¡Basta ya!

El día en que se agotó la paciencia de Puerto Rico

2019-07-25

Cerca de las diez de la mañana del jueves Omaya Sosa y Luis Valentín se encontraron...

Por ANTONIA LABORDE | El País

San Juan 26 JUL 2019 - 00:19    CEST Puerto Rico vive un terremoto político cuando aún no han acabado de cicatrizar las heridas de 2017, el año en que el huracán María destrozó el Estado asociado norteamericano justo después de declararse en quiebra. La filtración de un chat del gobernador, Ricardo Rosselló, con otras autoridades del país indignó a la ciudadanía por sus comentarios sexistas y homófobos y por los tejemanejes de corrupción que revela. La isla salió en masa a la calle y Rosselló se vio obligado a renunciar. Pero su sustituta también está salpicada por la corrupción. 

Cerca de las diez de la mañana del jueves Omaya Sosa y Luis Valentín se encontraron por primera vez desde que Rosselló anunció su renuncia la noche anterior. Los periodistas que filtraron los chats que acabaron con la dimisión del gobernador de Puerto Rico se fundieron en un abrazo durante un rato. Nadie decía nada. La calle hablaba por ellos: ¡Ricky, te botamos! Durante 12 días la ciudadanía se echó a las principales avenidas de San Juan para exigir la dimisión del afiliado al Partido Demócrata tras quedar al descubierto los diálogos que mantuvo con sus colaboradores más cercanos, plagados de comentarios sexistas, homófobos y detalles sobre la maquinaria de corrupción oculta en las cloacas de la Administración. Asediado por la presión, Rosselló dio un paso a un lado que se hará efectivo el 2 de agosto, pero el pueblo no está satisfecho. El político saliente nombró como sustituta a la secretaria de Justicia, Wanda Vázquez, que también ha estado envuelta en casos de corrupción.

La conversación en la isla es monotemática. En el ascensor, en el almacén, entre los compañeros de oficina, solo se habla de dónde estaban cuando explotó la noticia. “Yo no creía que fuera a renunciar hasta el último minuto”, comenta uno. “Yo ya me había ido a acostar...”, le responde otro. Valentín, en representación del equipo del Centro de Periodismo Investigativo (CPI), estaba en las calles aledañas de La Fortaleza, la mansión donde vive el gobernador. Cuando la gobernación subió el vídeo a Facebook, el pueblo enmudeció como si estuvieran siguiendo una final de penaltis en un Mundial. “Después de escuchar el reclamo, hablar con mi familia, pensar en mis hijos y en oración, hoy les anuncio que estaré renunciando al puesto de gobernador”, anunciaba Rosselló. Puerto Rico lo celebró a lo grande: la pelota había entrado. Los manifestantes saltaron dentro de las fuentes de agua, se encaramaron sobre los basureros, sacaron medio cuerpo por las ventanas de los coches para hacer flamear con fuerza la bandera boricua.

La resaca de la celebración tiene un sabor agridulce para los boricuas, que el jueves volvieron a salir a la calle. Aunque ya han logrado que una quincena de autoridades renuncien tras salir a la luz las 889 páginas del grupo de Telegram, no les gusta que Vázquez sea quien los gobierne. En teoría debería ser el secretario de Estado quien ocupe el sillón caliente, pero Luis G. Rivera Marín presentó su dimisión tras verse envuelto en el escándalo. La secretaria de Justicia no tendrá fácil su nombramiento. El jueves por la mañana la Oficina de Ética Gubernamental sostuvo que están investigando a Vázquez, de 59 años, por negarse a indagar en posibles irregularidades relacionadas con la gestión del devastador huracán María. Su posición también se dio a conocer con la filtración de un chat entre ella y el exsecretario del Departamento de Hacienda. “Las manifestaciones van a seguir hasta que pongan ahí a una persona que sea limpia, íntegra, que tenga la confianza de la gente”, sostiene Omaya Sosa, autora de un artículo sobre la corrupción en la Administración publicada por CPI.

Posibles delitos
Con la dimisión, Rosselló se ha librado del juicio político, pero no penal. La Cámara de Representantes, donde el Partido Nuevo Progresista (PNP) tiene mayoría, había acordado con Rosselló que renunciaría el miércoles por la tarde. Pero a esa hora solo había rumores circulando. La tardanza con que llegó el anuncio —cerca de la medianoche— hizo enfurecer a los legisladores, que amenazaron con llevar adelante el proceso de destitución, ya que un informe que encargaron a tres juristas indicaba que los chat revelaban varios posibles delitos, entre ellos malversación de fondos públicos, negligencia y aprovechamiento ilícito de trabajos o servicios públicos. Ahora es el Departamento de Justicia quien tiene que actuar al respecto.

La indignación del pueblo boricua no solo responde a los insultos que profirieron el gobernador y sus principales asesores en el chat. La filtración dada a conocer por el Centro de Periodismo Investigativo ocurrió pocos días después de que el FBI decidiera arrestar a dos funcionarias de Rosselló como parte de una investigación federal de corrupción relacionada con programas de salud y educación. La secretaria de Educación, Julia Keleher, y la directora ejecutiva de la Administración de Seguros de Salud de Puerto Rico (ASES), Angie Ávila, pudieron renunciar antes de sus detenciones, pero sus bajas forman parte del agujero de vacantes con las que ahora lidia el Gobierno. Ambos escándalos conmocionan a una isla que sufrió el paso del devastador huracán María en 2017, que causó al menos 3.057 muertes.



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