Imposiciones y dedazos

Regular los medios

2019-09-02

La senadora Lilly Téllez, del PTVA (Partido de TV Azteca), se revolvió en su...

Por Humberto Musacchio | Revista Siempre

Óscar González Yáñez, diputado por el Partido del Trabajo, advirtió a sus colegas: “Si nosotros no regulamos a los medios de comunicación, se van a convertir en el instrumento fundamental de la derecha en el 21 y en el 24… Solamente ganamos las elecciones, pero no hemos desmantelado los poderes fácticos, no los hemos regulado”.

Lo dicho por el diputado petista despertó reacciones exageradas, timoratas y ausentes de perspicacia y perspectiva política. Por ejemplo, doña Olga Sánchez Cordero de inmediato salió a decir que “No es intención del Gobierno MX limitar en forma alguna la libertad de expresión que se ejerce en los medios de comunicación”.

La senadora Lilly Téllez, del PTVA (Partido de TV Azteca), se revolvió en su escaño y mostró a quién sirve: “Esto –dijo en un Tweeter– es un vil intento de censura. Un ataque a la libertad de expresión. Lo desapruebo y pelearé contra ustedes desde el Senado”.

El colmo fue que su propio partido desautorizara a González Yáñez con una declaración cobarde y antinacional. En un comunicado, la bancada del PT dice que “la regulación de los medios de comunicación no es un tema que se encuentre en nuestra agenda legislativa ni para este periodo ni en el futuro y menos dentro de la 4T… Expresamos nuestro respeto irrestricto a la libertad de expresión, al trabajo periodístico profesional que realizan los medios de comunicación…”

De las respuestas que recibió González Yáñez se desprende que el Ejecutivo Federal y el Congreso (por lo menos algunos congresistas) se niegan a ejercer las facultades de que están dotados constitucionalmente y, lo que es peor, por regulación entienden censura, olvidando que en otros países la regulación ha servido para ampliar las libertades de información, análisis y crítica, como ocurrió exitosamente en la España posfranquista.

Desde hace varios años se han levantado voces que demandan el establecimiento de un sistema de subsidios, legal y vigilado por todos los actores en juego, pero los gobernantes federales, estatales y hasta municipales han preferido continuar con los cochupos, los chantajes, las dádivas a cambio de favores y otras fórmulas, esas sí lesivas para la libertad de expresión, en tanto que castigan la veracidad, la crítica y la disidencia.

Es lamentable que por temor a los poderes fácticos, gobernantes y legisladores renuncien a su función constitucional y legal y, lo que es todavía más penoso, que traicionen a la ciudadanía que los llevó a los cargos que ahora tienen. Pero así es esto de la 4T, también conocida como “el cuatrote”.


 



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