Internacional - Política

Residentes de frontera irlandesa temen un Brexit sin acuerdo

2019-10-09

Nadie sabe qué sucederá, aunque los dirigentes políticos de todos los bandos...

Por DAVID KEYTON

GREENORE, Irlanda (AP) — El pequeño transbordador surca las aguas serenas del Carlingford Lough, que conecta el pintoresco villorrio de Greencastle, Irlanda del Norte, con la aldea de Greenore, unos tres kilómetros en la República de Irlanda.

Desde que empezó a prestar servicio hace poco más de dos años, les ahorra a los agricultores, viajeros y turistas un viaje de una hora hasta el puente más próximo.

El servicio es una señal más de que la frontera prácticamente se desvaneció después de la firma del Acuerdo del Viernes Santo en 1998, poniendo fin a décadas de violencia religiosa y creando una sensación de normalidad que las viejas generaciones atesoran y los más jóvenes dan por sentada.

Pero si el Reino Unido sale de la Unión Europea el 31 de octubre sin un acuerdo de divorcio, ese barco cruzaría una frontera internacional.

“No sabemos qué esperar”, dijo Paul O’Sullivan, gerente de la empresa. “El Brexoit ha significado el caos para nuestra compañía”.

Estando ambas en la UE, la frontera apenas resuena. Como miembros, el Reino Unido e Irlanda deben acatar las reglas de juego, con el libre tránsito de bienes, servicios, capitales y personas.

En un Brexit sin acuerdo, todo eso vuela, y la frontera _la única terrestre entre el Reino Unido y la UE_ vuelve a resonar con fuerza.

No es casual, entonces, que haya sido el problema más arduo en las negociaciones por el Brexit en los tres años transcurridos desde que el Reino Unido votó salir en junio de 2016.

A poco más de tres semanas de la fecha prevista para la consumación del Brexit, el 31 de octubre, las partes no han podido acordar un plan para mantener abierta la frontera, sin los retenes que polos de atracción de la violencia durante las tres décadas de conflicto que la gente llama “The Troubles” (las dificultades) y en las que murieron más de 3,500 personas.

“La gente mayor de 40 o 50 años, recordamos The Troubles muy bien”, dijo Patrick Robinson, de 51 años, miembro de Comunidades de Frontera Contra el Brexit. “Las que comenzaron como dificultades en la frontera tal como va a suceder ahora crecieron hasta convertirse en lo que se llamó la guerra civil en Irlanda del Norte”.

El primer ministro británico Boris Johnson ha dicho que el Reino Unido en su conjunto, incluida Irlanda del Norte, que votó por la permanencia en la UE en el referendo, debe salir en la fecha indicada, con o sin acuerdo. Hacer lo contrario, dice, socavaría la fe en la democracia.

Esa posición ha generado temores de un regreso de la frontera física, lo que amenazaría el frágil proceso de paz en Irlanda del Norte y las oportunidades económicas que ha creado.

Nadie sabe qué sucederá, aunque los dirigentes políticos de todos los bandos insisten que la frontera permanecerá abierta. La gente teme el impacto a largo plazo de los cambios potenciales.

Al igual que muchos negocios, el transbordador del Carlingford Lough ha recibido escasas respuestas a sus inquietudes. ¿Deberán los cultivadores del sur que transportan heno declarar sus bienes? ¿Habrá formularios? ¿Agentes de aduana con portapapeles? Y la pregunta fundamental: ¿podrá el transbordador seguir navegando?

En la época de las fronteras duras el comercio entre el norte y el sur tenía obstáculos. Los camioneros debían esperar horas en las inspecciones para poder cruzar. Torres de vigilancia, soldados y retenes estropeaban la vista en las colinas verdes. Cruzar la frontera varias veces en un día era difícil.

La falta de libertad de movimientos probablemente afectará sobre todo a los operadores más pequeños.

“El shock económico será tan grande que no hay manera de mitigar el riesgo”, advirtió Daniel Donnelly, vocero en Irlanda del Norte de la Federación de Pequeñas Empresas.

En caso de una salida sin acuerdo, bastarán los aranceles mínimos para eliminar las ganancias de las empresas pequeñas con márgenes pequeños, añadió.

La gente de aquí no ve cuál es la ventaja de regresar al pasado. Shane Horner, de 31 años, piloto del transbordador en el Carlingford Lough, recuerda los retenes y soldados en la frontera cuando era niño. El cruce era lento e intimidante. “Una vez que eso desapareció, fue hermoso, uno podía ir y venir como le viniera en gana”.

Hoy los agricultores de la República usan el barco para vender silaje y heno de los campos de County Louth a los clientes al norte de la frontera. Las fiestas de casamiento en el norte lo usan para cruzar a eventos en el Carlingford medieval.

Es un servicio de autobús sobre el agua, no una fortaleza que divide naciones.

“Hay una dimensión entre comunidades”, dijo O’Sullivan, quien recuerda a los norteños que tomaron el barco para cruzar la frontera por primera vez. “Si hay un Brexit duro, es casi seguro que tendrá un impacto adverso”.



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