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El 'ascenso pacífico' chino

2019-10-03

En los últimos dos años, debido al desarrollo chino, la “amenaza de...

ZHENG BIJIAN | Política Exterior

Una China que se abre al mundo y una Unión Europea ampliada hacia el Este tienen la oportunidad de elaborar una estrategia propia para Eurasia y convertirse en pilares de un orden mundial estable. La tarea requiere una Europa unida, independiente y con amplios horizontes históricos.

En los últimos dos años, debido al desarrollo chino, la “amenaza de China” y el “colapso de China” se han convertido en tópicos recurrentes en algunos países. He advertido últimamente que la gente está muy interesada en otro de ellos: el del “ascenso pacífico de China”, y se han formulado preguntas muy interesantes al respecto que mueven a la reflexión y que merecen respuestas.

Querría elaborar con mayor detenimiento mis observaciones en tres aspectos:

1. ¿Cuál es la naturaleza del camino escogido para el ascenso pacífico de China? ¿Conducirá a algún sitio?

2. ¿Qué traerá ese ascenso a la región Asia-Pacífico?

3. ¿Cuál será el futuro de China y de la región Asia-Pacífico?

Antes de abordar el asunto del rumbo probable que podría tomar ese ascenso, me gustaría hacer algunas aclaraciones. El “ascenso pacífico de China” se refiere al camino de desarrollo emprendido por el país que se remonta al tercer pleno del XI Congreso Nacional del Partido Comunista Chino de finales de 1978, y que se mantendrá hasta mediados de este siglo. Durante este periodo histórico, en el que la paz y el desarrollo permanecen como los asuntos dominantes de los tiempos que corren, China, en términos generales, realiza su modernización a través de un desarrollo sólido, sostenido, rápido y coordinado basado en la reforma y la apertura. Hace ya un cuarto de siglo desde que China emprendió el camino del ascenso pacífico. Fue Deng Xiaoping, el arquitecto de la reforma y la apertura chinas, quien nos condujo por ese rumbo y es bajo el liderazgo de Jiang Zemin, núcleo de la tercera generación del liderazgo chino, y de Hu Jintao, líder de la nueva generación, por el que nos guiamos en este camino.

Los últimos 25 años han sido extraordinarios. Nuestra mayor ganancia ha sido darnos cuenta de que la “paz” y el “ascenso”, que parecen términos contradictorios, pueden en realidad integrarse. En el pasado, el ascenso de las grandes potencias significó con frecuencia el hundimiento del orden internacional y una amenaza para la paz. China rompe con esa regla. Mientras que buscamos un medio internacional pacífico para asegurar nuestro desarrollo, salvaguardamos al mismo tiempo la paz mundial a través de nuestro desarrollo.

¿Cómo podemos integrar la paz con el ascenso? Si hay algún secreto, este radica en que emprendimos el camino de construir independientemente el socialismo con características chinas comprometiéndonos con la globalización económica en lugar de distanciarnos de ella.

Con el “compromiso con la globalización económica” quiero decir que no sólo abrimos nuestro mercado interno, sino que además aprovechamos el mercado mundial como modo de asegurar la coexistencia pacífica con el resto del mundo. Buscamos una situación que sea mutuamente beneficiosa para todos, en la que no haya perdedores, sólo ganadores, compitiendo en un terreno de juego nivelado para todos los países por igual, con las mismas reglas y bajo el principio de poder obtener las mayores ventajas mientras evitamos los factores negativos.

“Construir independientemente el socialismo con características chinas” significa que al mismo tiempo que concedemos gran importancia a la utilización del mercado mundial y de los recursos que provee, dependemos principalmente de nuestra propia fuerza para la solución de los problemas que emergen en el proceso de desarrollo, en lugar de llevar nuestros problemas a otros países. Como país que cubre un enorme territorio dotado de abundantes recursos naturales, China es capaz de alcanzar ese objetivo.

Ese el modo en que los términos “paz” y “ascenso” están vinculados y pueden integrarse. Dos proverbios chinos pueden ilustrar ese proceso. Uno es “no hagas a los otros lo que tú no quisieras que hagan contigo” y el otro, “quien ayuda a los demás se ayuda a sí mismo”. Ése es el modo en el que surge el ascenso pacífico.

A aquellos que sospechan o dudan de la viabilidad del camino del ascenso pacífico escogido por el pueblo chino, les preocupa principalmente que en las primeras décadas del siglo XXI China se enfrente tanto a oportunidades como a desafíos, y entonces se preguntan: ¿Cómo podrá China hacer frente a todos esos retos? Es cierto que lo que afrontamos no es una travesía plácida; habrá desafíos predecibles y otros imprevistos, riesgos y presiones. No sólo somos conscientes de ello sino que, además, hemos elaborado una aproximación científica para enfrentarnos a esas oportunidades y desafíos.

