Testimonios

Madre Teresa de Calcuta, una vida dedicada a los olvidados del mundo

2019-09-05

"En 1946 fue cuando sintió la llamada de Jesús para que abandonara la...

 

Era una mujer menuda y de pequeña estura fí­sica pero de incomparable tamaño espiritual. Madre Teresa tení­a una extraordinaria fortaleza y supo demostrar con su amor por los más pobres que la santidad no es un camino imposible.

Nació en Skopje en 1910, por entonces parte del Imperio Otomano. Encontró su vocación de servir a los pobres a una edad muy temprana. Con 18 años ingresó en las Hermanas de Loreto, y se dedicó a impartir clases a niñas pobres, hasta que recibió lo que ella misma definió como "la llamada dentro de la llamada".

"En 1946 fue cuando sintió la llamada de Jesús para que abandonara la congregación de Loreto y empezara una nueva vida entre los pobres en Calcuta".
  
Madre Teresa fue a contracorriente de la mayoría de congregaciones religiosas de la época, que pensaban que los necesitados debían buscarlas a ellas, y no al revés. Hizo justo lo contrario, fue a buscar a los más necesitados a sus propias casas. No importaba lo pobres o humildes que fueran.

"Fue en busca de las almas allí­ donde se encontraban, en busca de los olvidados, a los suburbios. Hizo lo que Jesús le pedía: Le llevó a los lugares más oscuros para que habitase en ellos". 
    
Aun así, su amor no se limitaba sólo a los pobres, sino que lo extendí­a a todo aquel que se cruzaba en su vida. Veía a las personas con su infinita dignidad humana, sin importar su condición fí­sica o social. Por eso, pidió a los demás que hicieran lo mismo.

"Solía preguntar a la gente: "¿Ves a la persona que tienes a tu lado? ¿Ves a tu familiar, a tu vecino, a los personas sin hogar con las que te cruzas cada día? "Madre Teresa nos pedía a todos que abriéramos los ojos para ser conscientes de la realidad de las personas que nos rodean".


Madre Teresa insistía en que no solo los más pobres debían estar cerca de Dios y darse cuenta de que eran amados por Él. 

Su incansable trabajo la hizo merecedora del premio Nobel de la Paz en 1979. Uno de los muchos reconocimientos que se le otorgaron.

Al final recibió el premio que sí­ buscó durante toda su vida: Ser santa.
 



regina