Nacional - Política

El Gobierno de México anuncia una "cumbre" con Estados Unidos el miércoles para tratar la amenaza de Trump

2019-05-31

La Administración de López Obrador se ha movilizado ante la emergencia. Marcelo...

Por AMANDA MARS y LUIS PABLO BEAUREGARD, El País

Washington / México 31 MAY 2019 - Donald Trump ha decidido usar los aranceles como arma de presión contra México en su cruzada contra la inmigración irregular anunciando un gravamen casi inmediato para todos los productos procedentes del país vecino, unos de sus grandes socios comerciales. El 10 de junio entrará en vigor una tasa del 5% que irá escalando hasta el 25% si Washington no percibe una mejora en el control de sin papeles. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador reaccionó llamando a la calma, pero los mercados empezaron a temblar: semejante órdago no solo sacude a los exportadores mexicanos, sino a las propias empresas y consumidores estadounidenses.

La Administración de López Obrador se ha movilizado ante la emergencia. Marcelo Ebrard, el canciller mexicano, ha tomado este viernes un vuelo a Washington vía Houston. El encargado de Exteriores asegura haber iniciado el diálogo con su contraparte estadounidense, Mike Pompeo y el yerno de Trump, Jared Kushner. "La cumbre para resolver el diferendo será el miércoles en Washington. Mike Pompeo encabeza la delegación norteamericana... Seremos firmes y defenderemos la dignidad de México", escribió el diplomático en Twitter minutos antes de abordar el avión.  

El presidente estadounidense había amenazado anteriormente con otra medida dañina para su propia economía, que no se atrevió a aplicar: cerrar la frontera. También llegó a usar a los dreamers —una forma coloquial de referirse a los jóvenes migrantes que llegaron a EE UU siendo niños y han crecido como estadounidenses— como moneda de cambio. Y había advertido ya con usar la guerra arancelaria para obligar a México a adoptar medidas más radicales contra el flujo de inmigrantes indocumentados que cruzan el país para llegar a la frontera estadounidense huyendo, sobre todo, de la miseria de Centroamérica. Pero no fue hasta este jueves cuando lanzó formalmente el órdago. "Si la inmigración ilegal se alivia a través de medidas adoptadas por México, algo que determinaremos a nuestra discreción y criterio, los aranceles se quitarán. Si la crisis persiste, sin embargo, subirán al 10% a partir del 1 de julio", señaló el republicano en un comunicado, para seguir detallando la escalada: 15% a partir del 1 de agosto; 20% desde septiembre y 25% a partir de octubre. El mazazo al negocio sería mayúsculo: las empresas estadounidenses importaron productos mexicanos por valor de 345,000 millones de dólares el año pasado.

Que semejante amenaza haya tenido lugar el mismo día en el que se ha sabido que está tratando de acelerar la aprobación en el Congreso del nuevo tratado comercial con México y Canadá —sellado el pasado otoño— resulta una contradicción solo concebible en el universo Trump, donde no hay más estrategia que la aparente ausencia de ella: la improvisación. El jefe de gabinete, Mick Mulvaney, aseguró que las conversaciones en torno al antiguo TLC o Nafta, ahora rebautizado, como T-MEC, siguen su curso de forma independiente. Pese es difícil imaginar que esta nueva ofensiva no contamine el proceso en un momento en el que parecía que las cosas empezaban a resolverse en materia comercial. Pese a las tensiones, el intercambio entre ambos países había mejorado en los últimos meses, hasta el punto de que en enero y febrero México se convirtió en el principal socio comercial de EE UU, rebasando a China. Además, los tres Gobiernos norteamericanos acaban de llegar a un acuerdo para levantar los aranceles sobre el acero y el aluminio.

Este jueves volvieron las palabras gruesas. "Recuerden, nuestro gran país ha sido una hucha de cerdito en la que todo el mundo ha querido meter mano", señaló el presidente estadounidense. No está claro hasta dónde va a llegar con el órdago, pero, de momento, ya ha sacudido la agenda informativa de Washington en un momento que estaba resultando poco favorable para él. La declaración del fiscal especial de la trama rusa, Robert S. Mueller, negándose a exonerarle de un posible delito de obstrucción a la justicia, había agitado las llamadas al impeachment en las filas demócratas.

Andrés Manuel López Obrador respondió a la amenaza con una carta en la que llama al diálogo y en la que rechaza las medidas drásticas. "Los problemas sociales no se resuelven con impuestos o medidas coercitivas", asegura en el documento que la presidencia mexicana hizo público la noche del jueves. La misiva indica que el Gobierno de México se ha tomado muy en serio la amenaza de Trump. También los mercados lo hicieron: Wall Street sufrió pérdidas por el efecto rebote para las propias empresas estadounidenses, sobre todo esas automovilísticas que fabrican en el país vecinos para aprovechar la mano de obra más barata. Y habrá repercusión para los ciudadanos de a pie, los consumidores, con subida de precios para productos como los aguacates o las lavadoras.

El presidente mexicano recalca que su Gobierno está cumpliendo "en la medida de lo posible y sin violentar los derechos humanos" con la responsabilidad de evitar el paso de inmigrantes ilegales por México. No es retórica. Durante los primeros meses del Gobierno del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha deportado a más de 45,000 personas, principalmente a centroamericanos. Tan solo en abril, fueron devueltos a sus países 15,000 inmigrantes. Es la cifra mensual más alta registrada en los últimos años. Mientras, se acumulan los datos sobre el colapso del sistema de acogida de inmigrantes en la frontera sur debido a la llegada masiva de familias con niños. "Creo en la política que se inventó... para evitar la confrontación y la guerra", añade. Como muestra de arrojo, el presidente mexicano criticó en su carta el "America First" de Trump. "Es una falacia porque hasta el fin de los tiempos prevalecerán la justicia y la fraternidad universales". La cuerda entre las dos naciones se tensa rumbo al 10 de junio. Canadá, el tercer socio norteamericano del tratado, se ha desentendido del conflicto. Su ministra de exteriores, Chrystia Freeland, declaró que se trata de un “asunto bilateral”. Aquel sobrenombre de los “tres Amigos” es historia.



regina
Utilidades Para Usted de El Periódico de México