Miscelánea Humana

La casa está ardiendo

2019-10-02

Millones de jóvenes y niños, han salido a las calles en  decenas y decenas de...

Por Bernardo González Solano | Revista Siempre

"Grito enérgico para movilizar a los Estados, especialmente los más poderosos. Convencerlos de que solo con políticas eficaces y coordinadas se puede frenar la catástrofe climática"

Cuenta la historia que allá por 1212, después de la cuarta Cruzada, en el Medioevo, miles de niños, de 20 mil a 30 mil, que se autollamaron “cruzados”, en ocho misiones distintas –solo que sin armas de ninguna clase–, procedentes del norte de las tierras galas, ahora francesas, y del occidente germano, marcharon, en una gesta de leyenda, con destino a Jerusalén para salvar el Santo Sepulcro en manos musulmanas, a las que pretendían convertir al cristianismo solo por la fuerza de la fe. Después de varios episodios increíbles, los grupos fueron diezmados por el hambre y la muerte, e incluso vendidos como esclavos. Ninguno llegó a Tierra Santa, pero la versión sobrevivió hasta nuestros días, por medio de la literatura y de libros de historia, e incluso películas.

Verdad o mentira, la proeza merece recordarse. Ahora, millones de jóvenes y niños, han salido a las calles en  decenas y decenas de ciudades de muchas partes del mundo, para manifestar su propósito de salvar al planeta del calentamiento global que, más pronto de lo esperado, se enfila al Apocalipsis sin retorno. Los infantes medievales fracasaron en su intento religioso, más vale que los del siglo XXI logren el éxito. De otra suerte, en menos que canta un gallo, abur. No habrá otra oportunidad. Como reza el título del libro de la jovencita sueca Greta Thunberg, “Nuestra casa está ardiendo”. Greta Tintín Eleonora Ernman Thunberg (3 de enero de 2003, Estocolmo), es la heroína de esta historia, que los jóvenes de la Tierra, y muchos más, esperan no termine en la última tragedia.
 
Por enésima ocasión, la reunión convocada desde mayo de 2018, por el Secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Cumbre sobre la Acción Climática y Sanidad Universal –que duraría un solo día, el lunes 23 de septiembre–, se llevó a cabo en la Casa de Cristal, sede del organismo internacional en Nueva York, con la asistencia de la mayoría de los 193 estados miembros excepto el presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump (que se dejó ver en la asamblea general aunque no participó en la reunión, pero a cambio recibió una mirada de la jovencita Thunberg que ya es histórica. La soberbia del magnate que trata de ignorar la contaminación ambiental ya fue bien calificada por la activista sueca), cuyo país es el que más contamina en el planeta, así como Xi Jinping, el jerarca de China, y algunos otros que no comulgan con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático de 2015. De hecho, el llamamiento del portugués Guterres a la cumbre, fue claro al especificar que los gobernantes participantes llevaran acciones concretas en vez de los acostumbrados discursos que no comprometen a nadie. Grito enérgico para movilizar a los Estados, especialmente los más poderosos. Convencerlos de que solo con políticas eficaces y coordinadas se puede frenar la catástrofe climática.

Tal y como se esperaba, la oradora del día fue Greta Thunberg, en un desgarrador discurso de no más de dos minutos. La jovencita sueca les leyó la plana a los 91 jefes de Estado y de Gobierno presentes en la cumbre. Con una retórica dura, que nadie hubiera pensado, la estudiante y activista que hace un año dejó de asistir a clases los viernes para protestar en forma solitaria frente al Parlamento de Suecia, con una pequeña pancarta en la que simplemente decía: “Skolstrejk for Klimate” (¨Huelga escolar por el clima”), lo que le granjeó gran popularidad,  primero en Suecia y posteriormente en todo el mundo, opacó con sus palabras a personajes como Angela Merkel, la canciller de Alemania, al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y al primer ministro de la India, Narendra Modi, entre muchos otros, pese a que sus propuestas eran relevantes.

Con aplomo, Thunberg afirmó a los asistentes a la cumbre: “Yo no debería estar aquí, sino muy lejos, en la escuela. Vienen a nosotros los jóvenes, buscando esperanzas, ¿cómo se atreven?…Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas y, sin embargo (afirman) que soy una de las “suertudas”…”Los ojos de todas las futuras generaciones están puestos en ustedes. Si optan por fallarnos, nunca se los perdonaremos”.