En primer lugar, nuestra experiencia enseña que nadie regala nada en el mundo. Para aprovechar y crear oportunidades y abrir nuevos horizontes tenemos que superar dificultades y afrontar los riesgos.

Segundo, nuestra experiencia también ha demostrado que las oportunidades y dificultades pueden derivar tanto de factores internos como externos, pero el factor decisivo es siempre la propia China. Nuestro éxito depende de si somos capaces de aprovechar las oportunidades con un espíritu pionero e incluso de crear nuevas oportunidades.

Tercero, debido a la débil fuerza agregada de China en relación con otras grandes potencias mundiales, junto a una diversidad de serias vulnerabilidades, ciertamente nos enfrentamos a un gran número de factores impredecibles y dificultades. En la medida que gestionemos apropiadamente esas debilidades y encontremos nuevos métodos y estrategias, seremos capaces de convertir los riesgos en oportunidades e incluso podremos crear nuevas oportunidades.

Los factores implicados, los aspectos negativos y positivos, además de nuestra actitud hacia las oportunidades, muestran que en las dos primeras décadas del siglo XXI, mientras afrontamos varios riesgos y oportunidades, China está destinada a anunciar la emergencia de una nueva era de oportunidades estratégicas para su ascenso pacífico.

¿Qué traerá ese ascenso pacífico para la región del Asia-Pacífico? He mencionado antes dos cuestiones matemáticas. Una es la multiplicación; la otra es la división. Las dos cuestiones ilustran la presión y el ímpetu que ha traído a nuestro desarrollo la enorme población de China y demuestran que nos tenemos que concentrar en nuestro propio desarrollo.

Hoy incluiré dos cuestiones matemáticas más. Una es la suma; la otra es la resta. La suma es: ¿Qué magnitud de crecimiento potencial se producirá si un gran mercado de 1,300 millones de consumidores y el rápido crecimiento de la economía china se añaden a la región del Asia-Pacífico? La resta es: ¿Cuál será la dimensión del vacío que quedará si ese mercado chino es sustraído del mercado del Asia-Pacífico?

Es decir, el ascenso pacífico de China y el crecimiento sostenido, rápido, coordinado y sólido de la economía china traerán tremendas oportunidades históricas, más que amenazas, a la región.

Esas inmensas oportunidades están siendo creadas gracias a la política exterior independiente de China y a su búsqueda de un camino de ascenso pacífico. China es ya una fuerza constructiva para la paz y la estabilidad de la región, no una fuerza destructiva que desafíe el orden regional. Al haber sufrido los desastres de la guerra y los conflictos civiles, el pueblo chino conoce perfectamente la naturaleza preciosa de la paz y la importancia del desarrollo. China desempeñará un papel en todo lo que conduzca a la paz y a la estabilidad en la región Asia-Pacífico y se opondrá con determinación a todo lo que vaya en detrimento de la estabilidad o sea destructivo de la paz. De esto da pleno testimonio la conducta responsable de China en relación a los asuntos regionales.

Cooperación subregional

Esas oportunidades históricas son también el resultado de varios mecanismos de cooperación subregional y de los estrechos vínculos económicos que China ha forjado con sus vecinos en su proceso de ascenso pacífico. Ese sistema subregional no sólo sirve a las necesidades de los países en desarrollo de la región, sino que también proporciona una plataforma para que las grandes potencias desempeñen su debido papel. Ese sistema subregional y el alineamiento de Estados Unidos con sus aliados asiáticos, aunque diferentes, no son conflictivos. Los dos pueden ser complementarios y reforzar mutuamente la estabilización del orden regional.

Las oportunidades históricas también surgen de la cultura y las tradiciones de China y su influencia en la región del Asia-Pacífico. Como civilización con una historia milenaria, China tiene una tradición de saber aprovechar los puntos fuertes de los demás. En particular, tiene unos vínculos históricos y culturales profundamente arraigados con los países de Asia oriental. Las tradiciones culturales chinas que dan relieve a la “unidad en la diversidad” y a “la prioridad de la paz” también sirven de mucho para facilitar la coexistencia armoniosa de China con sus vecinos y compartir la prosperidad con la región del Asia-Pacífico y el mundo en su conjunto.

En términos generales, el ascenso pacífico de China trae a la región Asia-Pacífico oportunidades para el desarrollo, condiciones para la paz y espacio para la cooperación. Por otro lado, creemos que China y los países de la región pueden mutuamente ofrecerse oportunidades. Cuantas mayores sean las oportunidades que demos a los países vecinos, mayores serán también las que obtendremos de ellos. Si China fracasa en su objetivo de ofrecer oportunidades a los países del Asia-Pacífico en su proceso de desarrollo, perderá también su oportunidad de consolidar su ascenso pacífico. Debido a ese entendimiento básico, China nunca se convertirá en una amenaza para la región. No negamos que el ascenso pacífico chino intensificará de alguna manera la competencia regional, pero se trata de una competencia de amistad, cooperación y de mutuo beneficio en la que todos pueden beneficiarse; no una carrera armamentística o una competencia por ganar esferas de influencia o hegemonía. Ninguno de nosotros debería cometer errores de cálculo estratégicos sobre este punto.

