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Historia personal de guía opaca esplendor de San Petersburgo

2019-08-02

Con su barba blanca y su cabello desarreglado, Rasner, de 68 años, parece salido de un...

Por IRINA TITOVA | AP

SAN PETERSBURGO, Rusia (AP) — La segunda ciudad más grande de Rusia combina un esplendor único con una cruel pobreza. Vyacheslav Rasner, que vivió una década en la calle, explora ambos extremos y ha pasado a ser uno de los guías turísticos más populares de la que fuera capital del antiguo imperio ruso.

Con su barba blanca y su cabello desarreglado, Rasner, de 68 años, parece salido de un relato de Dostoevsky sobre el bajo mundo de San Petersburgo. Pero de algún modo logra transmitir su erudición y su cariño por la ciudad.

Todos los días Rasner se planta en las afueras de la estación del metro de Admiralteiskaya de las nueve de la mañana a las tres de la tarde, tratando de conseguir clientes para llevarlos a conocer la calle principal, la Nevsky Prospekt. A veces llega a reunir 30 personas para un paseo.

Su excursión abarca mayormente las historias detalladas de 15 edificios contiguos de los que se habla poco. Ofrece una visión muy diferente a la que se lleva el turista que solo visita las grandes atracciones de la ciudad. Lo que más le gusta a sus clientes, no obstante, es la historia personal de Rasner.

Alexander Kazhayev, de 28 años, de Penza, a 800 kilómetros de San Petersburgo, dijo que vino especialmente a conocer a alguien que se ha hecho muy popular en Rusia a través de la internet.

“Me enorgullezco de este tipo, que es una verdadera leyenda, porque no está pidiendo limosna, sino que se gana la vida transmitiéndole sus valiosos conocimientos a otros. Este tour es una experiencia inusual, muy emotiva”, dijo Kazhayev.

“Mucha gente trabaja como guía, pero él viene de otro sitio y es obvio que le encanta lo que hace”, agregó Viktoria Volosnova.

Rasner fue profesor de geografía y biología, y los fines de semana trabajó como guía turístico. A los 57 años, perdió su departamento tras caer víctima de un embauque y durante diez años vivió en un edificio abandonado del centro de la ciudad, en el que cuidaba de perros y gatos callejeros.

Cuenta que los peores momentos eran el frío y prolongado invierno. No pasó hambre porque se tropezó con mucha gente buena que le daba comida.

En determinado momento, Rasner decidió volver a trabajar como guía y enderezó su vida, tanto en la parte financiera como social.

“Quiero compartir mi conocimiento de mi ciudad con otras personas”, declaró a la Associated Press. “Cuando la gente pasa por una situación dura, como perder su casa, debe conservar el optimismo y tratara de cambiar las cosas. No hay que dejarse estar. Hay que inventar algo para cambiar de situación”.

La popularidad de Rasner como guía aumentó cuando un voluntario de una organización caritativa para los indigentes, Nochlezhka (Albergue Nocturno), le dedicó una página en Vkontakte, el equivalente ruso a Facebook.

Hace un año, una mujer que Rasner describe como una “admiradora”, lo ayudó a encontrar una vivienda.

Algunos hábitos perduran. Si bien tiene un espacioso departamento de dos dormitorios que coparte con un amigo y dos gatos, el lugar es desordenado y maloliente.

Al mismo tiempo, es obsesivo con la puntualidad y tiene una rutina diaria que incluye visitas al sitio donde dos mujeres le dieron de comer por años, y lo siguen haciendo.

Alexander Voronov, especialista en trabajo social de Nochlezhka, dice que el caso de Rasner ayuda a contrarrestar los estereotipos negativos de los indigentes.

“Generalmente la gente piensa que los indigentes son personas perezosas, adictas al alcohol o las drogas, sin educación ni cultura. Sin embargo, Rasner hace un trabajo muy creativo como guía turístico y tiene grandes conocimientos de la ciudad y su arquitectura”, dijo Voronov. Agregó que entre los clientes de Nochlezhka ha habido ex cantantes de ópera, escritores, ejecutivos de márketing y empresarios.

La gente no se da cuenta de lo vulnerable que es a las idas y venidas de la vida, sostuvo Voronov.

“A veces todo se viene abajo de un momento a otro: La gente pierde su trabajo, su casa por algún embauque, sus relaciones sociales”, comentó. “Hace falta una gran fortaleza psicológica para volver a una vida normal, capacidad para adaptarse y en lo posible ayuda de afuera”.



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