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La otra lucha en Ecuador: mujeres buscan mayor participación dentro del movimiento indígena

2019-10-18

“En ese entonces yo no me callé”, agregó mientras lucía su...

Por Alexandra Valencia | Reuters

QUITO, 18 oct (Reuters) - Las dos semanas que estuvo presa por protestar en 2015 impulsaron a Luisa Lozano a perder el miedo y luchar para empoderar a la mujer indígena dentro de sus propias comunidades.

Con ese impulso, organizó a mujeres de distintos pueblos andinos durante las recientes manifestaciones de casi dos semanas en Quito, que fueron convocadas por el movimiento indígena para protestar en contra de medidas de austeridad impuestas por el Gobierno del presidente Lenín Moreno.

Pero la batalla de Lozano fue doble. No sólo tuvo que enfrentarse a la eliminación de los subsidios para sus empobrecidas economías, sino que tuvo que luchar para abrirse un espacio dentro del movimiento indígena que esta liderado por hombres.

“Hemos tenido que pelear fuerte porque lamentablemente el patriarcado está sembrado en nuestros compañeros”, dijo Lozano, dirigente de las mujeres dentro de la organización indígena CONAIE. “Y meterte de lleno y decir aquí me respetas y me meto en esto, así no te tomen en cuenta, pero ahí estas”.

Lozano, una madre de cuatro niños de 44 años, enfrentó un juicio planteado por el Gobierno de Rafael Correa en el 2015, acusándola de haber interrumpido servicios públicos en la ciudad sureña de Loja durante una protesta para pedir educación intercultural y en contra de la minería a cielo abierto, por lo que estuvo 16 días en la cárcel.

“En ese entonces yo no me callé”, agregó mientras lucía su sombrero negro y blanco y muchos collares en su cuello, característicos del pueblo Saraguro.

En Ecuador, la mujer indígena tuvo una presencia importante en el siglo pasado, cuando de la mano de “las mamas” Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña, sumidas en la pobreza y sin mayor educación, lograron conseguir mejoras laborales y la primera escuela bilingüe para su comunidad en el norte del país.

Pero, desde entonces aún mantiene una lucha permanente por sus derechos, por erradicar la violencia de género, superar la pobreza y por abrirse espacios de dentro de su movimiento en medio de una dominación masculina.

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“Afortunadamente, igual que hay un creciente y poderoso movimiento feminista en todo el mundo, esa lucha también ocurre entre los pueblos indígenas”, dijo el docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, Pablo Ospina, en Quito.

“Es un cambio cultural que deberá hacerse y procesarse en el marco de los valores y búsquedas de las propias civilizaciones indígenas”, agregó.

SUEÑOS

Las duras protestas obligaron al presidente Lenín Moreno a derogar el decreto de los subsidios al diésel y la gasolina extra y bajar tarifas del transporte, e incluir a delegados del movimiento indígena en la elaboración de nuevas medidas para racionalizar los recursos.

Muchas de las mujeres indígenas llegaron a Quito cargadas a sus hijos en sus espaldas y vestidas con sus trajes tradicionales juntos a sus esposos para apoyarlos con la preparación de alimentos, atención a los heridos y cuidado de los niños, como hacen diariamente en sus comunidades.

Pero, algunas también se abrieron campo en medio de los enfrentamientos con la fuerza pública para luchar junto con sus compañeros por sus derechos y pedir a los policías y militares terminen con la represión, que en más de una ocasión tuvieron que enfrentarla durante las largas jornadas de protestas.

“En las calles me sorprendía ver mujeres cargando piedras y cartones para la protesta (...) Trabajábamos como hormigas”, recuerda Lineth Calapucha, un líder de la nacionalidad Kichwa, en la provincia amazónica de Pastaza.

“Hace mucha falta todavía darnos más espacios a las mujeres en las dirigencias. No escuchan”, agregó vía telefónica, pues regresó junto a otras de sus compañeras de lucha a su comunidad en la selva amazónica para encontrarse con sus tres pequeños hijos.

Mientras se redactan las nuevas medidas, Lozano dice que seguirá apoyando a sus compañeras para erradicar la violencia, impulsar el trabajo colectivo femenino y seguir soñando.

“El sueño es ese: impulsar que las mujeres sigan, las mujeres se posicionen y las mujeres, de hecho, deben ser presidentes (de la CONAIE) porque capacidad tenemos”, concluyó.



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