Ahora echemos una mirada al futuro de China en la región del Asia-Pacífico. Actualmente el mundo atraviesa cambios enormes y profundos. Mientras que la paz y el desarrollo siguen siendo los asuntos dominantes de la época, Asia encara más oportunidades de desarrollo que otras regiones del mundo en medio del reajuste de las relaciones entre las grandes potencias. El ascenso pacífico de China, en particular, contribuirá a la creación de una situación en la que todos podrían beneficiarse de la prosperidad común de la región. Esa es una tendencia general de la región en las primeras dos décadas del siglo XXI.

En primer lugar, todos los países de la región están bendecidos con las mismas oportunidades que ha traído su fuerte crecimiento económico. En comparación con la mayoría de las demás regiones mundiales, Asia tiene menos guerras y conflictos y la mayoría de sus países están comprometidos con su propio desarrollo. Para compartir esas oportunidades comunes, la región, y Asia oriental en particular, necesita formar comunidades unidas por intereses compartidos.

En segundo lugar, las nuevas amenazas a las que nos enfrentamos provienen de áreas no tradicionales de seguridad. Esos amplios y profundos nuevos desafíos no pueden gestionarse por un solo país. Para protegernos contra las presentes y futuras amenazas a nuestra seguridad y poder eliminarlas, se requiere un esfuerzo común. En este ámbito, la cooperación en asuntos de seguridad se está convirtiendo en un modo eficaz de mantener la estabilidad en la región. Los desafíos comunes a los que se enfrentan China y los países de la región hacen emerger la necesidad de establecer comunidades de intereses compartidos que sean convenientes para todas las partes, pero diferentes en contenido y de múltiples niveles. En particular, mantener asociaciones de cooperación entre los grandes países, explorar la posibilidad de establecer conjuntamente mecanismos de control de crisis y de alerta temprana frente a ellas y la ampliación de sus intereses comunes para garantizar su seguridad común se han convertido en prerrequisitos de la paz regional e incluso mundial.

Tercero, es necesario subrayar que, en el proceso de su ascenso pacífico, China ha formulado un “nuevo concepto de seguridad” que difiere de los conceptos tradicionales en la materia. Con la “mutua confianza, el mutuo beneficio, y la igualdad y la cooperación” como sus concepciones fundamentales, nuestro nuevo concepto de seguridad abandona el marco estratégico en el cual las grandes potencias en el pasado compitieron por ganar esferas de influencia, emprendieron confrontaciones militares o exportaron ideologías. Nuestro nuevo concepto de seguridad es un concepto global y estratégico que tiene la coexistencia pacífica como prerrequisito, los intereses comunes como fundamento, la cooperación estratégica como su vínculo y el desarrollo compartido como objetivo. La historia y la realidad han demostrado repetidamente que las fuerzas armadas no pueden hacer la paz y la política del poder no puede asegurar la seguridad. La seguridad colectiva lograda a través de la co­operación con los países de la región del Asia-Pacífico seguramente conducirá a una paz duradera y universal y a un desarrollo rápido y sostenido.

Finalmente, somos conscientes de que, dada la inmensidad de la región, su gran población y sus grandes diferencias en sistemas y culturas, se requieren arduos esfuerzos y un largo tiempo para realizar la integración y construir mecanismos válidos para toda la región. Sin embargo, podríamos comenzar estableciendo mecanismos subregionales con diferentes rasgos y funciones y conducir una cooperación flexible para conseguir los resultados pretendidos. Por ejemplo, el noreste asiático podría establecer la seguridad colectiva como su objetivo; el sureste asiático podría fijarse como aspiración la integración de los mercados y la liberalización comercial, mientras que el Asia central podría concentrarse en la cooperación económica y el contraterrorismo.

Al fin y al cabo, el futuro de China y de la región del Asia-Pacífico depende de la paz, el desarrollo y la cooperación. Confiamos que, en la medida que trabajemos hombro con hombro, empujemos juntos y hagamos los esfuerzos necesarios, el desarrollo sostenido y la paz duradera de Asia, y de Asia oriental en particular, tendrán con toda seguridad un futuro prometedor. La demografía, el crecimiento económico y los condicionantes geopolíticos hacen de China la potencia emergente del siglo XXI. Si en el pasado el ascenso de grandes potencias significó a menudo una amenaza para la paz, China propone que su auge una y beneficie a toda Asia.



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