Salud

"La muerte blanca": el hambre de los pobres alimenta la tuberculosis en Argentina

2019-10-24

Actualmente, el rápido aumento de los precios y la recesión están llevando a...

Por Magali Druscovich | Reuters

BUENOS AIRES, 24 oct (Reuters) - En una localidad de las afueras de Buenos Aires, los jeans y la camisa de Cristian Molina ocultan una figura insalubremente delgada, fruto de años de una dieta insuficiente que lo ha dejado susceptible a la tuberculosis contraída a inicios de año, una enfermedad ligada a la pobreza que se expande en Argentina.

Molina, de 26 años, vive en un barrio marginal en la localidad de Luján -a unos 50 kilómetros de la capital- junto a sus padres, seis hermanos y cuatro sobrinos. Los médicos creen que un hermano contrajo la enfermedad en prisión y luego la transmitió a la familia cuando regresó a su casa.

Los casos de la enfermedad conocida como “muerte blanca”, estrechamente relacionada con la desnutrición y las malas condiciones habitacionales, han subido desde el cambio de década, a la par de los repetidos ciclos de crisis económicas e inflación que ha registrado la tercera economía de Latinoamérica.

Actualmente, el rápido aumento de los precios y la recesión están llevando a más personas por debajo del umbral de la pobreza y agravando la falta de vivienda y el hambre.

La tasa de pobreza superó el 35% en la primera mitad del año, perjudicando las chances del presidente argentino Mauricio Macri de obtener una reelección en los comicios presidenciales del domingo.

“La tuberculosis es un daño colateral de la pobreza”, dijo Laura Lagrutta, una argentina especialista en respiración que trata a niños con la enfermedad.

Según las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el año pasado hubo 10.320 informes de casos nuevos y recurrentes de tuberculosis en Argentina. El número, que había disminuido de manera firme desde la década de 1980, comenzó a aumentar nuevamente después de 2010.

La tuberculosis mata a 5,000 personas por día en el mundo y es una de las principales causas mundiales de muerte.

Argentina todavía está mejor que algunos de sus vecinos sudamericanos, incluidos Brasil y Perú, donde la incidencia de la enfermedad es mayor. Pero la tasa de infección en Argentina está aumentando de forma preocupante.

Marcela Natiello, coordinadora del Programa Nacional de Control de la Tuberculosis y la Lepra, dijo que una tendencia a la baja desde la década de 1980 se había revertido en 2013, vinculada a “razones múltiples y complejas”.

“La tuberculosis afecta prioritariamente a las poblaciones más vulnerables, con bajos recursos económicos, que residen en ambientes pobres, mal ventilados y hacinados”, dijo, y agregó que más de la mitad de los casos se encontraban en las populosas zonas de los alrededores de Buenos Aires.

NÚMEROS RÉCORD

Médicos dijeron que el crecimiento en el número de casos estaba generando casos de saturación en algunas de las salas de hospitales donde se trata a pacientes con tuberculosis.

Patricia Figueroa, una trabajadora social en el hospital público Muñiz, dijo que el centro estaba luchando contra la superpoblación debido al número creciente de pacientes con tuberculosis, el cual describió como “un récord en la historia reciente”.

“Debido a la sobrepoblación del hospital, se está dando el alta a pacientes con bajo riesgo de contagio para poder admitir en el hospital a pacientes de alto riesgo, esto es algo realmente peligroso,” explicó Figueroa, que agregó que el hospital estaba estudiando cómo agregar más camas para recibir a más personas.

En barrios marginales de todo el país, Reuters habló con muchas personas que sufren la enfermedad, quienes explicaron que vivían en viviendas con poco espacio e inseguras y que carecían de un amplio suministro de alimentos nutritivos.

En la Villa 31, un poblado barrio pobre en la capital argentina, Luli, de 19 años, ha pasado por un año de tratamiento desde que contrajo la enfermedad mientras estaba embarazada. Ella dice que afortunadamente su bebé no se infectó.

Luli vive en un departamento con un dormitorio, una cocina y sin baño junto con su hijo y su pareja. Los tres duermen en una habitación. “Nosotros nos estamos moviendo constantemente de una casa a la otra debido al alto precio del alquiler”, explicó.

Daniel, de 40 años, que vive en el mismo barrio, también está recibiendo tratamiento para el VIH, lo que lo hizo más vulnerable a la tuberculosis. Está inmovilizado en gran medida, con una lesión en la cadera y cicatrices en los pulmones.

Brigida Simaniz terminó su tratamiento contra la tuberculosis en mayo. Vive con sus dos hijos en un asentamiento pobre en el barrio de Bajo Flores en Buenos Aires. Los tres comparten una cama individual. Temía transmitir la infección a sus hijos.

“Cuando me dijeron el diagnóstico tuve miedo porque yo no sabía que esto existía. Yo siempre seguí el tratamiento como los doctores me iban diciendo por miedo a contagiar a mis hijos”, señaló Simaniz, quien trabaja en un taller textil donde gana 70 pesos (1,19 dólares) la hora.

“Aunque a la noche hacía frío, yo abría las ventanas para que el aire pueda circular”, agregó.



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