Muy Oportuno

Educación y ética

2019-08-30

La educación para la ética supone, además, que los seres humanos tenemos una...

Por: P. Fernando Pascual, LC 

Una buena educación ética acompaña, estimula, promueve todo aquello que sirve para avanzar hacia lo excelente.

El hombre aprende a caminar, a hablar, a pensar, a comer, a cuidar su aseo, a ordenar las cosas, a comportarse bien.

Lo último, aprender a comportarse bien, es lo mismo que aprender ética. Lo cual implica tener una idea más o menos clara de lo que sea malo y lo que sea bueno.

La educación para la ética supone, además, que los seres humanos tenemos una libertad con la cual escogemos entre opciones. Algunas mejores, otras indiferentes, otras claramente malas.

Quienes tienen la tarea de educadores (los padres, los maestros, otras figuras cercanas a los educandos) saben lo importante que es una buena educación ética, y lo difícil que resulta ofrecerla adecuadamente.

Ya en las primeras etapas, el niño ofrece resistencia a lo que le dicen sus mayores. No quiere respetar a otros niños, usa malas palabras, intenta "robar" juguetes, y otra serie de comportamientos problemáticos.

Gracias a Dios, hay niños más dóciles, tranquilos, abiertos y disponibles a ser guiados, a ser ayudados en el camino que lleva a una sana vida ética. También ellos necesitan ser guiados, sobre todo ante el peligro de encontrarse con malos "amigos".

El reto de la educación moral ha cruzado todas las sociedades y todos los pueblos. Entre los primeros pensadores de las grandes tradiciones culturales hay decenas y decenas de sentencias que buscan dar pistas para una vida éticamente bien llevada.

Por eso, una de las preguntas centrales de cualquier tiempo, también del nuestro, consiste en ver si realmente lo que ofrecemos como educación ética sea válido, justo, apto para el bien de cada uno y de la sociedad, o si no hay escorias y desviaciones que impiden a los hijos a distinguir entre el bien y el mal.

Cada decisión de un ser humano permite acercarse hacia la honradez, la justicia, la veracidad, el amor, o hacia lo contrario. Una buena educación ética acompaña, estimula, promueve todo aquello que sirve para avanzar hacia lo excelente, lo virtuoso, lo que vale, tanto para la vida presente como para la vida que inicia tras la muerte...



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