ellos mismos, sino por su familia”, señala Wu mientras toma un café helado en un bullicioso establecimiento de Zhengdong, el nuevo distrito comercial de Zhengzhou.

“Puede que los salarios no difieran mucho, pero debido a tus orígenes familiares puede que tengas menos opciones en la vida”, añadió.

El PESCADOR

Más abajo en la escala social china, muchos se sienten marginados e impotentes en sus intentos por mejorar sus vidas exclusivamente con el trabajo duro.

Durante generaciones, los Sun navegaron con sus barcos de pesca por los ríos Huai y Amarillo, viviendo de la pesca diaria. Como su abuelo y su padre antes que ellos, los hermanos Genxi, de 44 años, y Lianxi, de 32, nacieron en un pesquero.

La pujanza económica de China tentó a los hermanos.

Desde su mirador flotante sobre el río Amarillo, a una hora en coche al norte del centro de Zhengzhou, se quedan boquiabiertos ante el espectacular desarrollo de la capital provincial.

“Estos edificios altos no tienen nada que ver conmigo. Son para otros, no para mí”, dice Lianxi. “No tenemos nada que ver”.

Los hermanos Sun no tuvieron una morada fija durante la mayor parte de sus vidas, echando el ancla donde podían. Hace aproximadamente una década, se establecieron junto al río Amarillo, en los márgenes septentrionales de Zhengzhou, para que la hija mayor de Genxi pudiera ir a la escuela.

Quieren que sus hijos terminen la escuela y que sean los primeros en romper con la larga tradición de pescadores de su familia.

“Si no estudias mucho, mi presente es tu futuro”, le dice Genxi, que es analfabeto, a su hija, que ahora está a punto de terminar la educación secundaria.

Los Sun eran dueños de una gran casa flotante, suficiente para alojar bajo un mismo techo a los 17 integrantes de su clan, repartidos entre cuatro generaciones. El barco también fue un restaurante flotante, sirviendo pescado recién cocido a los excursionistas que cruzan el río Amarillo en las afueras de Zhengzhou.

Sin embargo, como parte de una amplia campaña de protección medioambiental, las autoridades locales se hicieron cargo de la casa flotante en 2017 con el objetivo de reducir al mínimo la contaminación del agua y la sobreexplotación pesquera.

Los Sun viven ahora en tiendas de campaña hechas con lona y láminas de plástico junto a un puente flotante a orillas del río Amarillo, obligados a pescar desde una pequeña barca.

“Mi sueño es tener un lugar para vivir. Mi familia puede vivir en la casa y yo puedo trabajar para otros y dejar de pescar”, dice Sun Lianxi. “Ahora incluso tener una vida así es un lujo”.



Jamileth