Internacional - Población

Trazando la ruta de los esclavos en Ghana, 400 años después

2019-08-01

Su tío se llamaba Kwame Badu, un nombre que se transmitió a través de la...

Por Siphiwe Sibeko y Francis Korokoro | Reuters

ADIDWAN, Ghana (Reuters) - Nana Assenso está parado junto a la tumba de su tío, recordando al hombre que amaba pero también un pasado que ha perseguido a su familia durante generaciones.

Su tío se llamaba Kwame Badu, un nombre que se transmitió a través de la familia en recuerdo de un antepasado que fue capturado y vendido como esclavo hace muchísimo tiempo.

“Al crecer, me contaron la historia de dos de mis tatarabuelos, Kwame Badu y Kofi Aboagye, que fueron capturados y vendidos como esclavos”, dice Assenso, de 68 años, jefe de Adidwan, una aldea en el interior de Ghana y quien siguió la tradición familiar y nombró a su hijo menor Kwame Badu.

Este mes se cumplen 400 años desde que los primeros esclavos africanos registrados llegaron a América del Norte para trabajar en plantaciones en las colonias inglesas.

En los siglos posteriores, los traficantes de esclavos europeos enviaron a millones de hombres, mujeres y niños africanos a través del Océano Atlántico. Muchos murieron en condiciones espantosas durante el viaje, mientras que los sobrevivientes soportaron una vida de miseria y un trabajo agrícola agotador.

Para algunos de ellos, el terrible viaje comenzó aquí, en el interior de Ghana. Capturados por esclavistas, fueron arrastrados por caminos de tierra durante 200 kilómetros a castillos de esclavos enclavados en la costa atlántica, donde abordaron barcos hacia América del Norte. Nunca volvieron a ver su tierra natal.

Desde Adidwan los esclavos fueron llevados al sur, pasando por la ciudad minera de oro de Obuasi.

Kwaku Agyei es un anciano pastor de Obuasi. Cuenta la historia del comercio de esclavos a los trabajadores jóvenes en su vecindario, en un relato en el que la indignidad de lo ocurrido se mezcla con el orgullo por sus antepasados.

“Nos capturaron porque se dieron cuenta de que éramos muy fuertes”, dice el hombre de 71 años. “Enviaron a nuestros antepasados ​​a trabajar en plantaciones de azúcar. La trata de esclavos nos hizo darnos cuenta de que el hombre blanco era cruel”.



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