Como si fuera avezada en los foros internacionales –de hecho pese a su corta edad ya ha participado en muchas reuniones de alto nivel–, reprochó a los dirigentes presentes su pasividad, culpándolos de que “estamos al inicio de una extinción masiva y de lo único que pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas sobre un crecimiento económico eterno… Aún están a tiempo de corregir el rumbo”. No aclaró cuáles fueron los sueños que le han robado, pero ni falta hacía.

Macron, que sí fue invitado a hablar, así como la canciller germana, afirmó que “es indispensable una agenda comercial (mundial) que contemple emisiones cero, así como dejar de financiar proyectos de infraestructuras que aumenten las emisiones”. Por cierto, el joven mandatario francés, en su vuelo de París a Nueva York, causó cierta controversia al criticar al gobierno de Polonia, al que acusó de tratar de obstaculizar el avance de la agenda del clima de la Unión Europea. El gobierna de Varsovia fue uno de los que no fueron invitados a hablar en la cumbre, dado que la ONU consideró que no tenía propuestas concretas, como también fue el caso de EU, aunque Donald Trump se dejó ver, de mala gana, en la reunión para escuchar los discursos de Angela Merkel y de Narendra Modi, pero no a Antonio Guterres ni a la joven Greta. Otros que no subieron al estrado fueron Japón, Brasil, Australia y Sudáfrica.  ¿Y México?, bien gracias. Nuestro futuro es “Dos Bocas”, López dixit. En Babia.

Por su parte, el Secretario General de la ONU, reafirmó que ésta no era una cumbre para hablar, porque los líderes mundiales ya han hablado “bastante”, ni para “negociar”, porque “no se negocia con la naturaleza”…”Se trata de una cumbre climática para la acción”. Además, el dirigente mundial ha insistido en la reclamación de los jóvenes a los Gobiernos ante el hecho de que la generación de los mandatarios actuales, en su opinión, no ha asumido “la responsabilidad de proteger al planeta”. “La emergencia climática es una carrera que vamos perdiendo pero la podemos ganar”, defendió el portugués, que aseguró que existen las herramientas y la tecnología para solucionar más del 70 por ciento de las emisiones globales. En este contexto, recordó que la “ciencia es innegable e irrefutable” y puntualizó “Instó a una transformación mundial de las finanzas que sean compatibles con la neutralidad de carbono”.

Un comunicado oficial de la cumbre precisó: el secretario general Antonio Guterres sostuvo en la reunión que “la naturaleza está enojada, y nos engañamos a nosotros mismos si creemos que podemos engañar a la naturaleza. La Tierra nos grita: STOP.

La crisis climática es causada por nosotros, y la solución la debemos buscar nosotros”. Más claro, ni el agua.

En esta ocasión, el discurso de Guterres no fue tan protocolario como acostumbra. El momento era especial e invitó a los países a no tener “miedo a ser ambiciosos”  ni  a imponer “más presión, ni a recordar una y otra vez cuál es la realidad de la situación”, porque la ciencia, asegura que al ritmo actual, a final de siglo la temperatura media global del planeta aumentará 3 grados centígrados. “No quiero ser cómplice de la destrucción de nuestro propio hogar. No seré un testigo callado ante el crimen de condenar el futuro. Nuestra obligación es hacer todo lo posible para terminar con la crisis climática”.

Un estudio de la ONU estima que el mundo necesitaría aumentar sus esfuerzos entre tres y cinco veces más para contener el cambio climático, frenar el aumento del calentamiento a 1,5 grados como máximo y evitar el crecimiento del daño climático que se presenta en todo el planeta. El propósito es definir los siguientes pasos para que en 2020 se actualicen sus Contribuciones Determinadas Nacionalmente con el fin de reducir colectivamente las emisiones en al menos un 45 por ciento para 2030 y preparar estrategias estatales para lograr la neutralidad de carbono a mediados de siglo. Es decir, lograr emisiones netas de CO2 (dióxido de carbono) cero para 2050. No todos parecen estar convencidos de que la tarea urge, la ONU informa de que apenas 66 gobiernos están “comprometidos” a avanzar en la reducción de emisiones respecto al acuerdo alcanzado en París.

La cuestión es que pese a los retrógradas mandatarios como Trump, Bolsonaro y otros populistas que arriesgan el futuro de sus países a continuar con la explotación del petróleo, utópicos mesías tropicales, la Tierra no puede soportar ya el actual modelo de vida. El tiempo se acaba. La esperanza son los millones de jóvenes, impulsados por lúcidos activistas como Greta Thunberg, que saben que el problema no es a futuro, sino es el presente. La lucha contra el Apocalipsis importa a todos. La parálisis de los políticos es inaceptable. Los jóvenes tienen la palabra.



Jamileth
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